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Por José Fernando Isaza  

Los cambios en la situación política del país pueden hacer viable una candidatura presidencial, con opción de triunfo, por fuera de candidatos de la extrema derecha, UCD, que pueden llamarse testaferros electorales —no son dueños de sus votos— o del centro derecha la U, Santos

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Por José Fernando Isaza  

Los cambios en la situación política del país pueden hacer viable una candidatura presidencial, con opción de triunfo, por fuera de candidatos de la extrema derecha, UCD, que pueden llamarse testaferros electorales —no son dueños de sus votos— o del centro derecha la U, Santos o Vargas Lleras.

Si se acepta la propuesta de realizar una consulta multipartidista entre Clara López, A. Navarro y E. Peñalosa, el espectro político, derecha civilista, centro, izquierda democrática, representado por los verdes, los progresistas, el Polo y los independientes puede escoger un candidato con probabilidades de pasar a la segunda vuelta. Peñalosa estaría mucho más en su ambiente aceptando, como en el pasado, sin éxito, los votos endosados de Uribe. No le importó pertenecer a un partido cuyos lemas eran “No todo vale”, “No a los atajos”, se alió con quien representaba y representa todo lo contrario al partido del cual fue fundador. La participación de Peñalosa en la coalición verdes, progresistas, polo la hace de un espectro tan amplio como la penicilina.

La unión de los verdes y progresistas tiene otra dificultad: cargar con los desaciertos administrativos del alcalde Petro. No es un problema ideológico, muchas de las ideas del burgomaestre, sobre inclusión social, reducción de la violencia, preparar la ciudad para la nueva realidad climática, recuperar el centro ampliado, son compartidas por el centro y la izquierda. Lo fatal es su ejecución, es bien difícil encontrar un peor administrador, su gestión está devolviendo la ciudad a un período de caos, pesimismo, falta de sentido de pertenencia ciudadana y causando grandes costos a las finanzas distritales. Por otra parte, su autoritarismo, sus alcaldadas y su visión estatal cerca del modelo Chávez-Maduro, sus permanentes cambios de opinión, no concitan emoción para votar por un candidato que cargue el bacalao de su gestión, como la propaganda de emulsión de Scott.

Si una pequeña porción del ingenio y astucia, usados para evitar, hasta ahora con éxito, la convocatoria de una elección que pueda revocarlo, lo hubiera puesto al servicio de la ciudad, hoy estaríamos en una urbe consolidándose y con visión de futuro.

Por otra parte, no es claro que el Polo acepte la consulta interpartidista; este partido es el más estructurado y consolidado dentro de la izquierda democrática; y para la unión esperarían que esta se hiciera en torno a Clara López, sin someterse a consulta.

Escenarios en primera vuelta como; Santos-Santos-Navarro-López, o Santos-Santos-Peñalosa-López o modificando un Santos por Vargas Lleras, no hacen viable un paso a la segunda vuelta de un candidato diferente al del uribismo o de la U.

La real posibilidad de pasar a la segunda vuelta es llegando unidos a la primera, difícil tarea pero no imposible.

Por otra parte, a las Farc parecería que les gusta el papel de mover el electorado hacia un candidato que los golpee militarmente y aleje la posibilidad de un acuerdo de desmovilización, manteniendo la guerra con todos sus horrores. Alguien debería decirles que si de verdad quieren el bienestar de los sectores populares, este no se logra con un tercer mandato del uribismo. En ocho años concentró la riqueza y disminuyó con exenciones tributarias la renta del estado por la explotación de los energéticos y productos mineros en períodos de bonanza de precios. Nos pasó la locomotora y no vimos el beneficio.

El Espectador, Bogotá, 10 de octubre de 2013.

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