Nacional
El increíble costo de una farsa político-diplomática
Por David Mayorga / El Espectador
Entre 200 y 500 millones de pesos se habría gastado el gobierno colombiano en la frustrada campaña del vicepresidente Angelino Garzón por acceder a la Secretaría General de la OIT. Otro fracaso más de la diplomacia colombiana, tal y como sucedió con la costosísima Cumbre de las Américas, el pasado mes de abril en Cartagena.
Por David Mayorga / El Espectador
Entre 200 y 500 millones de pesos se habría gastado el gobierno colombiano en la frustrada campaña del vicepresidente Angelino Garzón por acceder a la Secretaría General de la OIT. Otro fracaso más de la diplomacia colombiana, tal y como sucedió con la costosísima Cumbre de las Américas, el pasado mes de abril en Cartagena.
Historia de un fracaso
Un escaso conocimiento de la burocracia internacional, una débil estrategia de comunicación y la ausencia de una política exterior clara sellaron la derrota que podría influir en otras aspiraciones.
Hacia las 9:30 de la mañana del pasado lunes 28 de mayo terminó el sueño del vicepresidente Angelino Garzón, y del gobierno colombiano, de dirigir la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Su candidatura naufragó en la cuarta ronda de votaciones , al recibir sólo siete apoyos de los 56 miembros del Consejo de Administración del organismo, reunidos a puerta cerrada para definir al sucesor del chileno Juan Somavía.
La suerte del político colombiano fue decidida por los representantes africanos, quienes, al conocer que sus tres aspirantes fueron eliminados en las rondas previas, se decantaron por el francés Gilles de Robien y por el británico Guy Ryder, quien al final sería elegido como nuevo secretario general (ver artículo adjunto).
Es aquí donde se puede empezar a comprender el fracaso de una candidatura que, según el gobierno colombiano, tenía el 60% de posibilidades de éxito. Ambos finalistas tienen una fuerte historia de relacionamiento con la burocracia de la OIT: mientras De Robien lleva alrededor de cinco años trabajando con el organismo y fue presidente de la Conferencia Internacional del Trabajo en 2010, Ryder se desempeñaba hasta ayer como su director general.
En cambio, la hoja de vida de Angelino Garzón atestigua cargos sindicales, gubernamentales, ministeriales y la embajada permanente de Colombia ante la OIT, pero ninguna responsabilidad en su interior. Por si fuera poco, su nominación nunca contó con el apoyo de los sindicalistas colombianos. “Hubo 11 ó 12 organismos internacionales que presentaron informes acusando a Colombia de incumplimiento en la defensa de los derechos fundamentales. El resultado es también un fracaso del gobierno Santos, que tiene dos caras: afuera se compromete a todo y aquí no cumple nada”, dice Domingo Tovar, presidente de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), organización que desde el inicio apoyó el nombre de Ryder.
Otra gran debilidad fue la estrategia de campaña. La única carta de presentación de Angelino ante el mundo fue su propuesta de dirección de la OIT y sus visitas internacionales buscando apoyo, pues su candidatura fue muy tibia en lo referente a los medios de comunicación (no contó con página web propia, sólo un instructivo en el portal de la Vicepresidencia con fines educacionales). Al contrario, Robien, su contendor francés, mantuvo informados minuto a minuto a los internautas del avance de sus conversaciones con los delegados de la OIT, las cuales eran replicadas masivamente por el equipo de comunicaciones de la Cancillería francesa y sus embajadas.
“Fue una campaña que se adelantó sin una política internacional clara. Esto demuestra que hay un afán por conseguir cualquier cantidad de puestos, sin saber muy bien por cuáles jugársela y por cuáles no. Y ahora Colombia tendrá que volver a hacer campaña, con un capital político desgastado, para lograr que Humberto Sierra Porto acceda a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos”, señala la analista internacional Laura Gil.
El debate también tendrá que girar sobre el costo que asumió el país para llevar a cabo un objetivo que no prosperó. La Contraloría, en un hermetismo completo, trabaja recabando las cifras de los dineros públicos asignados a la campaña de Angelino. Y aunque aún no hay certeza de cuánto se invirtió (según versiones, entre $200 millones y $500 millones), el portal Confidencial Colombia estableció que el vicepresidente recibió más de $166 millones en viáticos para adelantar su campaña.
