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Archiconservador, homofóbico y colaborador de la dictadura argentina son los antecedentes del Papa Bergoglio
El jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio, sucesor de Benedicto XVI en la Santa Sede, es tan conservador y defensor de las posturas más retrógradas al interior de la Iglesia Católica como el pastor alemán, hoy retirado en el complejo vacacional de Castel Gandolfo.
A Bergoglio se lo conoce en Argentina por su proximidad con el sanguinario dictador Jorge Videla, quien actualmente paga condena perpetua por los crímenes de lesa humanidad cometidos durante el régimen de facto (1976- 1983).
El jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio, sucesor de Benedicto XVI en la Santa Sede, es tan conservador y defensor de las posturas más retrógradas al interior de la Iglesia Católica como el pastor alemán, hoy retirado en el complejo vacacional de Castel Gandolfo.
A Bergoglio se lo conoce en Argentina por su proximidad con el sanguinario dictador Jorge Videla, quien actualmente paga condena perpetua por los crímenes de lesa humanidad cometidos durante el régimen de facto (1976- 1983).
Igualmente, se le acusa al nuevo pontífice de haber retirado la protección de su orden religiosa a dos jesuitas detenidos clandestinamente por la dictadura militar.
En efecto, el cuestionamiento remite al secuestro de dos jesuitas detenidos clandestinamente por el gobierno de facto por hacer tareas sociales en barriadas de extrema pobreza. Según la acusación, Bergoglio les retiró la protección de su orden religiosa. Ambos párrocos sobrevivieron a un encierro de cinco meses.
El señalamiento consta en el libro El silencio, cuyo autor es el periodista Horacio Verbitsky, presidente de la entidad privada defensora de los derechos humanos CELS.
Verbitsky se apoya en manifestaciones de Orlando Yorio, uno de los jesuitas secuestrados, antes de fallecer por causas naturales en el año 2000.
Adicionalmente, cinco testimonios de curas y teólogos confirman el rol del cardenal Bergoglio durante la dictadura militar argentina en la desaparición de sacerdotes y su apoyo a la represión dictatorial. Los testigos son un sacerdote y un ex sacerdote, una teóloga, un seglar de una fraternidad laica que denunció en el Vaticano lo que ocurría en la Argentina en 1976 y un laico que fue secuestrado y torturado junto con dos sacerdotes que no reaparecieron. Hace más de dos años el nuevo jerarca de la Iglesia debió responder ante la justicia argentina por su presunta complicidad con la dictadura genocida.
“La historia lo condena: lo muestra como alguien opuesto a todas las experiencias innovadoras de la Iglesia y sobre todo, en la época de la dictadura, lo muestra muy cercano al poder militar”, señaló tiempo atrás el sociólogo Fortunato Mallimacci, ex decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.
En julio de 2010 se enfrentó al Gobierno de la presidenta Cristina Fernández cuando impulsó una ley para permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo, puesto que el nuevo papa Francisco I se caracteriza por sus retrógradas posturas homofóbicas.
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner acusó en duros términos a Bergoglio por la campaña contra la ley del matrimonio entre personas del mismo sexo, que se debatía en el Congreso. Fernández de Kirschner juzgó la postura de la Iglesia como propia de «tiempos medievales y de la Inquisición».
“No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios”, escribió Bergoglio en una carta días antes de que el proyecto de ley fuera aprobado por el Congreso.