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Polo Democrático conmemoró 19 aniversario del fallecimiento del dirigente e ideólogo de izquierda Francisco Mosquera

En un emotivo acto que se realizó en la sede nacional del Polo Democrático Alternativo el pasado lunes 5 de agosto, se conmemoró el 19 aniversario del fallecimiento del prominente dirigente de la izquierda colombiana Francisco Mosquera Sánchez, fundador e ideólogo del Movimiento Obrero Independiente Revolucionario.

Militantes y dirigentes del Polo se dieron cita en este acto político en el que se destacó la obra y la lucha de Mosquera, quien nació en Piedecuesta (Santander) en 1941 y falleció en Bogotá en 1994.

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En un emotivo acto que se realizó en la sede nacional del Polo Democrático Alternativo el pasado lunes 5 de agosto, se conmemoró el 19 aniversario del fallecimiento del prominente dirigente de la izquierda colombiana Francisco Mosquera Sánchez, fundador e ideólogo del Movimiento Obrero Independiente Revolucionario.

Militantes y dirigentes del Polo se dieron cita en este acto político en el que se destacó la obra y la lucha de Mosquera, quien nació en Piedecuesta (Santander) en 1941 y falleció en Bogotá en 1994.

Durante el homenaje a este destacado ideólogo y luchador llevaron el uso de la palabra la presidenta del Polo Democrático Alternativo, Clara López Obregón; el secretario general, Gustavo Triana; el senador Jorge Enrique Robledo; el vicepresidente de relaciones internacionales, Jaime Dussán Calderón; el vicepresidente de organización, Carlos Naranjo; y el exministro Carlos Bula Camacho.

Palabras de Gustavo Triana, secretario general del Polo

Buenas noches. Les agradecemos por acompañarnos en esta primera conmemoración de la muerte de Francisco Mosquera en la casa del Polo Democrático Alternativo y poder resaltar la vida y obra del fundador e ideólogo del MOIR, tendencia comprometida con los postulados programáticos y los esfuerzos de organización y funcionamiento de nuestro partido, el Polo Democrático Alternativo.

Nos convocamos a este sencillo acto en medio del resquebrajamiento de la nación. Es alarmante la cantidad de los TLC en aplicación y en trámite; la exorbitante deuda externa supera los ochenta mil millones de dólares; Santos otorga dadivosas gabelas a las trasnacionales para que saqueen los recursos naturales y exploten el mercado interno de bienes y servicios, imponiendo además un brutal abaratamiento de la mano de obra. Y, como si fuera poco, el país ha conocido con repulsa la escandalosa complicidad del gobierno en la apropiación ilegal de baldíos por parte de multinacionales y grandes grupos económicos nacionales, denunciada por nuestros parlamentarios Jorge Robledo y Wilson Arias. Colombia padece los rigores del aniquilamiento de su raquítico aparato productivo industrial y agrario; sigue la destrucción del trabajo nacional, que lleva al empobrecimiento extremo del pueblo, como también la depredación de sus recursos y la degradación del medio ambiente en escalas sin antecedentes; el Estado se desprende de sus obligaciones con la sociedad privatizando la salud, la educación, la justicia y los servicios públicos domiciliarios. Durante veinte largos años hemos sufrido todas las consecuencias de las políticas imperialistas de libre comercio y neoliberalismo, aplicadas por unos gobiernos obsecuentes con el capital financiero internacional y en contra de los intereses de los colombianos. Nos gobierna una panda que ha ligado su suerte a los intereses del capital extranjero, según la frase acertadamente acuñada por el senador Jorge Enrique Robledo.

En mayo de 1990, Francisco Mosquera advertía sobre esta grave situación: “La humanidad se precipita hacia una guerra económica de extensión y proporciones no observadas desde los tiempos en que el trabajo forjó sobre la Tierra las primeras mercancías y el primer intercambio de éstas; unas colosales disputas que cobijarán a todos los continentes y a todas las razas, pero cuyos principales autores no serán ya exclusivamente las dos grandes potencias, Estados Unidos y la URSS,  sino que contarán también con la activa presencia de Europa y el Japón. El mundo dividido por dos se ha dividido por cuatro, y quizás se partiría en cinco, si China, con más de mil millones de seres, se acercara por su cuenta y riesgo al teatro de unos enfrentamientos hasta el presente ‘pacíficos’, pero que cualquier desajuste en el complicado equilibrio bien podría encenderlos. Los planteamientos de que, para salir del atraso y la pobreza, Colombia debe tomar parte resueltamente en el actual proceso de internacionalización de la economía, y sobre los cuales tanto se especula, son apenas ecos ideológicos de las agrias contiendas que libran las metrópolis por el control de los mercados. A la par que pregonan la apertura para los países que giran en su órbita, los bloques imperialistas practican entre ellos el proteccionismo. Y ésta es la doble conducta que mantienen los consorcios estadounidenses en sus relaciones con nosotros y el resto de Latinoamérica”.

