Nacional
Mentiras, nunca han defendido nuestra soberanía
Por José Arlex Arias Arias
Para quienes sienten verdaderamente “dolor de patria”, recomiendo la lectura del artículo “El país sin su mitad”, publicado por el periódico El Espectador el pasado 25 de noviembre, escrito por el profesor de la Universidad de los Andes, Hermes Tovar Pinzón. El sólo pensar en lo que le ha sucedido a nuestro país nos debería “erizar” la piel,
Por José Arlex Arias Arias
Para quienes sienten verdaderamente “dolor de patria”, recomiendo la lectura del artículo “El país sin su mitad”, publicado por el periódico El Espectador el pasado 25 de noviembre, escrito por el profesor de la Universidad de los Andes, Hermes Tovar Pinzón. El sólo pensar en lo que le ha sucedido a nuestro país nos debería “erizar” la piel,
pero no como en las frivolidades de la diva, sino de “ira patria”. “En los últimos dos siglos, Colombia ha perdido cerca de un millón de kilómetros cuadrados de extensión con diferentes vecinos. Desde la cesión de Amazonia a Perú y la pérdida de Panamá, hasta el diferendo limítrofe con Nicaragua”, es la sentencia que nos lanza de entrada.
“Desde 1810, Colombia ha cedido el 54% de su territorio a peruanos, brasileños, ecuatorianos, venezolanos y nicaragüenses. Nuestros dirigentes políticos no han tenido sentido de la soberanía nacional. En Panamá regalaron primero un corredor a los Estados Unidos, segregando prácticamente el istmo y, en noviembre 3 de 1903, no tuvieron valor para ir a combatir a los usurpadores de una de las provincias de Colombia”, acusa, a esa inmensa mayoría traidora que ha dirigido los destinos de nuestra Colombia.
El profesor Tovar hace un recuento de cómo, por diversas circunstancias, se vinieron cediendo territorios como “La Mosquitia, es decir toda la franja nicaragüense que bordea el mar Caribe que fueron territorios colombianos desde el 3 de noviembre de 1803, por Real Orden del rey de España, hasta que fueron -sic- cedidos a Nicaragua por Colombia en 1928, mediante el tratado Esguerra-Bárcenas”. Agrega que “en 1890, cuando los nicaragüenses invadieron las islas Mangle Mayor y Menor, y en 1894 la costa de Mosquitos, Colombia nada hizo para expulsarlos y las cancillerías apenas se limitaron a protestar durante 23 años. No hubo un solo combatiente de nuestro honroso Ejército ni de nuestra valerosa Armada Nacional que intentara batirse por la patria en defensa de la soberanía nacional. Así, llegó 1928, cuando Colombia decidió ceder a Nicaragua la Mosquitia y las islas Mangle a cambio de la soberanía y el dominio sobre el archipiélago de San Andrés y Providencia. Es decir, cedió miles de kilómetros cuadrados a cambio de nada, pues Colombia poseía dicho dominio heredado de España y reconocido por las repúblicas hispanoamericanas que se acogieron al Uti Possidetis Iure de 1810”.
El artículo plantea una gran interrogante sobre cuál es la concepción de la soberanía que tienen nuestros dirigentes, teniendo en cuenta que hubo “la cesión de la Amazonia a Brasil, Perú y Ecuador, el río Negro-Casiquiare y parte de La Guajira y Los Monjes a Venezuela, la secesión de Panamá y la cesión de la Mosquitia y las islas Mangle a Nicaragua… Solo Perú se quedó con 503.000 kilómetros cuadrados de selva amazónica”. Esa concepción de la defensa de la soberanía es lo que ha llevado a que esos dirigentes conspiren contra nuestra riqueza. En palabras del senador Robledo: “separaron la suerte del país de la suerte de ellos”. Para estos cipayos están los mendrugos, y para la patria, el despojo.
La gravedad de la situación es que a la población, en términos generales, la mantienen confundida y alienada. Estos “cafres” responsables del despojo osan, cual Pilatos, lavarse las manos, rasgando sus vestiduras, en vez de asumir las responsabilidades que la misma historia les endilgará. No de otra forma los verdaderos patriotas y personalidades democráticas deben proponerse la tarea de generar los grandes debates políticos, creando centros ideológicos de defensa de nuestra soberanía. No, señores, la soberanía no es un concepto “dinosaurio”, la soberanía es una realidad, cuantificable y medible; por algo los imperios luchan por correr sus fronteras.
“Para defender la soberanía necesitamos dirigentes capaces de ejercer su autodeterminación.
Cartagena3 de diciembre de 2012.