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Nacional

La turbulencia financiera mundial

Por Eduardo Sarmiento Palacio  

El anuncio de Bernanke, y en particular del comité de política de la Reserva Federal, de suspender las emisiones monetarias para adquirir títulos de deuda pública (facilitación cuantitativa) acentuaron la turbulencia que venía de atrás. En las semanas siguientes se presentaron

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Por Eduardo Sarmiento Palacio  

El anuncio de Bernanke, y en particular del comité de política de la Reserva Federal, de suspender las emisiones monetarias para adquirir títulos de deuda pública (facilitación cuantitativa) acentuaron la turbulencia que venía de atrás. En las semanas siguientes se presentaron

las alzas de la tasa de interés de largo plazo y la caída de los precios de los activos que rememoran los acontecimientos que precedieron la crisis del 2008.

Los líderes mundiales no han querido reconocer que la globalización configuró un exceso de ahorro sobre la inversión y tasas de interés cero que invalida las concepciones macroeconómicas convencionales, y deja sin piso el orden económico internacional de banco central autónomo para bajar la inflación, tipo de cambio flexible y balance fiscal. La política monetaria convencional de tasa de interés pierde toda efectividad, porque el público no está dispuesto a recibir el dinero y el crédito. El control macroeconómico queda por cuenta de la política fiscal y de la intervención de las autoridades económicas para elevar los precios de los activos financieros. La primera es limitada por la balanza de pagos y por el endeudamiento, y sobre todo, por el partido Republicano que cerceno el poder presidencial sobre el déficit fiscal. En el último año obligo al Gobierno a reducirlo en 1,5% del PIB.

Por exclusión de materia, solo queda el programa de facilitación cuantitativa. El dispositivo se introdujo en 2009, se ha aplicado con interrupciones y se acentuó en septiembre de 2011. La movilización de los recursos de emisión para comprar bonos del tesoro da lugar a una baja de la tasa de interés de largo plazo y la elevación de los títulos financieros de larga duración y progresivamente se extiende a las cotizaciones y la vivienda. Por este camino, se genera una elevación de la riqueza que aumenta el consumo y la inversión y acelera el crecimiento del producto nacional.

El dispositivo ha sido materia de serias objeciones. A nadie se le escapa que se trata de un procedimiento inequitativo que induce la elevación de la riqueza por la vía de la especulación. Por su parte, los miembros de la Reserva Federal lo ven como un riesgo de inflación e inestabilidad que solo se justifica durante periodos cortos para levantar la producción y el empleo. El problema es mucho más grave de lo que se plantea. La incertidumbre no está en los discursos de Bernanke, sino en el hecho de que la reactivación de la economía estadounidense pende de un instrumento que carece de aceptación y por su propia naturaleza es insostenible.

El aspecto más cuestionable de la facilitación cuantitativa es que resquebraja el control de los países emergentes sobre el tipo de cambio. Las acciones de la Reserva Federal para modificar las tasas de interés tienen mayor influencia que la intervención de los bancos centrales. Ya vimos como el anuncio de Bernanke produjo una devaluación que no se había logrado durante nueve años.

Los fracasos y las inconsistencias que mantienen la economía mundial en estancamiento y elevado desempleo provienen de la resistencia a reconocer los cambios estructurales ocasionados por la globalización. La solución no puede ser otra que la construcción de una teoría que reconozca que el contexto contractivo de exceso de ahorro y las tasas de interés cero vino para quedarse y avance en un marco institucional acorde con los propósitos. El ejercicio apuntaría hacia un orden económico mundial de bancos centrales que le den prioridad a la producción y al empleo, de tipo de cambio fijo ajustable y de amplia discrecionalidad y supremacía de la política fiscal.

El Espectador, Bogotá, 8 de julio de 2013.


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