Nacional
El derrumbe de la “Prosperidad Democrática”
Por José Arlex Arias Arias
Al cumplirse los dos primeros años del gobierno del presidente Santos, el equivalente al cincuenta por ciento de su Mandato, es un buen momento para hacer un balance de la “Prosperidad Democrática” que nos ofreció a los habitantes de Colombia.
Por José Arlex Arias Arias
Al cumplirse los dos primeros años del gobierno del presidente Santos, el equivalente al cincuenta por ciento de su Mandato, es un buen momento para hacer un balance de la “Prosperidad Democrática” que nos ofreció a los habitantes de Colombia.
Es lógico y razonable que estos balances sean subjetivos, analizados con los énfasis que cada cual quiere remarcar e incluso bajo algún sesgo político, económico o social de quien se atreve a hacer el ejercicio, pero sin embargo existen algunos parámetros objetivos que estos sesgos, las consultas y encuestas intencionadas no pueden evadir. Esos hechos son la realidad que viven las personas.
Es inevitable percibir los cordones de miseria que van aprisionando a las grandes urbes y pequeñas ciudades, en los cuales convergen los desplazados y las personas que están alejadas de cualquier tipo de oportunidades, los que cuando hacen alguna exigencia son violentamente reprimidos por los Escuadrones Móviles Antidisturbios. Son millones de pobres y miserables que el Gobierno del presidente Santos ha querido “invisibilizar”, cambiando la metodología para su medición; mientras, la consultora Wealth-X ha revelado que “los “ultramillonarios” –tienen un patrimonio de 30 millones de dólares, cerca de $53 mil millones- en Colombia son un club tan exclusivo que sólo representa el 0,001 por ciento de su población. En el mundo hay 185.795 “ultramillonarios” y ¡Colombia aporta 900!, más que Emiratos Árabes (775), Malasia (750), Sudáfrica (725), Nueva Zelandia (480) y Mónaco (200)”.
Así mismo, es fácil percibir las graves consecuencias de exclusión que han propiciado la privatización de los derechos fundamentales, de la cual el presidente Santos es artífice de primera línea, puesto que ha deambulado por todos los Gobiernos desde la implementación del modelo neoliberal, posando de tecnócrata pero al servicio del capital privado. Esas privatizaciones dejan miles de muertos, víctimas de un régimen de salud al servicio de los negociantes -que se apropian de un presupuesto cercano a los 32 billones de pesos-, que el presidente Santos se niega reiterativamente a eliminar.
Por otra parte, cómo no percibir el levantamiento de los estudiantes en la búsqueda de defender una educación pública, universal, autónoma, de alta calidad, científica y para el desarrollo de tecnología de punta que saque al país del subdesarrollo. La arremetida de Santos contra la educación pública viene con la entrega, en concesión o en convenios, de las Instituciones Públicas; y el modelo privatizador va avanzando, de la misma forma como con el derecho a la justicia, el cual tiene el primer ingrediente privatizador en el cobro de los Aranceles Judiciales del gobierno de Uribe, pero que el de Santos ha querido profundizar, entregándola a concesionarios privados.
También se percibe la exclusión de millones de hogares que se encuentran desconectados de alguno de los pésimos y caros servicios públicos con los cuales obtienen pingües utilidades los consorcios extranjeros y nacionales; se percibe que las cifras utilizadas para engañar a la galería, maquillan un empleo de pésima calidad, con millones de colombianos en el rebusque y en la informalidad, que añadidos a los desempleados, suman más del setenta y cinco por ciento de la población económicamente activa; se percibe el arrasamiento de la producción nacional, sustituida por las maquilas o empresas multinacionales; pero además se percibe, como siempre ha sucedido en el país, el alto grado de corrupción e inseguridad a las cuales es sometida la población. ¡Como en la canción: promesas, promesas, tan sólo promesas!
Por eso los colombianos hicieron el balance a través de la Gran Encuesta de Ipsos Napoleón Franco, realizada entre el 20 y 22 de julio de este año y publicada por la revista Semana. La sentencia es determinante: sólo el 47 por ciento tiene una imagen favorable del presidente Santos; el 54 por ciento se declara insatisfecho; el 36 por ciento aprueba la seguridad, el 44 por ciento a la economía, el 33 por ciento a la lucha contra la corrupción y el 25 por ciento el desempleo; el 68 por ciento opina que Colombia va por mal camino; y sólo el 39 por ciento cree que el presidente Santos ha cumplido sus promesas. El presidente Santos puede hacer todas las “vueltas a Colombia” que quiera, intentando mostrar unos resultados inexistentes, pero es lógico, no puede transformar esa realidad.
¡Se derrumba la Prosperidad Democrática; ojalá arrastre a este modelo neoliberal!
arlexariasarias@hotmail.com
Agosto 6 de 2012.