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A propósito del libro en que el exembajador gringo “desnuda” al establecimiento colombiano: Frechette y sus títeres

Por José Ramón Llanos / Semanario Voz  

La confesión del exembajador de los Estados Unidos a Gerardo Reyes es una radiografía de la miseria moral de la burguesía colombiana.

El libro de Gerardo Reyes Frechette se confiesa no solo constituye una excelente lección de periodismo, especialmente una orientación sobre cómo se prepara una entrevista; sino que es también una valiosa radiografía del método utilizado por los gringos para lograr que la clase dirigente nacional obedezca sus órdenes. Además, en el contenido de la entrevista el exembajador Myles Frechette elabora un perfil de gobernantes, empresarios y militares. Los describe certeramente: monumentos a la indignidad.

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Por José Ramón Llanos / Semanario Voz  

La confesión del exembajador de los Estados Unidos a Gerardo Reyes es una radiografía de la miseria moral de la burguesía colombiana.

El libro de Gerardo Reyes Frechette se confiesa no solo constituye una excelente lección de periodismo, especialmente una orientación sobre cómo se prepara una entrevista; sino que es también una valiosa radiografía del método utilizado por los gringos para lograr que la clase dirigente nacional obedezca sus órdenes. Además, en el contenido de la entrevista el exembajador Myles Frechette elabora un perfil de gobernantes, empresarios y militares. Los describe certeramente: monumentos a la indignidad.

La lectura del libro de Gerardo Reyes permite al lector comprobar una vez más que la clase dirigente, políticos y empresarios está no al servicio del país, sino a disposición de las órdenes de los Estados Unidos. Hasta los militares, especialmente la alta oficialidad se muestran obsecuentes y serviles ante el embajador estadounidense. Él los recompensa calificándolos con sevicia.

La vergüenza y la indignación nos afecta a medida que vamos leyendo la obra mencionada, ya que corroboramos que la clase dirigente no sólo está absolutamente al servicio de los intereses norteamericanos sino que carece de autoestima y dignidad. Todo el tiempo está buscando la aprobación y la palmadita en la espalda del representante de los Estados Unidos, por el cumplimiento de las tareas impuestas por ese país. La clase dirigente colombiana, según las declaraciones del exembajador, aparece con un comportamiento como de perrito faldero frente al amo.

A los generales que les obedecieron borreguilmente sus orientaciones represivas contra el pueblo, los trabajadores y campesinos que protestaban, los tilda de escasa inteligencia. Así califica al general Bedoya: “Bedoya él, que no es muy inteligente”… Más adelante agrega: “le dije a McCafrey, el general Bedoya es un cero a la izquierda.” Además, el general Bedoya es acusado de promotor de un golpe de estado y que le rogó a los Estados Unidos que lo apoyara en ese acto antidemocrático.

Al expresidente Uribe le agradece sus acciones militares para desarrollar la política favorable a Washington. Además, lo caracteriza como un hombre mendaz e inmoral: “Él no tenía ningún interés en ser honesto ni conmigo ni con otras personas. Álvaro Uribe Vélez, es así” Ni siquiera el servilismo del dirigente del Centro Democrático al ofrecerle a los Estados Unidos la instalación de cinco base militares en Colombia, le sirvió para ser valorado positivamente por ese país. Lo valora como es: mentiroso y calculador.

También los llamados cacaos, Julio Mario Santo Domingo, Carlos Ardila Lule y Luis Carlos Sarmiento Angulo desfilaban por la embajada para rendir cuentas de sus acciones o pedir la aprobación del gringo. La confesión de Myles Frechette a Gerardo Reyes es una radiografía de la miseria moral de la burguesía colombiana.

Semanario Voz, Bogotá.

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