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Los financistas de campaña como jefes de despacho

Por José Arlex Arias Arias  

Aún resuenan en los oídos de los cartageneros los pregones de los candidatos a las elecciones atípicas para la alcaldía de este Distrito, cuyo denominador común fue la lucha contra la corrupción y por la transparencia. Alguno más intrépido osó propuestas profundas sobre un vuelco

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Por José Arlex Arias Arias  

Aún resuenan en los oídos de los cartageneros los pregones de los candidatos a las elecciones atípicas para la alcaldía de este Distrito, cuyo denominador común fue la lucha contra la corrupción y por la transparencia. Alguno más intrépido osó propuestas profundas sobre un vuelco

en la forma de gobierno y un cambio estructural en el modelo de desarrollo. En ese sentido, el candidato ganador, Dionisio Fernando Vélez Trujillo, con el favor de los empresarios y el fervor de sus grandes medios de comunicación, hizo aspavientos en un acto público promulgando su “Código de Ética”.

Uno de los fenómenos que ha profundizado la corrupción de esta democracia de papel –corrupción que cada vez toma formas más sofisticadas– es la conformación de empresas para financiar las campañas electorales, invirtiendo astronómicas cifras con las cuales compran la consciencia y voluntad de los electores, quienes al recibir dádivas debilitan su capacidad de reacción ante las arbitrariedades del elegido. Estas compañías manejan dos tipos de capitales: los provenientes de “mundos subterráneos” conocidos como dineros “non sanctus” que, enhorabuena, son detectados y denunciados, y el dinero de empresarios y potentados. En ambos casos son grupos de presión que buscan el retorno de sus capitales, con rendimientos incluidos, sometiendo al elegido a sus designios y secuestrando el presupuesto a su disposición. El método de corrupción puede tomar la forma de testaferros, contratos, órdenes de prestación de servicios, privatizaciones, concesiones, Alianzas Públicas Privadas o cualquier otra legal o ilegal que les permita recuperar sus “inversiones”.

El informe del Consejo Nacional Electoral, Cuentas Claras, que contiene la financiación de la campaña del 2011 de Dionisio Fernando Vélez Trujillo, actual alcalde de Cartagena, relaciona a los nombrados: Secretario de Hacienda, Carlos José Granadillo Vásquez y Secretario General, Carlos Coronado Yances, como contribuyentes con dineros para esos comicios. Granadillo Vásquez le regaló e hizo préstamos por ciento sesenta y cuatro millones setecientos mil pesos ($164.700.000.oo), distribuidos en: Aportes de $18.7 millones, $26.5 millones, $24.3 millones y $25 millones, para un total de $94.5 millones. Y un préstamo por $70.2 millones, constituyéndose en su principal contribuyente con un 20.56% de ingresos. Coronado Yances le donó un millón quinientos sesenta mil pesos ($1.560.000.oo).

El hecho ha causado asombro en algunos sectores que han pedido la revocatoria de los nombramientos –la corrupción es tan grande en Cartagena que ya esa capacidad de asombro se agotó–, ante lo que en un comunicado la Administración Distrital salió a decir que los mismos no eran ilegales ni estaban inhabilitados. Ese no es el problema, Alcalde: el sistema de salud es legal, lo rige una ley marco, otras ordinarias y decretos reglamentarios; sin embargo, ha causado decenas de miles de muertos. El problema es de ética, moral y transparencia, o en sus palabras, de “Las Manos Limpias” que Usted tanto nos mostró. No hay financistas buenos ni malos, sino ganadores. No insulte la inteligencia de los cartageneros haciéndoles creer que una persona le regala a Usted $94.5 millones a cambio de nada, solo por generosidad. Es decir, ahora no solo no se guarda la forma, sino que se desafía a toda la sociedad. ¿Lanzó al infierno el código de Ética de la campaña? Que tal: ¡nos pone al diablo a repartir las hostias! 

arlexariasarias@hotmail.com

Cartagena, 5 de agosto de 2013.

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