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“El bombazo del ELN fue un error garrafal”

En conversación con Un Pasquín el senador Jorge Enriqe Robledo analiza la situación del país y habla de la gestión de Duque, de la Fiscalía y de la reforma política.
Entrevista y fotos de Vladdo | Director de Un Pasquín

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En conversación con Un Pasquín el senador Jorge Enriqe Robledo analiza la situación del país y habla de la gestión de Duque, de la Fiscalía y de la reforma política.
Entrevista y fotos de Vladdo | Director de Un Pasquín

En conversación con Un Pasquín el senador Jorge Enriqe Robledo analiza la situación del país y habla de la gestión de Duque, de la Fiscalía y de la reforma política.

Entrevista y fotos de Vladdo | Director de Un Pasquín

Senador, ¿cómo ve usted el hecho de que el presidente haya decidido cerrar las puertas a un diálogo con el ELN, luego del atentado a la Escuela de Cadetes de la Policía?

Ese proceso de paz, llamémoslo así porque no estaba roto, se desarrollaba con muchas dificultades, tenía una cierta tendencia a romperse, porque los desacuerdos eran grandes, pero definitivamente la bomba del ELN, que es un acto terrorista clásico, dinamitó al mismo tiempo el proceso, y eso hay que decirlo con claridad. Porque puso a Duque en una situación imposible. Siempre un proceso de paz necesita que las dos partes hagan ciertos gestos que le permitan actuar a la otra parte, pero una cosa como esta lo hace explotar.

Antes de que el proceso de El Caguán se rompiera, debido al desgaste y al secuestro del senador Géchem, el Gobierno pasó por alto los secuestros de varios congresistas y otros personajes, varios magnicidios –entre ellos el de ‘la Cacica’, Consuelo Araujo–, tomas de edificios, etcétera, acciones que muchos pensaban que ameritaban romper la negociación; sin embargo, la vocación del gobierno en ese momento fue mantener los diálogos…

Cualquier proceso de paz es de altísimo contenido político, entonces no es la misma situación política de Andrés Pastrana que la de Duque. Primero, este es un hecho especialmente escandaloso. Segundo, el país, más que polarizado está radicalizado –pues el radicalismo es una cosa distinta a la polarización–, como no lo estaba en esos días, y Duque está preso de su gente, de la gente que lo rodea. No puedo creer que el ELN pudiera pensar que no se iba romper el proceso tras ese atentado, y si lo pensó fue un error de cálculo supremamente grande. Pero Duque no tiró las llaves del proceso de paz al mar, y eso es interesante, a pesar de la gravedad del asunto y a pesar del problema del protocolo, que es un error notorio.

ESE ACTO TERRORISTA PUSO A DUQUE EN UNA SITUACIÓN IMPOSIBLE. SIEMPRE UN PROCESO DE PAZ NECESITA QUE LAS DOS PARTES HAGAN CIERTOS GESTOS QUE LE PERMITAN ACTUAR A LA OTRA PARTE.

En la columna del pasado domingo (20 de enero) de María Isabel Rueda –que puede ser buena vocera de ese lado del pensamiento político del país– hace la metáfora de la chapa del ELN y la llave el gobierno y es señala que lo que se embolató fue la chapa. Y termina diciendo que “no es sino que nos devuelvan la chapa, y allí entrará la llave”. Eso es para tenerlo en cuenta. No digo que eso se pueda recomponer mañana ni mucho menos, pero esa es una realidad política que no hay que desechar, aunque sin duda el proceso quedó en dificultades políticas supremamente graves.

¿Cómo entender que el Presidente de la República en estos cinco meses de gobierno no se haya movido ni un centímetro para tratar de buscar un entendimiento con el ELN y que cuando decidió moverse lo único que hizo fue reventar la mesa?