Un ingrediente más que conformará el análisis final de una candidatura que creyó haber asegurado su objetivo de dirigir la OIT, pero que, debido a las fallas de planificación, sólo se enteró de que vivió del sueño a la hora de contar los votos a su favor.
Europa liderará la OIT
El británico Guy Ryder se convirtió ayer en el primer secretario general de la OIT que llega al cargo tras ser propuesto por las organizaciones sindicales y no por un gobierno miembro del organismo. En la última votación del proceso, su candidatura venció por 30 votos a la del exministro francés Gilles de Robien, que sólo obtuvo 26.
Este sindicalista de 56 años inició su carrera en 1981, al desempeñarse en el Departamento Internacional de la británica Trades Union Congress. Posteriormente ocupó la dirección de la Confederación Sindical Internacional, de la cual salió para convertirse en director general de la OIT y responsable del Departamento de Normas Técnicas.
Ryder, quien asumirá funciones el próximo primero de octubre, tendrá el reto de impulsar políticas de trabajo en medio de la aguda crisis económica que atraviesa Europa. La CUT le propondrá revisar el papel del gobierno colombiano en el cumplimiento de los compromisos laborales.
Apuesta equivocada
A manera de colofón, no faltó quien trajera nuevamente a la mesa los rumores de que las verdaderas intenciones de dicha postulación eran alejar a Garzón del Ejecutivo, como quiera que en algún momento se había convertido en alguien incómodo por sus cuestionamientos a una que otra postura oficial.
Por los lados del Gobierno, que Garzón no fuera elegido en la OIT no puede verse como un fracaso; por el contrario, bien se puede aplicar la famosa frase de Francisco Maturana de que “perder es ganar un poco”.
“La labor hecha por el vicepresidente ha sido muy importante para Colombia. Durante esta campaña, les demostró a los dirigentes más importantes del mundo laboral y a muchos países del mundo que nuestra nación está dando una gran lucha contra la violencia sindical y por la defensa de los derechos de los trabajadores. El vicepresidente ha hecho un gran papel en la OIT”, manifestó el ministro del Trabajo, Rafael Pardo Rueda.
Una posición contraria a quienes, como el Polo Democrático Alternativo, desde un comienzo se opusieron a dicha postulación e incluso adelantaron giras en Estados Unidos y Europa para exponer, según sus puntos de vista, por qué Angelino Garzón no podía ser director de la OIT.
Para el senador Jorge Enrique Robledo, de esa colectividad, la no elección era lo único que se podía esperar: “No había forma de que fuera elegido, eso era como poner de candidato para papa a un obispo protestante. Colombia puede hacer el mejor esfuerzo, ¿pero cómo iba a explicar una votación en favor del candidato del país que tiene el récord de asesinatos de sindicalistas? ¿Cómo iba a explicar la OIT que el ganador fuera el candidato de uno de los países donde más se violan los derechos laborales?”, planteó.
Lo cierto es que el mismo Angelino Garzón había dicho que lo de su candidatura a la OIT no era invención suya y que fue una función que le asignó el presidente. “Es una prioridad”, llegó a decir el primer mandatario al respecto, cuando se suscitó una ardua polémica por la decisión de la Casa de Nariño de no respaldar la aspiración del exministro de Hacienda José Antonio Ocampo a la presidencia del Banco Mundial. Para Santos, era “contradictorio” que el país pretendiera los dos cargos al mismo tiempo y los cálculos decían que había más posibilidades de que ganara Garzón.
Sobre el futuro, hay quienes ven en el hoy vicepresidente un potencial rival del mismo Santos en 2014, en caso de que se aventure a buscar la reelección. Hasta se ha dicho que renunciaría en enero próximo. Lo cierto es que, por ahora, seguirá siendo la principal causa de malestar de uno que otro santista que lo ve como una piedra en el zapato y como una persona “peligrosamente” cercana al expresidente Álvaro Uribe.
El Espectador, Bogotá, mayo 29 de 2012.