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Del vaso medio lleno o medio vacío

Juan Manuel López Caballero  

Es aceptado que cuando un vaso tiene la mitad de su capacidad se puede decir que está medio lleno o medio vacío.  Ambas cosas son ciertas y lo que cambia es la posición o la perspectiva de quien opina.

También se ha dicho que en el caso de la verdad, una verdad a medias

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Juan Manuel López Caballero  

Es aceptado que cuando un vaso tiene la mitad de su capacidad se puede decir que está medio lleno o medio vacío.  Ambas cosas son ciertas y lo que cambia es la posición o la perspectiva de quien opina.

También se ha dicho que en el caso de la verdad, una verdad a medias

no equivale a una media verdad sino a una mentira.

Aún más claro se puede aplicar esto último a la información: una información a medias no es una ‘medio información’ o ‘medio desinformación’, sino una total desinformación; o, lo que es más exacto y más usual, una manipulación para inducir en quien la recibe un error de comprensión.

Es lo que sucede con la que trasmiten nuestras autoridades y los medios que componen el ‘establecimiento’, o sea los que pertenecen y a los que pertenece el mayor poder en nuestra sociedad.

Nada de lo que divulgan es falso o se puede calificar como tal. Pero al hacer abstracción de una evaluación que exprese la realidad de contexto, lo que hacen es confundir a quien los sigue. Es lo que pasa cuando solo se habla de los cambios o avances durante un gobierno: es obvio que lo que se espera es que debe haber un progreso sobre el pasado; por eso la humanidad a avanzado y por eso una generación siempre supera las condiciones de la anterior (y los hijos ven como atrasados a los padres); la vida del ser humano es más prolongada y, en cuanto a comodidades, mejor; igual un país es más electrificado, con más carreteras o mayor PIB.

El punto es que para se dé un verdadero progreso tiene que medirse en términos comparativos. Y es engañoso dejar la idea que cuando los países ‘desarrollados’ crecen cerca del 2% y nosotros un 4% estamos ‘cerrando la brecha’.

Si se toma como referencia un índice de 100 para los países adelantados y a nuestro país correspondiera por ejemplo en esa escala un valor de 40, estaríamos mejorando 1,6 contra 2 de aquellos. Por eso la presentación ‘oficial’ sobre ‘mejora en el empleo’ o ‘disminución de la pobreza’ no nos cambia en cuanto a seguir siendo los de peores resultados en desigualdad o en desempleo. Bastaría con divulgar los indicadores ya no de desarrollo sino de atraso como esos (o de la inversión en innovación, o de la cantidad y calidad de nuestra infraestructura, o de los niveles de educación, o de el desequilibrio entre las regiones) para salir de la desinformación y la manipulación e informar a la ciudadanía en verdad cómo vamos.

Y la lógica del sistema que tenemos es que siguiendo los pasos que ya ellos recorrieron estaremos cada vez mas atrasados en comparación a la realidad que nos rodea. Es lo primero que se constata al entrar en contacto con lo que no nos trasmiten los ‘comunicadores’, ya sea porque se tiene el privilegio de salir al exterior o el de tener una formación que lo distancia a uno de ‘tragar entero’.

Por eso el buscar otro camino -un modelo de desarrollo diferente del que ellos manejan (e imponen)- es condición necesaria para pretender acercarnos, así sea parcialmente, al objetivo de mejorar nuestro condición de país subdesarrollado. Sobra recordar aquello de que es necio esperar que repitiendo las mismas recetas se esperen resultados diferentes; pero más tonto sería no entender que sería una casualidad infinita que se logre un determinado objetivo cuando no se toman las decisiones en función de alcanzarlo: los TLC, la globalización, las privatizaciones, y en general todo el arsenal de instrumentos del modelo neoliberal no están diseñados para acortar las diferencias entre los desarrollados y los subdesarrollados. Estaríamos ante un ‘serendipity’ como la describe y cita el ameno artículo de Juan Esteban Constain en ElTiempo.com: “sería como buscar una aguja en un pajar y que lo que se tope es con la hija del granjero desnuda”.

No solo eso: como lo señaló Pepe Mujica y ya lo había constatado en otras palabras Alan García, “si aspiráramos en esta humanidad a consumir como un americano medio promedio, son imprescindibles tres planetas como el nuestro para lograrlo”.

Es decir, que solo un consenso entre países desarrollados y ‘países en desarrollo’ para una mejor distribución y repartición del potencial de crecimiento del conjunto podría reducir no solo la desigualdad sino el desperdicio de recursos que hace que hoy más del cincuenta por ciento de la humanidad sufra de escaseces (de comida, de agua, de vivienda, de educación, de salud, etc.).

En ese sentido nada de malo tiene la idea que nos quieren vender de entrar a la OCDE; ser socio de cualquier club puede servir para algo; pero sí hay engaño si nos tratan de confundir conque por tener esa calidad se mejorarán las cosas: el objeto de esa membresía  y de ese club no es cambiar para mejor las condiciones existentes de quienes desean entrar en él, sino al contrario puesto que exige los cambios -es decir, aceptar todas las reglas que caracterizan el modelo actual- para ser parte de él.

28 de octubre de 2013.

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