Conecta con nosotros

Titulares

Estigmatizar a Robledo, la prueba del desespero de Santos

Por: Juan Esteban Lewin / La Silla Vacía  

Los señalamientos  de Juan Manuel Santos a Jorge Robledo de ser “un senador de la República que se muestra como el defensor de los campesinos, el defensor de la protesta social, y resulta que lo que quiere es violencia”, muestran el desespero del Gobierno frente a la oleada de movilizaciones populares que no ha podido manejar.

Y las declaraciones del ministro del Interior Fernando Carrillo muestran la falta de elementos que tenía el gobierno para lanzar la acusación.

Publicado

en

Por: Juan Esteban Lewin / La Silla Vacía  

Los señalamientos  de Juan Manuel Santos a Jorge Robledo de ser “un senador de la República que se muestra como el defensor de los campesinos, el defensor de la protesta social, y resulta que lo que quiere es violencia”, muestran el desespero del Gobierno frente a la oleada de movilizaciones populares que no ha podido manejar.

Y las declaraciones del ministro del Interior Fernando Carrillo muestran la falta de elementos que tenía el gobierno para lanzar la acusación.

“Hay que clarificar y establecer los vínculos de Gutiérrez con el Polo y con el senador Robledo” dijo el Ministro, cuando esas relaciones son evidentes.

Por un lado Gutiérrez estuvo casado con la hermana de la esposa de Robledo y ha hecho política con el senador desde hace unos 40 años; por otro es presidente del Polo en Caldas, fue diputado del partido de izquierda entre 2001 y 2007, aparece en la página oficial del Moir. Que están vinculados no exige una gran labor de inteligencia. Pero para vincular a Robledo con la violencia sí se necesitaría que el Gobierno aportara un poco más de pruebas.

Es una acusación sin mayor sustento que recuerda la que en su momento hizo Diego Palacio, como ministro de Protección Social de Uribe, contra el senador del Polo Alexander López en medio de un paro de corteros de caña.

La diferencia es que esta vez el señalamiento viene directamente del Presidente y contra el senador que representa la cara más respetada de la oposición y el control político a este gobierno. Que, por lo demás, lleva tres años convenciendo a la gente que es muy diferente al de su antecesor en cuanto al manejo de la oposición.

Las relaciones del Polo con el paro

Robledo, efectivamente, tiene relación con varios dirigentes de las movilizaciones cafeteras y mineras: su carrera política se inició en Caldas de la mano de movimientos agrarios, especialmente cafeteros. Y Óscar Gutiérrez, dirigente del pasado paro cafetero y del que está programado para las próximas semanas, como cabeza del movimiento Dignidad Cafetera, es del Moir, el sector del Polo que encabeza Robledo.

En particular, Gutiérrez manejó el paro en un lugar llamado Irra, en Risaralda (cuya crónica pueden leer en dos partes acá  y acá), que es clave porque está sobre la carretera entre Manizales y Medellín. En esa ocasión hubo bloqueos pero no violencia, lo que muestra por lo menos que Gutiérrez no siempre ha recurrido a la violencia.

También es cierto que Gutiérrez tiene vínculos con el actual paro minero. Lleva varios años trabajando con los pequeños mineros de Marmato y, como líder sindical y de la izquierda, apoya sus reivindicaciones.

Para pasar de ahí a una relación entre Robledo y la guerrilla, el Ministro del Interior Fernando Carrillo (quien horas antes estaba sentado con varios dirigentes del Polo, incluyendo Clara López, contándoles cómo va el proceso de paz) señaló que algunas de las personas capturadas con explosivos en Caldas estaban en comunicación con Gutiérrez.

Gutiérrez dijo a La Silla que él sí ha estado en contacto con manifestantes de Irra pero que no eran guerrilleros.

En medio de una refriega entre manifestantes y policías, el pasado miércoles, fueron detenidos 12 personas. Entre ellas había dos jóvenes que tenían en sus celulares varios mensajes con Gutiérrez, según él porque son militantes del Polo Joven. Ayer los doce detenidos fueron liberados por orden de un juez de Quinchía, porque la Fiscalía no logró demostrar que tuviera elementos suficientes para una medida de aseguramiento.

Entonces, el Gobierno está acusando a Robledo de propiciar la violencia después de que el juez no encontró elementos suficientes para dejar en la cárcel a dos personas que tenían en su celular comunicaciones con su amigo y aliado político.

Vincular a Robledo con la guerrilla, además, es desconocer la historia del Moir, un partido que ni en los años sesenta aceptó la lucha armada como forma de llegar al poder.

El desespero del gobierno

Para el gobierno Santos, las movilizaciones populares han sido un dolor de cabeza desde el principio. En febrero de 2011 los camioneros se salieron con la suya tras varios días de bloqueos; en septiembre de ese año fueron los estudiantes los que lograron tumbar la reforma a la Educación, entre octubre de 2012 y enero de este año fue un paro judicial el que le sacó canas al gobierno. Después vinieron el paro cafetero y otros más pequeños como los de los cacaoteros, que se cerraron con promesas del Gobierno de ayudar económicamente a los sectores que se movilizaban.

Hasta ahora, el as del gobierno había sido el vicepresidente Angelino Garzón, quien logró evitar un paro ganadero y fue fundamental para que se levantaran los paros judicial y cafetero. Pero en el sonado paro del Catatumbo su intervención fracasó.

Por eso, como dijo La Silla, el fracaso de la negociación del Catatumbo era un mal augurio para los paros que venían – el primero de ellos, el de los pequeños mineros .

Con ese paro en plena marcha, el del Catatumbo sin muestras de desfallecer y el anuncio de un nuevo paro cafetero, el gobierno parece haberse quedado sin elementos para desactivar las protestas. Y su salida en falso de hoy revela la falta de estrategia para superarlos. Una salida, además, que tendrá ecos en la Habana.

Ecos en La Habana

Dado que el ministro de Defensa Juan Carlos Pinzón ha sido muy efectivo en señalar que detrás de cada movilización hay infiltrados de las Farc, un efecto político obvio de estas movilizaciones será el de desprestigiar el proceso de paz en la Habana. Porque la gente comenzará a asociar las negociaciones con la guerrilla con el caos en las carreteras y la sensación de inestabilidad social.

Por otro lado, cada declaración de Pinzón crece a las Farc en la mesa de la Habana pues les atribuye no solo una omnipresencia en todo el país sino una capacidad gigantesca de movilización política, dos elementos que ellos podrían aprovechar para cambiar la correlación de fuerzas en la mesa.

Poca gente de la consultada por La Silla, tanto en Bogotá como en las regiones, duda que la guerrilla haya tratado de potenciar movilizaciones como la del Catatumbo. Pero ir un paso más allá y vincular con la violencia a Robledo es llevar mucho más lejos la estigmatización de la protesta social.

Hacerlo precisamente cuando en la Habana están discutiendo sobre participación política, entendida sobre qué condiciones tendrían que darse para poder hacer oposición política sin que maten al opositor, en sentido literal o figurado, también se sentirá en la Habana.

Porque si así no más, sin más pruebas que unas supuestas llamadas entre dos manifestantes presuntamente capturados con explosivos (pero que no fueron detenidos) a un amigo del senador, el ministro del Interior y el Presidente de la República salen a acusar al principal congresista de oposición, no es un mensaje muy alentador para el ejercicio de la disidencia política en este país.

La Silla Vacía.

 

Continúe leyendo
Click para comentar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *