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El 30 de septiembre… Adiós a la doble militancia: por un compromiso serio con el PDA

Por Roberto Enrique Fernández  

“Tengo serios temores con la marcha patriótica. Quiero decirlo también desde mi perspectiva y sin ninguna reticencia. No estigmaticemos, yo no estigmatizo  a marcha patriótica. Pero registro un hecho: nació con el lastre de ser un apéndice de la guerrilla, y la experiencia muestra que eso hace inviable cualquier movimiento político, por que en política, las creencias son hechos.[1] Que no se diga que estoy recogiendo  yo entonces ese rumor, si no que lo estoy poniendo de presente, como un hecho.”

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Por Roberto Enrique Fernández  

“Tengo serios temores con la marcha patriótica. Quiero decirlo también desde mi perspectiva y sin ninguna reticencia. No estigmaticemos, yo no estigmatizo  a marcha patriótica. Pero registro un hecho: nació con el lastre de ser un apéndice de la guerrilla, y la experiencia muestra que eso hace inviable cualquier movimiento político, por que en política, las creencias son hechos.[1] Que no se diga que estoy recogiendo  yo entonces ese rumor, si no que lo estoy poniendo de presente, como un hecho.”

Con estas palabras, pronunciadas por Carlos Gaviria  el día de instalación del  primer foro ideológico del PDA,  –en las que no se hace una afirmación, si no que se constata un hecho–   no solo se tensó el ambiente, ya de por si expectante y ansioso respecto a cómo se iba a abordar  el ineludible tema de la marcha patriótica, si no que sorprendió a mas de un desprevenido. No era para menos, lo súbito  del abordaje del tema por el maestro,  impidió a varios de los asistentes comprender el sentido de lo dicho, fue valorado de diversas maneras y en diferentes tonos (lo cual no es condenable per sé) y posibilitó que gran parte  de los militantes de Marcha al interior del Polo,  esgrimieran, como hace ya carrera, el  expediente del chantaje  moral,  victimizarse para acallar el debate, obligar a su adversario a “pelear con una sola mano”  (Vg. en la comisión de movimientos sociales, Gloria Cuartas espetó   la consabida frase: las declaraciones del maestro Gaviria ponen en grave riesgo la vida de los militantes de marcha y de la ex senadora Piedad Córdoba). En igual sentido se pronunciaron  Carlos Lozano Guillen y la  dramaturga Patricia Ariza (ésta sin haber asistido al evento, de oídas, como ella misma lo dice) en sendas cartas públicas ampliamente conocidas. Y mas recientemente  este chantaje moral tuvo su más alto nivel de paroxismo: ¡somos informantes![2]

Pues bien, ya es de público conocimiento el alcance que toda esta discusión ha tenido en el Valle del Cauca y en el país: la exclusión del PCC del PDA y la consecuente  variedad  de pronunciamientos, opiniones en la red, descalificaciones de lado y lado,  abordajes desde diferentes aristas, apelación a la casuística para fundamentar posiciones.

Intentaremos, en lo profuso de la situación descrita, aludir a algunos elementos que rodean lo que a nuestro juicio es el aspecto esencial de la controversia: el agenciamiento desde el interior del PDA de otro proyecto político.

Existe una sobre diagnosis, que en general compartimos, en torno a la responsabilidad política de los sectores  mayoritarios en la dirección del partido por la crisis que actualmente atraviesa éste,  incluida la del PCC, que aun siendo un sector minoritario, mantuvo hasta el final una postura acrítica frente a la administración distrital de Samuel Moreno[3]. Crisis agravada por un serio problema de democracia interna que obstaculiza darle tramite a las críticas que los sectores minoritarios hacen a estas mayorías. Sin embargo, la “cuestión democrática” debe ser  a futuro ampliamente tratada, discernida y, en lo posible, acordado mínimamente su significado, pues, muchos de los sectores demandantes de democracia no actúan en reciprocidad o la entiende de manera particular. En este sentido contrasta la condena, el rechazo vehemente, la postura principista frente a  esta decisión del Ejecutivo, con el silencio aprobatorio respecto de la exclusión de los progresistas (Avellaneda y Cía.) por las mismas razones y con idénticos procedimientos.

