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En Fecode, ¡a privatización de la educación y recorte de derechos del magisterio opongamos la unidad sindical!

Por María Antonieta Cano  

La Misión Alesina fue clara. Le ordenó al gobierno colombiano en el año 2000 “partirle el espinazo a FECODE” con el propósito de implantar el neoliberalismo en educación para cumplir sagradamente con el pago de la deuda pública y “recomendó” adecuar la ley para recortar la financiación,

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Por María Antonieta Cano  

La Misión Alesina fue clara. Le ordenó al gobierno colombiano en el año 2000 “partirle el espinazo a FECODE” con el propósito de implantar el neoliberalismo en educación para cumplir sagradamente con el pago de la deuda pública y “recomendó” adecuar la ley para recortar la financiación,

acelerar la privatización, rebajar salarios y prestaciones y dividir al magisterio.

En períodos como este, las clases dominantes buscan por todos los medios eliminar los sindicatos. Son las organizaciones de los asalariados las que han logrado conservar algunos de los derechos que -a diario les tratan de arrebatar- y las que además organizan la resistencia. Por eso son tan incómodas para los gobiernos reaccionarios como el de Santos.

Buscando romper la unidad nacional del magisterio, Alberto Alesina, y la “comisión de sabios”, propuso establecer diferencias salariales entre las distintas entidades territoriales y castigar la remuneración de quienes no obtuvieran un buen puntaje en las evaluaciones del Estado y, desde luego, propender por la eliminación de los regímenes especiales de pensiones y salud.

No es casualidad entonces que la crisis actual de la educación pública tenga mucho que ver con el recorte a las transferencias, aprobados en 2001, cuando Juan Manuel Santos era ministro de Hacienda, y en 2007, justo después de la Misión Alesina. A la educación se le ha quitado el equivalente a 35 billones de pesos en la última década.

El principal engendro que salió de estos recortes fue la Ley 715. Además, los decretos 1850 y 3020 que aumentaron la jornada laboral; incrementaron a 22 períodos de clase la asignación académica de los maestros y modificaron el parámetro de profesores por estudiante a 1,36. El resultado ha sido la supresión en menos de diez años de más de 33 mil vacantes de maestros en el país, un 10 % de la nómina nacional, imponiendo el hacinamiento de los estudiantes.

Y para los docentes nuevos se expidió el Decreto 1278, un régimen laboral injusto frente a los ascensos, que impone pésimos salarios; que no reconoce derechos prestacionales y que anula en la práctica la estabilidad laboral; es decir, un estatuto a la medida de Alesina, que no solo recorta derechos sino que divide al magisterio en dos regímenes provocando, incluso, el enfrentamiento entre nuevos y antiguos. En consecuencia, es totalmente justo reclamar que tanto Fecode como sus sindicatos filiales pongan mayor acento en las reivindicaciones propias de los nuevos maestros

En Fecode, como en varias organizaciones sindicales, tienen presencia posturas burocráticas y conciliacionistas que minan la capacidad de lucha y resistencia de la comunidad educativa e inciden negativamente en la conducción de las luchas, conducen a posturas erróneas pero nada de esto, por censurable que sea, podrá trastocar la contradicción principal con las políticas que el imperialismo y los gobiernos lacayos, como el de Santos le imponen al país, tal como los emanados de la Misión Alesina. Lo que corresponde es ejercer la crítica y afinar la unidad y la organización para conducir con éxito las batallas.

La Federación ha sido y deberá seguir siendo el instrumento decisivo en el proceso de denuncia de toda la conspiración urdida por el FMI, los gobiernos de turno y el Congreso de la República contra la educación pública y los derechos laborales del magisterio. Fecode ha rechazado toda la contrarreforma educativa y ha salido en defensa de las más caras conquistas de los maestros, como la financiación de la educación pública por el Estado, la reivindicación de la Ley General de Educación de 1994, así como la lucha por recuperar el régimen especial, conquistar el Estatuto Docente Único y un salario digno y profesional para los educadores.

Por eso, flaco favor le hace al magisterio colombiano cualquier intento de dividir a la federación, sus filiales y armar paralelismos sindicales. Estas lesivas prácticas, de quienes suenan clarines contra el sindicato, de quienes equivocan el blanco de ataque lo único que logran servirle a los planes tipo Alesina porque contribuyen, así sea en mínima parte, a debilitar, la organización, a la cual el imperio quiere “quebrarle el espinazo” para terminar de imponer sus política sin encontrar resistencia.

¡Responder a la división con la unidad sindical contra Santos es un deber!

18 de noviembre de 2013.

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