Nacional
El modelo argentino y YPF
Por Eduardo Sarmiento Palacio
Las privatizaciones se realizaron en forma masiva, el banco central avanzo en la dolarización, la protección se redujo al mínimo y se mantuvo una severa austeridad fiscal y monetaria. El modelo le permitió al país austral salir de las bajas tasas de crecimiento del pasado, pero con aumento del desempleo y deterioro de la equidad.
Por Eduardo Sarmiento Palacio
Las privatizaciones se realizaron en forma masiva, el banco central avanzo en la dolarización, la protección se redujo al mínimo y se mantuvo una severa austeridad fiscal y monetaria. El modelo le permitió al país austral salir de las bajas tasas de crecimiento del pasado, pero con aumento del desempleo y deterioro de la equidad.
Por lo demás, se fundamentó en un elevado endeudamiento y un déficit en cuenta corriente que creaban dudas sobre su sostenibilidad.
En el año 2002 la economía experimentó un agravamiento de las cuentas externas que llevó al sistema bancario internacional a suspender el financiamiento. La aplicación de la recomendación del FMI de restringir el gasto y limitar el crédito privado precipitó una fuerte caída de la actividad productiva, que ocasionó la salida de la gente a la calle y la caída de dos presidentes.
La crisis obligó e inspiró a las autoridades argentinas a salirse de la ortodoxia. El primer paso consistió en rechazar de plano la prescripción del FMI de contraer el gasto y elevar la tasa de interés. Como alternativa, se adoptó una política macroeconómica expansionista, se redujo el pago de la deuda, se eliminó la dolarización y se adoptó una drástica devaluación del tipo de cambio. En los años siguientes, para sorpresa de muchos, la economía creció a tasas cercanas al 10% y corrigió el desequilibrio de la balanza de pagos.
El éxito en la política de ajuste de Argentina le dio aire para hacer algo que nadie mas se había atrevido a hacer. Procedió a introducirle cambios de fondo al modelo neoliberal dentro de un gran pragmatismo y gradualismo. Igual que China, ha intervenido sin contemplaciones el tipo de cambio. Posteriormente se alejó de la autonomía del banco central y nacionalizó el sistema de pensiones privadas. En los últimos meses ha seguido una severa política de restricción de importaciones y de estímulos a la industria. Y ahora procedió a expropiar el 51% de la petrolera YPF y continuar el camino de reversión de algunas privatizaciones de la década de los 90.
Desde luego, el experimento encierra riesgos en materia de salida de capitales y bloqueos externos, y probablemente se encuentra en el momento mas álgido. No sería raro que la reacción contra la expropiación induzca salidas de capitales que presionen la devaluación, eleven la inflación y frenen la actividad productiva.
El balance está registrado en la información recopilada por la Cepal. Entre 2002 y 2011 Argentina creció a la tasa más alta de la región, redujo considerablemente el desempleo y la informalidad y elevó los ingresos del trabajo en el PIB. Aún más importante, revirtió el deterioro de la distribución del ingreso registrado durante la administración Menem; el coeficiente de Gini luego de pasar de 0,50 a 0,58 durante la década de los 90, se redujo a 0,51 en los últimos 10 años.
Sin entrar en detalles, Argentina está señalando que la intervención macroeconómica, el abandono del FMI, el control sobre el banco central, la prioridad industrial y la reversión de las privatizaciones conducen a un mejor perfil de desarrollo. En el fondo, se está apartando del modelo del Consenso de Washington, que presupone que el progreso viene de la acumulación tecnológica de los países desarrollados y que el papel de los países emergentes se reduce a crear un marco de alta rentabilidad para su transmisión y adaptación. En su lugar apuesta a que el crecimiento con equidad proviene en mayor grado de las condiciones internas de capitalización, industrialización, aprendizaje en el oficio, demanda y educación de calidad.
El Espectador, Bogotá, mayo 6 de 2012.