Digamos que el uribismo y el duquismo están presos de su retórica de los años anteriores. Ellos viven una contradicción que es difícil de manejar sobre todo en los primeros meses y es cómo no hacer trizas el proceso de paz con las Farc, cómo no romper este tampoco y, a la vez, cómo mantener contentas a sus barras bravas. También es una cosa más o menos obvia que tanto Duque como el ELN están empeñados en no parecerse en asuntos de paz ni a Santos ni a las FARC. Cada uno es preso de su rol. Si, por ejemplo, su rol es el de ser el más duro, cualquier cosa que no sea exactamente así crea una dificultad con los que lo siguen. E insisto un proceso de paz es un asunto altamente político porque quien pierde el respaldo de su gente en el proceso perece en el intento. Acuérdese de que la política empieza por convencer a los que están de acuerdo con uno; y Duque a los primeros que tiene que satisfacer es a su gente, de la misma manera que el ELN también tiene que satisfacer primero a sus seguidores, que también los tiene.

Si el desconocimiento que hace el gobierno de los protocolos de la negociación con el ELN hiciera carrera, no sería sorprendente que mañana les diera por decir: “no, es que la paz la firmaron fue con Santos”. Siguiendo esa misma lógica –aunque obviamente ese es un error infantil de derecho internacional, de diplomacia, etcétera–, se podrían prender de ahí para mandar al traste el acuerdo de paz con las Farc…

En efecto, es un error infantil y creo que diseñado para darles gusto a las barras bravas. Duque tiene unas barras bravas y para complacerlas hace eso que, como usted dice, es infantil, pues mientras ese protocolo estuviera o esté vigente es una política de Estado y él la asumió, porque él respetó ese protocolo del 7 de agosto del 2018 hasta el 18 de enero pasado. Pero además un error gravísimo en diplomacia: es la actitud del gobierno desagradecido, porque con eso lo que está haciendo es maltratar no sólo a Cuba, sino a Noruega y a Chile y a los otros países garantes que con toda generosidad se pusieron a ayudarles en ese chicharrón del proceso de paz, ayudarle a Colombia y al propio Duque. Es un gran error diplomático, de esos que desacreditan a Colombia ante el mundo.

Y criticamos las salidas de Maduro, que son igual de absurdas y de populistas…

Sí, en eso pueden ser semejantes, claro que sí. Es un error bien notorio hacer política interna con política internacional, porque si en alguna cosa un estadista, por decirlo así, tiene que actuar con seriedad total es en las relaciones internacionales, pues usted no debe maltratar las relaciones internacionales para conseguirse un voto en Caparrapí. Eso es sin dudad algo realmente mediocre.

¿Hasta qué punto estas reacciones del presidente Duque son producto de su inexperiencia?

No creo que sean por inexperiencia. Son cosas calculadas. Se puede plantear esta esta hipótesis: él va supermal; yo diría que en cuanto a encuestas es el peor gobierno de la historia de Colombia; nadie se había desacreditado tan rápido, cosa que además es bien justa, porque si usted como presidente defiende a Carrasquilla, defiende al fiscal Martínez y además quiere ponerle IVA al pan, a la cebolla, pues se tiene que hundir.

TANTO DUQUE COMO EL ELN ESTÁN EMPEÑADOS EN NO PARECERSE EN ASUNTOS DE PAZ NI A SANTOS NI A LAS FARC; CADA UNO TIENE SU ROL.

Tengo la preocupación de que quieran exagerar los problemas de la lucha armada en Colombia y el ELN, etcétera, como una manera de retomar lo que les sirvió tanto en estos años pasados. Y eso sería también un error porque le haría mucho daño al país, pero puede ser su lógica: volver a dividir al país de manera astuta entre los amigos de la guerrilla y los enemigos de la guerrilla, cosa que es una falacia pero que le funcionó a Uribe en años anteriores.

Usted siempre ha sido un hombre civilista y opuesto a la combinación de las formas de lucha, y eso le ha traído un montón de dificultades a lo largo de su vida, incluso dentro de la misma izquierda. Pero, en la circunstancia actual, ¿qué tan fuerte ve al ELN? Muchos medios están diciendo que ahora la agenda de seguridad va a ser prioritaria en el futuro inmediato. ¿Usted también ve eso así o cree que están exagerando?

