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Nacional

Quién le pone el cascabel al gato

Por Roberto Elías Salcedo Martínez  

Afanados andan los partidos políticos colombianos para designar su próxima fórmula presidencial, discuten si es valioso seguir con la unidad nacional, haciendo fila a la reelección o jugárselas con cartas propias. Afanados están los de la oposición que hace rato tienen candidata,

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Por Roberto Elías Salcedo Martínez  

Afanados andan los partidos políticos colombianos para designar su próxima fórmula presidencial, discuten si es valioso seguir con la unidad nacional, haciendo fila a la reelección o jugárselas con cartas propias. Afanados están los de la oposición que hace rato tienen candidata,

aunque cada día menos votos. Afanados andan los de la otra oposición, la sin vergüenza, jugando a ser el paraco súper puro, no saben cuál de ellos será más falso. Afanados están los de las marchas pensando que sólo por el bullicio eterno se puede lograr un triunfo. Afanados están los de la mediática que a la postre con cualquiera, siempre ganan. Es el panorama actual, es el hostigamiento electoral que vive la comunidad, la que en contra de las estadísticas de la baja del desempleo, sigue sin trabajo digno mucho menos estable, la que únicamente sabe, es que tiene que bolear para llevar algo de comer a la familia encima de pagar la pieza. No obstante, esta mamadera política se impone como otro sufrimiento del día a día, no se halla quien la aguante ni mecanismo expedito para huir sin ser atrapado por las garras mal hechoras del afán politiquero que termina saqueando al erario, siendo quien sea. Causa histórica de la violencia nacional, multiplicada en las calles.

Ahora se tiene un avance, de los incógnitos diálogos en la Habana –Nada está acordado mientras todo no esté acordado-. Nos viene a la memoria, el conejo del gobierno Barco al M-19, que después de tantas parafernalias, llegó la hora de las elecciones. No toco otra, dejar las armas. Embutiéndose por papeleta a boca de urna llenos de optimismo. Fracaso para el eme, sin embargo, ese pegamento batemaniano, logró, rápidamente, ser asumido por la gente y abrirse en múltiples expresiones reprimidas hasta entonces, superando el impenetrable país político, en una representación de movimientos y fuerzas nacionales que pudieron gobernar lo local. Obvio, aquí también cabe el inventario, de una insurgencia desmovilizada sin capacidad de articular el fervor de la gente, a través del respaldo electoral que dieron para estar en la constituyente del 91 como posteriormente en el congreso de la república y otras instancias. Las cuales se fueron diluyendo y de lo que queda, por cada período nuevo de elecciones, de manera coyuntural se tiene que recurrir a lo mismo de siempre: unidad, unidad, unidad. Del resto del tiempo se olvidan de la militancia, de la formación política de cuadros, de la democracia interna, de la comunicación directa. Lenguaje que vuelven a ofertar para robarle el voto a incautos adherentes.

                   
Eche, no joda. Siempre la misma vaina. La ciudadanía no vive tranquila por donde se asome viene el zarpazo, la indolencia, la trampa y el engaño, acechos con propósito de imperar en lo mismo, en la corrupción. Sólo verborrea sobre propuestas alternativas, dizque nuevos modelos de gobernar pero nada real. Llegan al poder y pareciera que se los tragara la tierra, aunque salen diariamente en la prensa. Créalo hasta visitando comunidades, muy bonitos con ínfulas de querer resolver todo, teniéndole solución a cada problema, que va, puro y físico malabarismo politiquero. Exceso de protagonismo, cuando en la práctica no recepcionan nada de la crisis social del barrio o vereda, pasando por alto el asumir con la misma gente las medidas que se tienen que tomar. Lo que se debe hacer inmediatamente. No, se esfuman después de instalar un comité interinstitucional que comienza a tomarle el pelo a todo el mundo, a mamarle gallo a la gente, archivando las propuestas objetivas que la comunidad ha preparado con la asesoría de sus profesionales residentes del sector. Incapaces que sólo hablan de soluciones multimillonarias e imposibles de ejecutar. Así, se pasan el primer año de gobierno, el siguiente incluso, todo mientras preparan sus nuevas estructuras, sus clanes de contratistas en fin sus propias pandillas.

En víspera de las elecciones se carece de renovación política, ni el proceso de negociación avecina preocupación para cambiar el principal mal del país, la anti democracia. Las nuevas leyes aprobadas parecen botones de la máquina del tiempo, pero no la que pudiera impulsarlo a uno al futuro. No, sino de la que lo transporta todo al pasado: al centralismo presidencial. A la época sin autonomía local, donde los alcaldecillos se venían en sus burritos y con un par de bestias más, bien encorbatados y abrigaditos a mendigarle recursos a funcionarios ministeriales de cuarto nivel. El único cambio de ahora es que llegan a Bogotá en camionetas blindadas y sus asesores con alguna especialización. Haciendo una comparación fotográfica notaríamos lo mismo, a diferencia, la antigua la de agüita en blanco y negro, la otra, la de ahora la digital a color. Qué pena, Colombia con territorio altamente privilegiado, sin estima nacional.

Como seria, donde puede estar, quien la asume. Es lo que nos toca resolver, para acabar con el felino sin tener que eliminarlo. Bueno se me ocurre, una picardía, si hemos visto pasar tantas… podemos al menos decir algo, para salvar nuestro miedo, vale. Porque no proponer un pare total. Un pacto político nacional, que sólo tenga dos cumplimientos: Uno, que todos los actores políticos tanto del establecimiento llámense dirigentes, burócratas o contratistas de estos últimos veinte años como todos los miembros de la insurgencia se inhabiliten de por vida para seguir aspirando al poder público, como una penitencia de honor después de que cada uno pida perdón y asuma las reparaciones. Dos, se convoque a una Asamblea Constituyente para que en un periodo de un año de trabajo, expida una nueva carta constitucional además de diez Leyes Marco. Todo intocable mínimo dos décadas. El gobierno y el congreso nacional elegidos posteriormente sólo se dediquen a implementarla en su desarrollo administrativo y legislativo, pero ningún accionar puede tener carácter revocatorio hasta que no se convoque e instale otra constituyente para tal fin. Pongámosle las campanillas a esta vaina. Corra la bola, ciudadano y no olvide cada vez se calienta más el planeta.

robertosalcedomtz@live.com

Bogotá, 14 de junio 2013.


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