Desde cuando Mosquera escribió esta frase, a finales del gobierno de Virgilio Barco, hasta hoy, la empresa recolonizadora se ha ido consolidando y unos y otros gobiernos alcahuetean la ignominia y el saqueo. Pero también se cumple que toda acción trae su reacción y las clases y sectores a los que les importa la suerte del país se levantan a defenderlo cada vez con más fuerza y tenacidad. Las resistencias suben en calidad y cantidad. Trabajadores, campesinos, industriales, empresarios agrícolas y pecuarios, estudiantes, viviendistas, desplazados, mineros, transportadores, ambientalistas, grupos poblacionales, toda Colombia sale a las calles y a las carreteras a reclamar sus derechos y a exigir un cambio sustancial de modelo económico. El Polo es resultado de esas resistencias, una forma elevada de ese proceso, una unidad política con basamentos programáticos, organización y funcionamiento democráticos y con sus dirigentes y tendencias férreamente cohesionados en el empeño de alcanzar las transformaciones de fondo que demanda Colombia. Reafirmo hoy, ante todos ustedes, que los moiristas seguimos estando orgullosos de militar decididamente en el PDA.

Somos ante todo un partido que adelanta una oposición consecuente contra los gobiernos y las políticas que están provocando tantos y tan graves daños a la nación colombiana, un partido con arraigo en los sectores populares y en capacidad de convocar el apoyo de la clase media y el empresariado nacional a sumarse a la inaplazable tarea de establecer un gobierno nacional y democrático, que recobre la soberanía nacional, devuelva los derechos conculcados a los trabajadores y al pueblo, que opte por desarrollar las fuerzas productivas y explote para el bienestar de los colombianos nuestros abundantes recursos naturales. Podemos hacer este llamamiento con la autoridad que concede haber deslindado campos con la lucha armada y todas sus degradaciones desde hace muchos años, y haber advertido a todos los sectores sociales de los graves daños que le trae a la nación la pérdida de la soberanía económica.

Estamos iniciando la campaña electoral y en esa brega proselitista los estandartes principales son nuestra candidata presidencial, Clara López Obregón, y las listas de Cámara y el Senado encabezadas por Jorge Enrique Robledo, personajes emblemáticos de la oposición cierta y contundente al gobierno de Santos, y cuyo prestigio se agiganta con los días. En contraste, al presidente Santos se le dificultan cada vez más sus pretensiones reeleccionistas por sus políticas antinacionales, su obsecuencia con el gobierno de Estados Unidos y el tratamiento autoritario de las protestas; y al uribismo le queda imposible ocultar su adversidad por las negociaciones de paz y deslindarse del neoliberalismo que aplicó cuando gobernaba con sus exsocios de la Unidad Nacional. En el campo democrático se nota la vacilación de algunas fuerzas para atacar al gobierno de Santos y desenmascarar su marrulla de atar las conversaciones de paz a la reelección. Pero, además, el último llamamiento de varias de esas organizaciones alternativas pone el improcedente apoyo al alcalde Gustavo Petro como condición para la unidad.

El Polo, por su parte, hace hincapié en lo programático, en el cambio de modelo económico y en el contundente rechazo a la reelección de Santos. Y permitan ustedes que precise: apoyamos con toda claridad las conversaciones de paz con las Farc y pedimos establecer negociaciones con las demás guerrillas, pero nunca será a cambio de apoyar la reelección de Santos. Los colombianos que anhelamos la paz no tenemos por qué ser santistas.

Nuestra propuesta avanza. De la última encuesta de Semana podemos reivindicar que tenemos un 32%, que es la suma de Clara y Robledo, pues a pesar de haber notificado a los medios la decisión de nuestro III Congreso, varias de las encuestas siguen consultando el nombre de Jorge Robledo como candidato presidencial y su resultado le suma a las preferencias por el Polo.

Toca afinar la organización, adelantar con entusiasmo y amplitud la conformación de listas para el parlamento, hacer con entusiasmo la campaña nacional de afiliación y finanzas del Partido y continuar, sin desfallecer, en el acompañamiento de las luchas y reclamos que distintos sectores de la sociedad colombiana le plantean todos los días al gobierno de Juan Manuel Santos. Tenemos la mejor candidata a la Presidencia de la República, los mejores parlamentarios del país y una juventud fogosa y valiente. Acompañados de reconocidos demócratas y dirigentes sociales que integrarán nuestras listas, salgamos llenos de entusiasmo a trabajar sin descanso por sacar adelante una campaña electoral victoriosa.

Al iniciar nuestras tareas electorales, evoquemos el optimismo de Francisco Mosquera en su última intervención pública, con motivo de la proclamación como candidato al Senado del dirigente de la USO Jorge Santos, en 1994: “Y los trabajadores de las tierras de Colón y Magallanes se hermanarán inexorablemente. Lo puso de manifiesto el Tratado de Libre Comercio, que rubricaran Estados Unidos, Canadá y México, y ante el cual los asalariados estadounidenses protestaron con fiereza. En presencia de un enemigo común, lenguaje común y lucha común. A medida que el imperialismo alarga sus tentáculos se debilita afuera y adentro. Su derrumbe será inevitable; ayudémoslo a que su desaparición sea rápida. Pese a los obvios apremios la situación actual es excelente. Yo les aconsejaría que no pierdan la marea alta”.

Les agradecemos este gesto fraterno con nuestra tendencia y le apostamos a que la integración de la militancia del Polo vaya en ascenso para bien de la unidad del Partido y para el éxito de las tareas que nos exige la lucha por la soberanía y la democracia.

Bogotá.

 

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