Es paradójico, pero el bombazo contra la Escuela de Cadetes es políticamente hablando un error garrafal, una torpeza inmensa, que además no muestra fortaleza sino debilidad. Como un niño de 2 o 3 años que en su casa hace unas pataletas desproporcionadas, a ver si le hacen caso. Lo veo así: militarmente, el ELN no tienen ninguna posibilidad, nunca la han tenido, como nunca la tuvieron las FARC, de tomarse el poder en Colombia. Ojalá corrigieran y corrigieran de verdad. En cualquier posibilidad que haya de retomar un hilo del proceso de paz, aunque es bien difícil retomarlo, al ELN le tocaría dar gestos muy serios de querer hacerlo, como por ejemplo un cese unilateral de hostilidades. Porque ha puesto las cosas en un terreno de la política que de otra manera es muy difícil avanzar.

¿En algún momento ha tenido interlocución con líderes, emisarios de esa guerrilla? ¿Ellos nunca han tratado de ver ustedes qué piensan, cómo abrirse un espacio en la política de este país?

No, nunca, el MOIR nunca ha tenido ningún tipo de diálogo de nada con sectores alzados en armas ni en la ilegalidad. Esa una posición de principios nuestra.

Usted ha visto que nosotros siempre hemos respaldado los procesos de paz, pero desde afuera. Me parece medio pretencioso pensar que dos actores que están armados le vayan a hacer caso precisamente al que no lo está. Todos ellos son suficientemente veteranos para tomar sus decisiones y eso no va a cambiar porque yo diga que esto debería ser así. Entonces preferimos hacer votos, que es lo que hemos dicho siempre, hacemos votos por que ellos encuentren la manera de hacer un proceso de esos.

¿Cómo ve usted el panorama para los sectores de izquierda, los sectores alternativos en la medida en que el gobierno endurece sus posiciones y radicaliza el discurso. ¿Usted cree que esto enrarece mucho la situación de los que no están en ese lado?

Esto es un desastre para todo el mundo. Es de esos hechos tan graves y tan equivocados que creo que al final le hacen daño a todo el mundo. Sería una actitud muy irresponsable salir a sacarle el jugo a eso, porque se crearía un ambiente de hostilidad, de violencia verbal, que es generadora de violencia física. Lo de las redes es definitivamente lamentable porque le permitieron opinar en grande a cualquier irresponsable; cualquiera que tenga un teléfono ya tiene derecho de azuzar y lo que estamos viendo es terrible.

Y en lo que tiene que ver con los reclamos sociales de los trabajadores, de los campesinos, de los indígenas, de los profesores, de toda la gente que protesta, esto crea un ambiente muy malo. Ojalá no se exacerben las cosas porque se vuelven pretextos de violencia en un país donde no se necesita de estas cosas para que haya agresiones para quien protesta, como lo muestra la matanza de líderes sociales, por ejemplo, que es anterior a ese acto terrorista. O sea que es bien negativo para todos. Además hay unos que mienten para azuzar contra nosotros, pero hay un montón de gente cándida, equivocada, engañada, que también piensa que nosotros y que todo el que proteste por cualquier cosa –el estudiante, el trabajador, el que sea– es ‘enemigo’ que hay que agredir.

HAY UN MONTÓN DE GENTE CÁNDIDA, EQUIVOCADA, ENGAÑADA, QUE TAMBIÉN PIENSA QUE NOSOTROS Y QUE TODO EL QUE DIGA CUALQUIER COSA –EL ESTUDIANTE, EL TRABAJADOR, ETCÉTERA– ES ‘ENEMIGO’.

En cambio, al gobierno en cierto sentido le ayudó, aunque no de manera absoluta, porque queda como dueño de la sensatez y del sentido común, mientras que todos los demás pueden ponernos como del lado de la intransigencia. Ese acto terrorista fue realmente, por donde se mire, un error mayúsculo del ELN.

Desde su perspectiva como congresista, conociendo todo lo que pasa allá adentro, ¿usted cree que el presidente va a encontrar ese oxígeno que estaba buscando para poner a andar de alguna manera la aplanadora legislativa?

Yo creo, claro, que él va a utilizar esto para llamar a su gente a unirse y a montar lo que he venido llamando el “frente nacional duquista”, pero también creo que el principal pegamento de ese frente nacional es y será la mermelada, o la compota, porque ya hay especialistas en el duquismo que están empezando a decir que hay dulces de distintos nombres.

