Nacional
Las elecciones norteamericanas
Por Rodrigo Borja
En la ciencia política se conocen dos clases de elecciones: directas e indirectas. En las primeras los ciudadanos eligen directamente, sin intermediarios, al gobernante. En las segundas —llamadas también “elecciones en pirámide”— ellos eligen un cuerpo de grandes electores que,
Por Rodrigo Borja
En la ciencia política se conocen dos clases de elecciones: directas e indirectas. En las primeras los ciudadanos eligen directamente, sin intermediarios, al gobernante. En las segundas —llamadas también “elecciones en pirámide”— ellos eligen un cuerpo de grandes electores que, en una segunda y posterior elección, designan al gobernante. De modo que, en este tipo de elecciones, los grandes electores se interponen entre el elector de base y el elegido.
Contrariamente a lo que generamente se cree, las elecciones presidenciales en los Estados Unidos son indirectas, puesto que el ciudadano elige un cuerpo de grandes electores, llamados “compromisarios”, que son los que después, en una votación indirecta, eligen al Presidente y al Vicepresidente. Así lo dispone el Art. 2 de la Constitución Federal.
¿Cómo funciona el sistema?
El primer martes de noviembre de cada cuatro años los ciudadanos eligen en su respectivo estado un número de compromisarios equivalente al total de senadores y representantes que su estado tiene derecho a enviar al Congreso de la Unión. Cinco semanas después estos grandes electores se reúnen y eligen al Presidente y Vicepresidente de los Estados Unidos. Los votos obtenidos por cada uno de los candidatos se remiten a Washington y el Congreso, en sesión conjunta de las dos cámaras, hace el escrutinio y proclama los resultados.
En la campaña electoral cada partido político exhibe ante los votantes de base su lista de grandes electores, quienes se han comprometido de antemano a votar en favor de los candidatos del partido. De modo que el electorado sabe muy bien que, al votar por esos compromisarios, está votando por un determinado candidato presidencial —en el presente caso: Barack Obama o Mitt Romney—, de modo que los ciudadanos no tienen la menor duda acerca de la dirección de los votos de los compromisarios. Por eso, en la práctica, la elección del Presidente se decide el día en que se realizan las elecciones de compromisarios. Y la función de éstos se limita a ratificar formalmente una decisión ya tomada por los electores de base.
Mientras que en las elecciones directas la voluntad de los ciudadanos se manifiesta inmediatamente en la designación de los gobernantes, en las indirectas la voluntad de ellos forma un grupo de grandes electores que efectúa después la designación definitiva de los gobernantes.
Los partidarios del sistema directo sostienen que la votación indirecta no refleja fielmente la voluntad del electorado. Los defensores del método indirecto arguyen, en cambio, que al reducir el número de electores mediante la votación escalonada se obtiene un mejor criterio selector y un mayor grado de reflexión en la designación de los magistrados públicos.
21 de octubre de 2012.