Titulares
¿Llegó la hora de la mediación?, columna de Clara López en El Tiempo
Por Clara López Obregón / El Tiempo
En los últimos días hemos sido testigos de las falencias en la negociación que brotan a través de las declaraciones de los protagonistas.
La prolongación de la negociación vía micrófono después de cada sesión de la mesa en La Habana revela que algo falta en esas conversaciones. Dos lenguajes antagónicos pueden estar llevando el diálogo por líneas paralelas que no se encuentran,
Por Clara López Obregón / El Tiempo
En los últimos días hemos sido testigos de las falencias en la negociación que brotan a través de las declaraciones de los protagonistas.
La prolongación de la negociación vía micrófono después de cada sesión de la mesa en La Habana revela que algo falta en esas conversaciones. Dos lenguajes antagónicos pueden estar llevando el diálogo por líneas paralelas que no se encuentran,
por lo que ha llegado el momento de introducir la figura de la mediación para asegurar al máximo la construcción de puntos de encuentro y de acuerdo. Un fracaso a estas alturas tendría un gravísimo impacto en materia de vidas, recursos y apertura democrática, así el presidente Santos les haya asegurado a sus contradictores que de no llegar a un acuerdo nada se habría perdido.
En los últimos días hemos sido testigos de las falencias en la negociación que brotan a través de las declaraciones de los protagonistas. Las Farc plantean una constituyente para refrendar los acuerdos, piden la presencia del Ministro de Agricultura y señalan que mientras en la mesa se dialoga sobre el tema agrario, en el Congreso avanzan iniciativas sobre la materia que podrían entrar en contradicción. El Gobierno Nacional, con el Presidente a la cabeza, veta la Constituyente pero plantea como alternativa los mecanismos de participación ciudadana contenidos en la Constitución. El Ministro contesta que no va a La Habana y varios congresistas reprochan a los negociadores por pretender meterse con sus atribuciones. Los intercambios anteriores tienen el agravante de que confinan la deliberación pública al estrecho ámbito de las consignas, por la inexplicable exclusión de la sociedad en el procedimiento pactado entre las partes.
Si algo quedó claro en el documento que regenta las negociaciones es que “nada está acordado hasta que todo esté acordado,” lo que aconseja la exploración de vías de salida del conflicto sin anticiparse a cerrar prematuramente las alternativas que se deben explorar y discutir.
Bajo este parámetro, los sectores de la coalición de gobierno han mostrado, con algunas aristas, que quieren que la paz se logre sobre la base de una rendición de la guerrilla, mientras que esta aspira a conquistar considerables reformas sociales a través de la negociación. Tanto la idea de la rendición como la de hacer reformas estructurales por medio de la negociación son objetivos descartables.
Dos partes enfrentadas que persiguen fines opuestos con restricciones temporales como las ya anunciadas corren enormes riesgos de perder la oportunidad de llegar a acuerdos. A ello se suma la ausencia de una información certera sobre el real estado de las conversaciones que facilita la manipulación mediática y política de lo que allí sucede o llegue a suceder.
Por lo dicho, pienso que llegó el momento de considerar la incorporación al proceso de una mediación dirigida a facilitar la búsqueda de fórmulas de arreglo. Como bien lo sugiere la visita del expresidente de EE. UU. Jimmy Carter, quien dirige un centro de prestigio internacional, especializado en la mediación de conflictos, la presencia de un tercero neutral y de calidades políticas y morales inobjetables puede contribuir a facilitar y agilizar las negociaciones.
La mediación es una herramienta milenaria que cumple un papel eminentemente constructivo en la exploración de fórmulas, puntos de concurrencia y acercamiento entre posiciones aparentemente irreconciliables. Se trata de un mecanismo ampliamente probado que ha contribuido al éxito de un gran número de conflictos armados en el mundo entero.
Ese tercero también le brindaría a la sociedad colombiana la garantía de contar con una información veraz, ajena a la manipulación política, en un tema tan crucial para el futuro del país que se ha convertido en la base de la confrontación política en el seno de la coalición gobernante, pero que suscita un amplio apoyo ciudadano.
El Tiempo, Bogotá.