Nacional
Se obedece pero no se cumple
Por Jaime Enríquez Sansón
Ni es nuevo en el mandato del presidente Santos ni es poco usual en la lista de frustraciones ciudadanas: se obedece pero no se cumple. Y el procedimiento idéntico en todos los lugares: una avanzada de estricta seguridad, helicópteros en acrobático vuelo, un esquema sanitario preciso cual tic tac de reloj suizo
Por Jaime Enríquez Sansón
Ni es nuevo en el mandato del presidente Santos ni es poco usual en la lista de frustraciones ciudadanas: se obedece pero no se cumple. Y el procedimiento idéntico en todos los lugares: una avanzada de estricta seguridad, helicópteros en acrobático vuelo, un esquema sanitario preciso cual tic tac de reloj suizo
y la flamante caravana presidencial con los congresistas de la región rebosantes de orgullo, jocundos, recién bañados, junto al gobernador y al alcalde de turno. En el centro, descomplicado, deportivo, afable, el señor presidente. En las barras, ministros y funcionarios del alto gobierno, agenda en ristre para apoyar las afirmaciones presidenciales y tomar rápida nota de sus recomendaciones.
Cuando ha pasado el acuerdo para la prosperidad (altisonante nombre de esta mamadera de gallo oficial), quedan las sillas en desorden, las pancartas pueblerinas, las carteleras garrapateadas con la soberana caligrafía ministerial, las huellas paquidérmicas de senadores o representantes, la basura que dejan los lagartos (como las bolsas de papitas fritas que dejaba el Pachito Santos cuando era vicepresidente y se quitaba los zapatos en pleno evento público), algún lapicero bic pisoteado por la plebe pero, sobre todo, la esperanza en el corazón del pueblo ignaro y la ilusión en el pecho del gobernador y de los alcaldes.
Pasarán los días como dice la canción, pasarán los meses, y al llegar a la hora de la hora, no es verdad tanta belleza. Y si me equivoco, si exagero, por favor gobernadores y alcaldes de este otrora país del Sagrado Corazón, a desmentirme. Ahí está el proyecto del presupuesto nacional para la vigencia 2013. Ahí está la realidad proyectada con los limitados recursos oficiales y la inyección a las fuerzas de tarea conjunta y a los materiales bélicos, pese a toda la palabrería en torno a la paz. Y ahí está la disminución proporcional en materia de inversión, de educación, de salud, pues los incrementos no se comparan con la inflación ni los imprevistos ni tiene en cuenta los robos y saqueos de los funcionarios o las tajadas porcentuales que se llevan los dueños del manejo de los fondos oficiales.
En resumen: durante los acuerdos para la prosperidad se obedece al presidente, se obedece a Juan Pueblo, se atienden las inquietudes y se consignan las peticiones convertidas en promesas. Pero el honorable congreso de la república, más sólido en torno a las prebendas repartidas desde los ministerios y más unido que nunca en compacta mayoría para asegurar el trabajo reeleccionista desde el segundo tiempo del mandato del señor Santos, aprueba cosa distinta a la convenida en el sainete provinciano.
Vamos conciudadanos: miren el proyecto que aprobará el congreso y desmiéntanme. Desde Nariño hasta la Guajira, desde el Chocó hasta el Amazonas, lo prometido, lo acordado, se quedó en el papel. Los más avisados, los más sagaces de los gobernadores, recurrirán al socorrido método del pataleo y rescatarán algunas migajas caídas de la mesa del banquete presupuestal. Pero que los acuerdos se cumplan es tan falso como falsas las promesas electorales de muchos alcaldes del país, con el de Pasto a la cabeza, y muy bobalicón el que los defienda… o muy mala leche como les gusta decir a muchos ahora.
En su tiempo, los encomenderos se alzaron de hombros ante la enérgica admonición imperial. Pero como el rey estaba lejos, casi tan lejos como el trono de Dios, los encomenderos aceptaron de dientes para afuera la orden del monarca. Mas en un susurro histórico que sentó precedentes para la historia de la infamia en ese forcejeo entre opresores y oprimidos, entre gobernantes y gobernados, dijeron: Se obedece pero no se cumple. Acuciosos lectores de la historia, los congresistas colombianos erigidos en el poder mayoritario de la coalición santista repiten sin decoro, sin asomo de vergüenza: se obedece pero no se cumple. Y presupuestan a su acomodo, de espaldas a las necesidades de la gente, del desprotegido e inocente elector, pero en beneficio personal o de sus intereses. Día vendrá de tomarles cuentas a todos los que engañan al pueblo, pero ese será tema una próxima reflexión.
San Juan de Pasto, 4 de septiembre de 2012.