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El Museo de la Memoria

Por Mauricio Cabrera Galvis  

El Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Chile es una visita recomendable para los colombianos que vayan a Santiago para que vean cómo una sociedad puede hacer frente a los horrores de su pasado y ofrecer una reparación a las víctimas, en este caso moral y estética,

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Por Mauricio Cabrera Galvis  

El Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Chile es una visita recomendable para los colombianos que vayan a Santiago para que vean cómo una sociedad puede hacer frente a los horrores de su pasado y ofrecer una reparación a las víctimas, en este caso moral y estética, con el solo acto de nombrarlas y reconocerlas.

El Museo fue construido por iniciativa de la expresidenta Bachelet -ella misma doble víctima de la dictadura de Pinochet, pues su padre fue asesinado y ella torturada- con una clara misión: “Dar a conocer las violaciones sistemáticas de los derechos humanos por parte del Estado de Chile entre los años 1973-1990, para que a través de la reflexión ética sobre la memoria, la solidaridad y la importancia de los derechos humanos, se fortalezca la voluntad nacional para que nunca más se repitan hechos que afecten la dignidad del ser humano”.

El edificio es una construcción sobria pero imponente de 5.600 metros cuadrados, que se alza en medio de una gran explanada, la Plaza de la Memoria, donde se invita al visitante a confrontar su conciencia con los 30 artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, grabados en cobre.

Al ingreso, un gran mapa del mundo con fotos de víctimas recuerda que Chile no está solo en la ignominia sino que las violaciones a esos Derechos Humanos han sido una tragedia padecida por muchos otros países por conflictos internos, invasiones externas o dictaduras represivas. Allí se exhiben los nombres de las Comisiones de Verdad, Reparación y Reconciliación creadas alrededor del mundo para tratar de sanar las heridas dejadas por esos conflictos.

En Chile esta tarea fue encomendada a la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, la que produjo el informe donde se registran los hechos expuestos en el Museo. Se documentaron 3.215 casos de ejecución política y desaparición de personas, así como 38.250 casos de prisión política y tortura desde el golpe militar de 1973 hasta el fin de la dictadura en 1990.

El recorrido del Museo va llevando al visitante a través de la historia de esos 17 años oscuros para los derechos humanos, con un momento culminante en la sala de la Ausencia y la Memoria, una inmensa pared donde están las fotos de todos los asesinados o desaparecidos, iluminadas con velas eléctricas que recuerdan las que los familiares de los presos o desaparecidos ponían a las puertas de los centros de detención. En una pantalla de computador es posible consultar el nombre y los datos de cada una de las víctimas, con lo que se recupera su memoria.

Las últimas salas son las del Retorno a la Esperanza: el final de la dictadura y el regreso a la Libertad, porque el Museo no se queda en el dolor del pasado ni busca venganza, sino que se proyecta al futuro. “Es un proyecto de reparación moral a las víctimas y propone una reflexión que trascienda lo sucedido en el pasado y que sirva a las nuevas generaciones para construir un futuro mejor de respeto irrestricto a la vida y la dignidad de las persona”.

***

Adenda: Las cifras de la tragedia de Chile palidecen ante la “apabullante realidad” del conflicto colombiano que describe el aterrador informe del Proyecto Víctimas de la revista Semana: 17.771 víctimas de desaparición forzada, más de 100.000 homicidios ligados al conflicto y 5,5 millones de víctimas. Y aún así hay quienes se oponen a las negociaciones de paz por sus odios personales o sus mezquinos intereses políticos.

9 de junio de 2013.

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