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Otro desastre ambiental, y otra vez la Drummond en escena, ¿quién le pone el cascabel al gato?

Por Álvaro Francisco Morales Sánchez* / Tribuna Magisterial  

El incendio producido en unas bodegas cercanas al puerto de la ciudad de Santa Marta, que generó la monumental marejada de humo causante de graves afecciones de salud a los habitantes de varios barrios samarios, prendió las alarmas sobre el tratamiento clandestino que la multinacional Drummond le ha venido dando al transporte y almacenamiento de miles de toneladas de nitrato de amonio, sin cumplir mínimos requisitos de seguridad que exige el manejo de este compuesto químico,

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Por Álvaro Francisco Morales Sánchez* / Tribuna Magisterial  

El incendio producido en unas bodegas cercanas al puerto de la ciudad de Santa Marta, que generó la monumental marejada de humo causante de graves afecciones de salud a los habitantes de varios barrios samarios, prendió las alarmas sobre el tratamiento clandestino que la multinacional Drummond le ha venido dando al transporte y almacenamiento de miles de toneladas de nitrato de amonio, sin cumplir mínimos requisitos de seguridad que exige el manejo de este compuesto químico,

una sal formada por iones de nitrato y de amonio, que se convierte en un potencial explosivo cuando se encuentra almacenada en grandes cantidades y expuesta a altas temperaturas o a choques severos (el nitrato de amonio es la base para la fabricación del explosivo ANFO, con el que fue destruido el edificio del DAS en diciembre de 1989, en la demencial ola de terror dirigida por Pablo Escobar).

Sobre este tema escribió el periodista y abogado ambientalista Alejandro Arias en su blog el 3 de julio: “De acuerdo a la legislación vigente el Nitrato de Amonio está clasificado como una sustancia peligrosa cuyo transporte se reglamenta conforme a la norma Icontec NTC 1692, las contempladas en el Decreto 1609 de 2002 del Ministerio de Transporte y las Guías Ambientales de Almacenamiento y Transporte por Carretera de Sustancias Químicas Peligrosas y Residuos Peligrosos del Ministerio de Ambiente”. En este artículo Arias describió en detalle cómo y cuándo se efectúan por parte de la multinacional gringa las operaciones de almacenamiento, transporte y manipulación del delicado material “sin que se dé cumplimiento a las exigencias técnicas vigentes de seguridad para el transporte de material peligroso exponiendo no solo el medio ambiente sino la vida de los pobladores a lo largo de los 226 kilómetros de recorrido de  dichos trenes.”

El transporte del nitrato de amonio lo hace la multinacional carbonera a través de la ferroviaria Fenoco, la misma que transporta el carbón desde las minas hasta los puertos de embarque, y de la cual es accionista mayoritaria la propia Drummond. Eso explica, según Arias, la permisividad de la ferroviaria con la carbonera en el transporte de esta sustancia definida como peligrosa, sin contar con el obligatorio salvoconducto de las fuerzas militares para el transporte de explosivos, ni tener los recursos físicos ni logísticos, ni el personal con el entrenamiento adecuado para el manejo de sustancias químicas peligrosas. Las pesquisas de Arias establecieron que, pese a no contar con el salvoconducto de las fuerzas militares, el transporte del peligroso material desde las bodegas de Fenoco en Santa Marta hasta el puerto de la Drummond en Ciénaga es escoltado por soldados colombianos. Y los reportes radiales sobre el reciente incendio en Santa Marta lograron establecer que los celadores y empleados de la bodega donde se produjo la conflagración que fueron entrevistados por los medios de comunicación, aparentemente no tenían idea del tipo de material que allí se almacenaba, y creían que se trataba de toneladas de maíz.

Lo sucedido el pasado fin de semana en Santa Marta, denota que las denuncias extremadamente graves que hizo Alejandro Arias con un mes de antelación, prolongación y desarrollo de una alerta que sobre este tema había hecho la periodista Claudia Morales en el programa radial La Luciérnaga en su emisión del 26 de junio, al parecer no merecieron la menor atención de las autoridades nacionales, ni departamentales ni distritales. Por el contrario, surgieron retaliaciones de la Drummond que retiró la pauta publicitaria contratada con las emisoras Radio Magdalena y Radio Rodadero, con las que Arias tiene vinculaciones periodísticas.

Lo que ha venido sucediendo con la Drummond es una muestra fehaciente del grado de arrodillamiento del gobierno colombiano frente a los poderes extranjeros, muy especialmente cuando se trata de grandes corporaciones norteamericanas –recordemos que el presidente Santos se declaró abiertamente “pronorteamericano” en una entrevista que le hizo Yamid Amat”-, y la forma como maneja la economía nacional, que tiene a la “locomotora minera” como emblema, con todo lo que ello implica en cuanto a entrega de la soberanía, de los recursos naturales, del trabajo nacional y en cuanto a la escasa o nula defensa del medio ambiente y hasta de la propia seguridad, la salud y la vida de los colombianos, que a diario se ponen en riesgo como en este deplorable caso del incendio de bodegas de nitrato de amonio de la Drummond en Santa Marta. Tampoco se puede olvidar el desastroso episodio, protagonizado por la misma empresa, del volcamiento, en la bahía de Ciénaga, de una barcaza repleta de carbón que causó grave daño ambiental, o la permanente denuncia del daño que ocasiona el esparcimiento de polvillo de carbón y las lesiones auditivas que produce estrépito del paso continuo de los trenes carboneros en las poblaciones y áreas rurales ubicadas a lo largo de los 226 kilómetros que tiene su recorrido. 

Coletilla: el medio millón de habitantes que tiene Santa Marta, sumado a un indeterminado número de turistas que sube o baja de acuerdo con la temporada, estamos literalmente asentados encima de un polvorín, por obra y gracia de la todopoderosa Drummond. ¿Quién le pone el cascabel al gato?  

*Secretario General del Polo Democrático Magdalena.

Tribuna Magisterial, Santa Marta.

 

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