La permisividad ante la intromisión interesada de fuerzas políticas externas en las elecciones internas de la colectividad es un problema serio que debe ser afrontado, ya que facilita lo que se ha denominado el trabajo paralelo.  Los ejemplos que a continuación reseñamos: La disposición del grueso del aparato educativo  – profesores y alumnos– en las elecciones internas del polo en el 2008, por parte del entonces alcalde Jorge Iván Ospina (que no era del Polo) y de Angelino Garzón a favor del sector clientelista incrustado en el PDA, adepto a ellos, posibilitó alzarse con la mayoría de la dirección regional[4]; la misma ayuda “electoral” del  ex alcalde Ospina volvió a jugar en las elecciones internas para definir candidato presidencial entre Petro y Gaviria[5]; la comprobada intervención foránea  que a nombre del Santismo realizaron algunos partidos de la “U” en esta misma elección[6] y por último, el ejemplo más pertinente para esta ocasión: la orientación dirigida a la asamblea realizada el pasado 30 de mayo de 2012 en la sede de la ex candidata María Isabel Urrutia por parte de Alejandro Ramírez, dirigente de la “Marcha Patriótica por la Segunda Independencia” y candidato del PDA en varias elecciones, de conseguir los recursos necesarios para garantizar una asistencia que permitiera copar la asamblea regional del Polo Democrático Alternativo[7], confirman la intencionalidad de cercar el espacio político del Polo.
Solo el desconocimiento  del comportamiento paralelista  de pretendidos polistas promotores de la Marcha en el Valle del Cauca o un alto grado de ingenuidad explicaría la creencia del articulista del espectador y militante del Polo, L. Sandoval, de que todo esto corresponde al dominio de las suspicacias y las suposiciones. Esta idea alimenta la actitud de silbar y mirar para arriba, pasar de agache, o ignorar lo que tantas veces, y con detalle, hemos denunciado. Actitud pusilánime bastante generalizada y que, esperamos, no lo sea en este caso.

Circunscribir la discusión sobre la legalidad interna y/o externa de esta decisión es seguir ensimismado en el árbol sin hacer un esfuerzo por mirar el bosque. Es esconder el debate sobre la doble militancia y todo lo que ella implica. Salir del “proceso jurídico” y asumir el “proceso político” decanta más esta discusión con el PCC. Las piruetas, las mil explicaciones para desvirtuar las sólidas acusaciones de su doble militancia, solo dejaba entrever la estrategia de cuál de ellas cuajaba: se pasó de decir que no había doble militancia en razón a que la marcha era un movimiento social y no un partido político, argumento insostenible que entraba en contradicción con las mismas declaraciones públicas de sus voceros oficiales, promotores  e incluso militantes, a la negación por  vía de la formalidad: es que no se puede configurar doble militancia pues no existe personería jurídica de marcha que la respalde (expresión  triunfante de quien descubre un tesoro)
La confesión de viva voz al solicitar la admisión al foro de Sao Paulo saldó la discusión y los obligó a un argumento más sutil  y refinado, el cual consiste en no negar mi doble militancia, pero endilgársela también al otro, en la idea de restarle autoridad a la acusación. Es cierto que los partidos políticos y los sectores partidistas que dieron vida al polo,  y los que ingresaron después, no han honrado el imperativo implícito en el acuerdo fundacional, esto es: “el fortalecimiento del polo es mi fortalecimiento” y en la práctica se ha transformado en su contrario: “me fortalezco yo primero y con ello al polo”, pero aun así, este comportamiento no califica para la doble militancia, pues significa, en plata blanca, el fortalecimiento de una tendencia partidaria al interior del PDA y no el de un partido ajeno a éste.

En toda esta discusión se deduce equivocadamente una falta de compromiso del PDA con la paz del país por su declaratoria de no participar de Marcha Patriótica. Es cierto que para algunas tendencias del  partido la paz no es prioritaria en su accionar político y enfatizan otros aspectos del ideario en su practica política, pero, esto no implica contravenir el ideario en este punto, es decir, propender por una salida militar del conflicto. De parte nuestra, no dudamos en reafirmar el ideario de unidad en su punto 5:
La solución del conflicto armado interno en Colombia debe ser política y no militar (….) Nuestra principal política de paz serán las profundas reformas democráticas de la estructura de exclusión social, política y económica (…) en esta perspectiva,  y recurriendo a la búsqueda de una solución negociada con la insurgencia, se emprenderá la concreción de un acuerdo nacional (…) en el que deben tener activa y decisoria participación todos los sectores de la sociedad.

