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Nacional

Hablando del paro…

Por Juan Manuel López Caballero  

Demasiados aspectos son los de comentar respecto al paro para intentar un análisis coherente. Valgan algunas dispersas anotaciones.

Mucho se tuvo que hacer mal para llegar a este nivel de crisis. Y tiene muchos responsables. Es estructural como lo dice el Presidente, y algo tiene que ver

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Por Juan Manuel López Caballero  

Demasiados aspectos son los de comentar respecto al paro para intentar un análisis coherente. Valgan algunas dispersas anotaciones.

Mucho se tuvo que hacer mal para llegar a este nivel de crisis. Y tiene muchos responsables. Es estructural como lo dice el Presidente, y algo tiene que ver

quienes lo antecedieron. Todos han seguido un Modelo –el llamado neoliberal- el cual se niegan a rectificar a pesar de ser la causa efectiva de lo que vivimos (que no solo acepta sino reivindica la posibilidad de ‘la economía va bien pero el país va mal’).

Pero después de tres años de gobierno –además ‘unanimista’- mal se puede descargar en otros lo que pasa; por el contrario hay más culpabilidad por no corregir.

En este sentido sorprende la falta de mención al anterior Ministro; máxime cuando en su rendición de cuentas hablaba de la transformación de la política agropecuaria, del inicio de la prosperidad, de que por primera vez en no se sabe cuántos años estaba creciendo el campo; de que se formalizaron títulos de 800.000 hectáreas tierras; de grandes restituciones a las víctimas de desplazamiento; etc.

Mal hace Santos en seguir mal informando al país en la misma línea: lo que Juan Camilo Restrepo mencionaba como ‘formalización o titulación’ eran procesos de reconocimiento de reservas y no adjudicaciones a nuevos propietarios (estas últimas fueron solo del orden de 32.000 hectáreas); pareciera que las 2.000.000 de las que habla el primer mandatario es incluyendo la nueva adición al Chiribiquete. La restitución a desplazados ha sido solo a 16.000 de los 4.000.000 que se reconocen; el supuesto crecimiento es teniendo en cuenta solo la producción sin tener en cuenta las pérdidas de la base productiva: las inundaciones, la peor cosecha de café de la historia, el vaneamiento y la bacteria que redujeron a la mitad la productividad del arroz, la ´marchitez letal’ que redujo en 30% la Palma Africana. Imposible que aumentando en 400% las importaciones de alimentos se asuma que hay crecimiento y bonanza del campo. O que se redujeron como nunca el desempleo y la pobreza del campo…

Las intervenciones de Santos son cada vez más desafortunadas. El decir que las manifestaciones no eran “de la magnitud esperada” era invitar a que se demostrara lo contrario; el afirmar que “no hay tal paro” sobra comentarlo; lo que se siente y lo que indigna es que sí parece el primer mandatario desconectado de la realidad: ¿Cómo es posible que se presente un presupuesto con una disminución de 32% para el Ministerio de Agricultura para el año 2014? ¿Cómo puede declarar que no sabía que se habían hecho promesas y que se habían incumplido porque el Ministro no lo había informado? Cuando se precia de que se hará un censo agropecuario por primera vez en 44 años, ¿es que no sabe que bajo su mandato y contrariando la ley se pospuso dos años más? Cuando reivindica “arreglamos el caso de los cafeteros ¿olvida el paro que tuvieron que hacerle? ¿o olvida que éste lo iniciaron también ellos por las promesas incumplidas? 

Y respecto a eso, no parece haber consciencia de la situación: el reducir las ‘conversaciones’ a los paperos y cebolleros de Nariño, Boyacá y Cundinamarca es menospreciar al resto del agro (máxime cuando la primera levantada del Ministro de Agricultura lo planteó como un desafío); no es ni era el momento de ‘divide y reinaras’. ¿Qué pasa con los otros sectores como los mineros, y los transportadores y los de la salud, etc.? ¿O en el mismo agro cual es la respuesta a los paneleros, los cacaoteros, etc.? O más enervamiento causa en los arroceros –producto que más mueve en el renglón agrícola- al decir que ya se les dieron ayudas porque se ofrecieron “subsidios” por $20.000 hectárea sembrada cuando ésta cuesta $4.500.000.

Como una de las partes en una negociación, uno puede controvertir los argumentos que se le exponen, oponerse a las pretensiones o propuestas que se presentan, o incluso tratar de convencer con medidas de zanahoria o garrote, pero lo que no sirve es descalificar la validez del interlocutor. Repetir que en Tunja los diálogos no concluyen porque alguna ‘fuerza oscura’ sentó a los negociadores a que impidan que se llegue a un acuerdo es inconducente: que las llamadas que tanto molestan vengan de otros sectores afectados, o de las FARC (como se insinúa), o de políticos buscando réditos, no implica que se deba atacar o cuestionar a los que ejercen como voceros. La estrategia de buscar culpables en vez de soluciones enerva aún más los ánimos y dificulta más los diálogos.

Claro que hay vándalos; claro que hay infiltrados; claro que la Marcha Patriótica participa de la protesta; claro que unos políticos oportunistas se mezclan y que otros encuentran en esas marchas la expresión de su pensamiento. Pero nada de eso quita la naturaleza de lo que sucede; por el contrario lo expresa: desesperación, indignación; es como si en ‘el bogotazo’ solo se pensara que culpable fue el asesino de Gaitán….

Mal camino es el de buscar culpables y no soluciones; peor lo de ‘seguiremos manteniendo el rumbo’, ‘estamos haciendo bien las cosas’, y enfatizar o reducir semejante crisis sociopolítica al aspecto de orden público y buscar respuestas sacando a los militares a ‘controlar’ la situación.

1 de septiembre de 2013.

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