Pero sí, seguramente van a utilizar el atentado, aunque ya lo tienen bastante organizado. Todos ellos, el frente nacional duquista, que son los uribistas más los santistas, eligieron a Duque; juntos, se repartieron las mesas directivas del Senado; juntos, votaron el presupuesto nacional; juntos, votaron el ingreso de Colombia a la OCDE; juntos, votaron la reforma tributaria; juntos, defendieron a Carrasquilla, y juntos, defienden al fiscal. Los pegamentos entre ellos son inmensos y el proceso de paz con las Farc y hasta donde fuera con el ELN, lo venían trabajando juntos. Incluso el desarrollo que Duque le está dando, a su manera, a lo que hizo Santos lo va a usar para armar ese frente nacional.

Hay que tener en cuenta que el que no hubiera frente nacional en el gobierno de Santos fue un período excepcional, pero no por haber impulsado el proceso de paz, sino por no haberle obedecido a Uribe. Porque lo que Uribe no le perdonó a Santos fue que tuviera autonomía y buscó un pretexto para enfrentarlo y el pretexto fue el proceso de paz y desplazarlo de la jefatura política de los mismos con las mismas.

Hay gente, incluso personas que uno supondría serias y estudiosas, que esperaban que Duque siguiera los pasos de Santos…

Pero le insisto en mi teoría: es igual, o muy parecido; porque la decisión es tener un Duque, por llamarlo así, ‘santificado’ o ‘desuribizado’.

¿Pero usted sí de verdad lo ve desuribizado?

Sólo en sus formas. Recuerde el discurso de Macías y el discurso de Duque el 7 de agosto; no es que estuvieran en desacuerdo, al otro día Duque condecoró a Macías. Ese es el juego de la política. Creo que un día se reunieron Duque y Uribe y dijeron: “Si Santos fue capaz de engañar a tantos presentándose como distinto, pues nosotros también podemos”. Ese es el juego. Pero están de acuerdo en los asuntos medulares, es el mismo frente nacional desde hace 60 años, esa es la realidad. Basta un ejemplo: todos están defendiendo al fiscal Martínez, cosa que es increíble. Todos, pero todos son todos, mire usted: Duque, Santos, Uribe, Pastrana, Gaviria, Samper, Germán Vargas Lleras… por eso es que sigue ahí, con uno solo de ellos que le quite su respaldo, se cae.

¿Por qué cree usted que ninguno de ellos se atreve a sumarse al clamor de los colombianos que creemos que el fiscal debería renunciar?

Porque el fiscal les ofrece protección a todos.

¿Protección traducida en impunidad?

Sí, traducida en impunidad, pues son sus amigos y compañeros de negocios, así ellos digan que lo hacen defendiendo la institucionalidad. ¡Pura paja! La están es destruyendo la institucionalidad, mientras defienden sus privilegios y sus desproporciones. La institucionalidad les importa un pepino.

Volviendo al tema de lo que sigue ahora en el Congreso con la agenda legislativa, se viene la discusión de nuevo de la reforma política. ¿Cómo ve usted esa reforma? ¿Le ve algún futuro? ¿Vale la pena?

Ahí no hay nada de verdad que apunte a cambiar las costumbres de la política. De entrada, no hay nada en serio contra la corrupción. Eso de la lista cerrada para combatir la corrupción es una payasada, eso es como si usted tiene un elefante y saca un alfiler para ahuyentarlo. Para lo que sí sirve la lista cerrada es para atacarnos a nosotros, al Polo, a los verdes, a la oposición, a los alternativos, porque nosotros no estamos interesados en esconder a nuestra gente; al contrario, queremos que la gente sepa quiénes son los nuestros. Son ellos los que necesitan esconder detrás de un figurín a un poco de gente desacreditada, de dudosa reputación o a unos incapaces. Ahí no hay nada positivo. Es más, esa lista cerrada ya se hundió en la primera vuelta en el Congreso, sería inconstitucional resucitarla, pero ya veo a la ministra del Interior diciendo que la van a resucitar. O sea ahí viene la aplanadora. Pero ahí no hay nada que de verdad le sirva a Colombia, es otro engaño más, otro falso positivo. Y aunque digan que ahora sí se va a acabar la corrupción, gracias a las listas cerradas, dentro de cinco o diez años descubrimos que es peor, porque lo que van a montar con esas listas cerradas son unas camarillas tan corruptas como lo eran las listas a punta de bolígrafo, por las que llegamos al voto preferente… Aquí estamos es como regresando al pasado.

