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Cartagena D.C.

Por Jaime Enríquez Sansón   

Con la experiencia vivida por los colombianos en Macondo cuando murió la Mamá Grande, se hicieron muchas correcciones para la visita de Obama y sus satélites a Cartagena. Sin embargo, hay cosas que no cambian sino que apenas se maquillan: los desperdicios dejados atrás,

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Por Jaime Enríquez Sansón   

Con la experiencia vivida por los colombianos en Macondo cuando murió la Mamá Grande, se hicieron muchas correcciones para la visita de Obama y sus satélites a Cartagena. Sin embargo, hay cosas que no cambian sino que apenas se maquillan: los desperdicios dejados atrás,

las basuras ocultas debajo de las alfombras, la pasajera bonanza de los vendedores de todo y de cualquier cosa, la multitud de fotografías y pesca de autógrafos, el afán de los gobiernos por ocultar la miseria (fácil: se saca a exhibir a nuestros indios y se esconde a los indigentes), en fin, cosas que siempre se darán en el Tercer Mundo máxime cuando una nación explota a otra con el disfraz del libre comercio.

Mas no faltan ilusos: gracias a esa ironía agridulce propia de nuestro pueblo, se llegó a decir que Obama era el mejor alcalde de Cartagena por las obras que quedarán, y se agregó: Cartagena ya no será la misma después de la cumbre. Se insinúa, incluso, que se hable no del año 2012 d. C. Sino del año 1 de Cartagena D. C. O sea, del año uno de Cartagena después de la cumbre. Pero estas son muestras folclóricas o de suma candidez o de aguzado ingenio para manejar el sarcasmo. Porque la realidad es otra. Pasada la Cumbre, las cosas volverán a su cauce normal: regresarán los mendigo de su asilo extramuros; se marcharán los potentados a su blindaje habitual; las camisetas blancas se tornarán de colección; los precios de los productos, chucherías y trabajos artesanales regresarán a cotizarse por las nubes cuando llega un turista extranjero y a precios de baratija si los quiere comprar el connacional que no aprecia lo propio. Campo Elías Terán D., el alcalde, no podrá conservar ni siquiera limpias las murallas -¡con qué plata! – y regresarán la inseguridad, el desempleo, la prostitución (que ocupó primeras páginas de los diarios mundiales por culpa de un rijoso Eliot Ness moderno), el mismo nivel educativo, las mismas distancias sociales y la misma nostalgia de la Ciudad Heroica de siempre, la del desaliño que enamora como los zapatos viejos, cual decía el – ese sí – inmortal tuerto López.

En las noches de luna de la Cartagena de siempre, volverán a pasearse los fantasmas del almirante Vernon, de Blas de Lezo el valiente “medio hombre”, del infortunado Nariño que evocará mazmorras y calabozos, del feo “Solitario del Cabrero” que nos legó una constitución por ciento cinco años; y los de todos esos desgraciados que se murieron de hambre durante los sitios de la ciudad. Para acallar sus lamentos, habrá que abonar las raíces de las palmeras y volver a la risa ficticia del reinado de noviembre que tiene un paralelo entre el pueblo pueblo, aunque el oropel sea el mismo pero de distinto brillo y diferente monto.

Claro que hay aspectos rescatables de la cumbre. El foro sobre educación, entre otras cosas. Y la realización de la Cumbre de los Pueblos, que no fue réplica de la cumbre oficialista sino una demostración de cómo se puede y debe hacer participar de verdad a la gente de a pie, al indígena tratado con respeto, a los disidentes que tienen dignidad. Otros hechos positivos de estos días merecerán reconocimiento; en ellos nos harán caer en cuenta los analistas. Pero de allí a que la historia de Cartagena haya cambiado por completo, hay una distancia abismal. Los giros en la historia no se dan montando circos, por mucho que se parezcan al romano en la proliferación de bestias: en la arena o en los palcos. Pero en fin de cuentas, Colombia centró la atención de las más poderosas cadenas informativas del globo, se comprobó la habilidad diplomática del presidente Santos y su equipo, tan distinta del agresivo protagonismo que ostentaban Álvaro Uribe y sus hombres. Y si algunos de nuestros cartageneros pudieron durante estas fechas tener ingresos como para tres comidas al día y otros del resto de Colombia pudieron disfrutar de viáticos y prebendas, no importa que en unas horas, si acaso en unas semanas, la cumbre de Cartagena se confunda con el reinado del café, la feria de la caña o el encuentro de brujos y chamanes, que de todo eso se da en Colombia… y mucho más.

Abril 16 de 2012

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