Esto no es nada más, ni nada menos, que la Paz no solo es la de los guerreros (el establecimiento vs la insurgencia). Ésta debe trascender la necesaria negociación gobierno- guerrilla para involucrar, con autonomía, a la gran mayoría de la sociedad que la desea.

Por último, en todo este debate se ha esgrimido, como parte del chantaje moral al que hemos hecho referencia al inicio, la falaz y malintencionada argumentación, según la cual, hacer referencia a la parábola de la UP es justificar el genocidio de ésta. ¿Será que el viraje táctico que dio la tercera internacional, precedido de una valiente autocritica de la táctica que posibilitó el ascenso del fascismo con todo su prontuario de muerte, significó la justificación de aquel y de todos sus horrores? Este ejemplo de varios, en donde la izquierda en actitud autocritica asume la responsabilidad política de su accionar, sin encontrar excusas en el accionar propio de la derecha, el cual todos conocemos, es un camino a recorrer para abandonar el estado de “izquierda boba”, calificativo con lo cual la “izquierda inteligente” recurre para descalificar a quienes no le jugamos a la doble militancia y si le jugamos a un compromiso serio con el PDA.

[1] La existencia (o inexistencia) de los vínculos entre creencias e ideología ha sido ampliamente tratado, fundamentalmente, por la filosofía de la ciencia y la sociología. El excelente trabajo T. Eagleton sobre la historia de la conformación del concepto; el acercamiento desde el marxismo analítico por J. Elster y el trabajo más reciente de Sizek desde una perspectiva Lacaniana, informan de este vínculo. Si consideramos los partidos como portadores de un proyecto ideológico  – tal como lo plantea C. Gaviria– y que se traduce en un programa político  y que elabora una táctica y una estrategia para alcanzarlos –añadimos nosotros– entonces, es a través de la ideología  como se establece el vínculo entre creencia  y política.

[2] En su grosero articulo, Lisandro duque, quiso tapar con la jocosidad de su pluma toda la desnudez de su argumentación: según él, se excluyó al PCC  “por considerar que los vínculos de estos con el movimiento marcha patriótica podían interpretarse por la opinión como una alianza con las FARC”. Claro, no dice la verdad: que fue por agenciar otro proyecto político distinto del polo, pues, esta argumentación no le sirve para lo que siempre dicen: que lo estamos estigmatizando. Entre otras impresiones y falsedades se refiere tercamente a marcha como movimiento social, contra toda evidencia como se demuestra en este escrito y nos augura un proceder similar con el movimiento indígena, sin darse cuenta que los indígenas al sacar a fuetazos a las FARC de sus comunidades también les estaban prohibiendo la doble militancia a los de su comunidad.

[3] Recuérdese que el PCC, además de sostener hasta el final la tesis según la cual todo el escándalo de corrupción de los Moreno era un montaje mediático para desprestigiar al PDA, participó burocráticamente de esta administración y brilló por su ausencia el control político de su concejal Jaime Caicedo en esta materia.

[4] Hubo jóvenes notoriamente despolitizados, que no sabían ni siquiera que era el PDA, que con halagos de notas fueron inducidos por sus profesores a votar por los candidatos de la administración empotrados en el partido. Estas denuncias, fueron hechas públicas por Wilson Arias  en uso de su concejalía y recogidas de varios padres de familia. Lastimosamente, estas nunca pudieron formalizase por el temor de los mismo denunciantes de complicar el entorno escolar de sus hijos.

[5] En acto público, Petro agradeció el apoyo de Ospina para lograr su candidatura a la presidencia.

[6] Con el propósito de “escoger su propia izquierda” con la cual interlocutar.

[7]http://wilsonarias.com/index.php?option=com_content&view=article&id=1270;boletines-de-curul-alternativa-95&catid=58;boletines-de-la-curul&Itemid=167

 

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