Nacional

Constituyente hacia el sistema parlamentario

Por Ricardo Villa Sánchez  

El equilibrio de poderes entre el ejecutivo y el legislativo, base de la calidad de la democracia, se expresa con más contundencia en el sistema parlamentario. Las reglas de juego entre minorías y mayorías, alianzas y coaliciones, que permiten establecer la línea de separación de poderes, con las cabezas visibles del Jefe de Estado y del Jefe de Gobierno, con sus funciones propias, podría servir tanto para reducir el cuestionado Congreso de la República, ir hacia un parlamento unicameral, con un Gabinete de responsabilidad política, que refleje las necesidades reales de la ciudadanía, en el que participen en su conformación y, hasta revocación, los diversos sectores representados en el Parlamento, así como también para poder avanzar hacia un Estado con regiones autonómicas y con parlamento regional, lo que posibilitaría eliminar las figuras tibias de las Gobernaciones y las Asambleas departamentales.

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Por Ricardo Villa Sánchez  

El equilibrio de poderes entre el ejecutivo y el legislativo, base de la calidad de la democracia, se expresa con más contundencia en el sistema parlamentario. Las reglas de juego entre minorías y mayorías, alianzas y coaliciones, que permiten establecer la línea de separación de poderes, con las cabezas visibles del Jefe de Estado y del Jefe de Gobierno, con sus funciones propias, podría servir tanto para reducir el cuestionado Congreso de la República, ir hacia un parlamento unicameral, con un Gabinete de responsabilidad política, que refleje las necesidades reales de la ciudadanía, en el que participen en su conformación y, hasta revocación, los diversos sectores representados en el Parlamento, así como también para poder avanzar hacia un Estado con regiones autonómicas y con parlamento regional, lo que posibilitaría eliminar las figuras tibias de las Gobernaciones y las Asambleas departamentales.

Es cierto, admite algunas apuestas, en las que habría que darse la pela, para que hubiera una remota posibilidad de que, en la coyuntura actual, un gobierno alternativo, de cambio en el país, llegara al poder, luego de la firma de los acuerdos de Paz o también implicaría, de acuerdo con las distintas correlaciones de fuerzas, el riesgo de que viejas figuras, de triste recordación, volvieran a gobernar los destinos del país. Pero, lo único cierto es que el concepto de alternancia en el poder, de élites a mayorías, tendría una oportunidad en el país político, lo que generaría esperanza en posibles transformaciones estructurales, que nos permitan avanzar hacia un país en Paz con equidad y justicia social.
 
Habría un proceso de ruptura institucional, discordante a las costumbres políticas, desde la fundación de la república. Con mayor control político, gestión y deliberación parlamentaria. No obstante, la experiencia internacional, nos abre una ventana de posibilidades, por ejemplo, con lo que ha ocurrido últimamente en países como la Gran Bretaña para escoger a su Primer Ministro, o con la aparición de la Coalición de Izquierda Radical Syriza en Grecia o con el debate en España por la democracia de tres tercios entre Podemos-PSOE y Ciudadanos o con la expresión divergente entre PP- PSOE y Ciudadanos. 
 
La coyuntura actual, nos permite visualizar que en el espacio público de una Asamblea Nacional Constituyente, se podría discutir esta nueva arquitectura institucional del sistema de gobierno colombiano, hacia el sistema semiparlamentario, con la posibilidad de contar con un  presidente de turno elegido por votación popular, que  junto con las mayorías calificadas en las rondas electorales en la coalición en el parlamento o la que se estructure en el juego político, elegirían al primer ministro o a quien, de acuerdo con la Constitución, designe el Jefe de Estado.
 
Primer Ministro que tendría facultades públicas, ejecutivas y políticas, que le posibilitarían controlar al presidente y al parlamento, manejar la agenda y las relaciones políticas del Presidente con el Congreso, conformar el gabinete y demás facultades administrativas, con el contrapeso del esquema gobierno-oposición, del voto de confianza o de censura del Parlamento, de las funciones formales del Jefe de Estado y de las decisiones de la rama jurisdiccional, al impartir justicia.
 
La democracia profunda, de partidos y movimientos políticos fuertes, que ejerzan el liderazgo, que sean de manera real un enlace entre la ciudadanía y el gobierno, y que representen los intereses y necesidades de la gente trabajadora frente a las élites que, por tradición, y con exclusión, nos han gobernado, demanda un nuevo marco institucional y normativo para regir los destinos del país en tránsito hacia la Paz.
 
Para sustituir el sistema de gobierno actual en nuestra Constitución, es necesario que sea vía el constituyente primario, convocado de manera formal, para expresar la voluntad popular de cambio y, en caso tal, tomar estas decisiones políticas históricas.
 
El pueblo tiene el mayor poder de decisión en la democracia, con su voto puede mover cimientos y cambiar concepciones e instituciones. Por algo, dicen que la minoría con poder se resiste al cambio, para perpetuar sus privilegios; pero, le teme a la fuerza de la multitud indignada y empoderada, a esa bola de nieve sí: al poder de la gente, independientemente de su corriente ideológica, y de la multitud que reivindica causas ciudadanas y busca nuevos pactos sociales de bienestar y de un mejor vivir para las mayorías.

@ciudadcaotica

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