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“Los conglomerados mediáticos han sido siempre un factor de resistencia a la movilización popular”: Ernesto Laclau

Por Nicolás Camargo Lescano   

Desde hace varias décadas este reconocido filósofo y teórico político está radicado en Inglaterra, donde es profesor de la cátedra Teoría política en la Universidad de Essex. Sin embargo, visita dos o tres veces al año, su país natal, Argentina, para cumplir compromisos académicos en diversas universidades.

Acaba de presentar su último libro Los usos del psicoanálisis en la teoría de la hegemonía, así como dictó una serie de charlas

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Por Nicolás Camargo Lescano   

Desde hace varias décadas este reconocido filósofo y teórico político está radicado en Inglaterra, donde es profesor de la cátedra Teoría política en la Universidad de Essex. Sin embargo, visita dos o tres veces al año, su país natal, Argentina, para cumplir compromisos académicos en diversas universidades.

Acaba de presentar su último libro Los usos del psicoanálisis en la teoría de la hegemonía, así como dictó una serie de charlas

en las que abordó el concepto de populismo y comparó la experiencia latinoamericana con la europea en materia de democracia liberal y democracia nacional popular.

Ernesto Laclau es un teórico político argentino. Se recibió en Historia, por la Universidad de Buenos Aires. Desde los 60, está radicado en Inglaterra, donde llegó apadrinado por Eric Hobsbawm y trabajó junto al sociólogo italiano Gino Germani. Recibió un doctorado en la Universidad de Oxford y ocupa la cátedra de Teóría política en la Universidad de Essex. Entre sus libros, figuran Política e ideología en la teoría marxista: capitalismo, fascismo, populismo (1978); Emancipación y diferencia (1996);  Hegemonía y estrategia socialista (junto a Chantal Mouffe, en 2004) entre otros títulos.

¿Por qué afirma usted que el populismo es una categoría ontológica y por qué cree que se ha construido una connotación negativa en torno a este término?

Se ha construido una connotación negativa del populismo porque los factores de poder que están ligados a la operación institucional más de tipo cooptativo rechazan la idea de que pueda haber una interpelación a las masas directamente a partir de este poder central. Pero eso está cuestionado por todo el proceso que se está dando. El populismo está pasando a ser un fenómeno mucho más amplio que lo que esas versiones presuponen. Y afirmo que es ontológico en un sentido muy fundamental, en el sentido de que el populismo se liga a la idea de la política como momento instituyente de lo social. Y desde ese punto de vista representa un punto de vista para la estructuración de lo social que se opone al institucionalismo como principio adverso.

¿Cuál es el escenario político que ve en América Latina con respecto al surgimiento de los gobiernos populistas?

Desde hace unos años en América Latina lo que se está dando es la emergencia de regímenes nacionales populares que están rompiendo la correlación de fuerzas que existió durante las décadas de predominio del Consenso de Washington y del neoliberalismo. Estos regímenes representan una combinación entre dos tendencias: la tendencia de la autonomía de los movimientos sociales, y la tendencia a la hegemonía, es decir, una reestructuración fundamental del poder del Estado. Esta combinación entre estos dos factores de autonomía y hegemonía, representan lo más característico de los gobiernos populistas latinoamericanos actuales, y es lo que lo diferencia de la situación europea, donde, desde el punto de vista de construcción del Estado, hay una política absolutamente tradicional en la cual el neoliberalismo sigue siendo la fórmula imperante. Y del otro lado hay formas erráticas de protestas contra esta situación en movilizaciones que no tienen anclaje institucional. En América Latina se está dando un cierto equilibrio entre estas dos tendencias.

Y esta combinación que usted explica entre autonomía y hegemonía, ¿ha sido alcanzada por todos los países latinoamericanos, o algunos se han adelantado en este aspecto?

No, esto ha sido lanzado por ciertos países latinoamericanos. Se ha dado en el proceso venezolano, ecuatoriano, boliviano y argentino. En otros países se ha seguido más la tradición de una democratización de tipo liberal, que yo no creo que sea realmente una democratización. En Chile, por ejemplo, no se ha dado un proceso de quiebre radical con las políticas del pinochetismo, y el resultado es que la transición ha sido débil. Hoy en día, yo creo que en la nueva elección va haber una presencia de una izquierda organizada mucho más fuerte que en las elecciones anteriores, pero todo esto es un proceso incipiente.

Para usted, ¿cuál es el clima político, social y económico para que surjan estos gobiernos populistas?

Tiene que haber habido el intento de crear un modelo económico monetarista, neoliberal, y que ese modelo haya fracasado. Sobre la base del fracaso de ese modelo, empiezan a surgir modelos alternativos.

Usted establece diferencias entre la democracia liberal y la democracia nacional popular, ¿cuáles serían esas diferencias?

La diferencia fundamental es que en una democracia de tipo liberal hay una división del poder a partir de las instituciones y del parlamentarismo. En una democracia nacional popular, hay una decisión de crear un centro de poder alternativo. Desde ese punto de vista, la experiencia latinoamericana es distinta a la europea. En Europa, el parlamentarismo surgió como expresión del tercer estado frente al absolutismo monárquico. En América Latina, el parlamentarismo surgió como forma de organización de estados liberales que representaban el auge de una oligarquía terrateniente que intentaba, a través de métodos clientelísticos, dominar la estructura del Estado. En América Latina, el poder ejecutivo tiene una fuerza democratizante más importante que el Parlamento.

¿Cuánta injerencia ha tenido el surgimiento en Argentina del peronismo en la conformación de los gobiernos populistas latinoamericanos?

El peronismo es una expresión del proceso de organizar un movimiento de masas alrededor de un predominio marcado por el Ejecutivo. El peronismo mantuvo un discurso homogéneo, una interpelación homogénea a las masas que en otros países, por ejemplo en Brasil, no sucedió. Juan Domingo Perón tenía un discurso que se dirigía a una masa popular homogénea, nucleadas en torno al triángulo de las tres grandes ciudades de Buenos Aires, Córdoba y Rosario, donde estaba el 80 por ciento de la población del país. Y ese discurso le permitió ser un líder populista con una perspectiva política relativamente unificada. Si comparamos esto con el varguismo en Brasil se pueden ver las diferencias. Allí había una situación diferente, había una extrema regionalización y siempre el papel de Getúlio Vargas fue ser el articulador entre intereses regionales distintos, nunca pudo ser un líder populista como lo fue Perón. El surgimiento de un líder siempre fue clave en los gobiernos populistas.

¿Qué rol han tenido para usted los medios de comunicación en el proceso de consolidación de los gobiernos populistas?

Los medios de comunicación han sido siempre un factor de resistencia a la movilización popular, porque se ha dado una enorme monopolización de esos medios de producción en torno a ciertos núcleos centrales. En muchas ocasiones, los conglomerados mediáticos han constituido una barrera a la democratización de la información.

¿Cuáles son los desafíos de los países latinoamericanos?

Los desafíos son poder llegar a consolidar un modelo alternativo de economía y política que vaya más allá de los límites que fueron fijados por el neoliberalismo. Ese es, en mi opinión, el desafío más importante de la generación actual.

Agencia CTyS, Universidad de La Matanza, Argentina.

 

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