EN EL CASO MÍO EL ESFUERZO GRANDE HA SIDO PROMOVER UNA IDEA DE UNIDAD NACIONAL, PERO GENUINA, DONDE QUEPA TODO EL MUNDO EN COLOMBIA: LOS POBRES, LOS CAMPESINOS, LA CLASE MEDIA, LOS EMPRESARIOS; TODO EL MUNDO.

En este juego actual de populismos, porque los tenemos, es preocupante que pueda surgir alguien inesperado, como el señor Macías, que salió de la nada y ya sabemos cómo es cuando tiene un poquito de poder. ¿A usted no le preocupa que pueda surgir un espontáneo por el estilo, al que terminen elevando a las máximas instancias del poder y que lleve el país a un desastre?

Los países cambian cuando cambia la gente en su manera de pensar. En las condiciones de Colombia, cuando a la gente se le llena la taza y se declaran mamados, es cuando hay más posibilidad de que haya un cambio en la dirección del Estado. Esa es una realidad, eso explica en parte los hechos electorales del 2018, incluida la consulta anticorrupción, que expresaron que la gente está hasta la coronilla de los mismos con las mismas. Pero cuando eso sucede, y de vez en cuando sucede, los pueblos pueden coger para cualquier parte; como pasó con el ayatola Jomeini, en Irán, o con Bucaram, en el Ecuador; o como Trump, en Estados Unidos; o con Hitler, en Alemania. Por eso, los colombianos tenemos que meditar que eso puede suceder aquí en cualquier momento, y más si la crisis económica y social se agudiza, como se está agudizando. Y las medidas que se vienen son antipopulares porque Duque va a empeorar las condiciones de vida de la gente, porque en ese modelo económico y social que tienen, eso es lo único posible. Aquí pueden pasar muchísimas cosas en las elecciones de 2022.

A pesar de este ambiente tan radicalizado y de la atmósfera tan pesada que vivimos políticamente en Colombia, es una realidad que no todos los uribistas son gente mal intencionada ni mañosa; en el uribismo hay gente buena, educada, decente, trabajadora; personas que por miedo, por ignorancia o por cualquier otra prevención optan por votar por Uribe, porque se sienten más tranquilas. Y lo mismo pasa del otro lado, con los petristas. ¿Cómo se puede llegar a esa gente trabajadora, a esos buenos ciudadanos que eligen mal, para decirles que están equivocados cuando optan por líderes de los extremos?

Creo que no hay fórmulas, que no hay botón que oprimir para que haga pum y se arregló la cosa; nos toca insistir en hacer esfuerzos por no salirnos de ciertos límites, mantenernos en eso. Y hacer esfuerzos por persuadir. Usted anota una cosa que es bien cierta, y es que en todos los sectores puede encontrarse gente que está allí porque está confundida o engañada. En mi caso me he esforzado en promover una idea de unidad nacional, pero genuina, donde quepa todo el mundo en Colombia: los pobres, los campesinos, la clase media, los empresarios, todo el mundo… Pero uno en esas cosas no puede más que apelar a la razón y a los argumentos, tener paciencia, porque no hay una fórmula mágica.

¿Se va a lanzar nuevamente al congreso dentro de tres años?

De aquí a 2022 pueden pasar muchas cosas. Estaré vivo en política y ya veré que cosas me depara la vida. Yo voy haciendo lo que me va tocando hacer en cada momento, lo que considero que le sirve a la idea del proyecto que tengo en mi cabeza, que es un proyecto de que en Colombia las cosas cambien para bien; ya sea que cambien conmigo o que cambien con otro, pero el propósito es cambiar este país.

 

Tomado de http://www.unpasquin.com/

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