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El flautista de Hamelín vive en Bucaramanga

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Por: Germán Navas Talero y Pablo Ceballos Navas

El poder del gobernante no puede impedir a los ciudadanos libres pensar.

Ni la peor dictadura puede cerrar el grifo del intelecto humano.

Para comenzar esta charla semanal hemos resuelto citar un tuit de Mario Madrid-Malo (@marioenelblog) que dice: “Rodolfo Hernández se parece mucho al Flautista de Hamelin: no hay rata que se niegue a seguirlo”. Su comparación es acertada. Detrás de ese inocuo personaje conocido como “RH” se han venido situando quienes no quieren ver o entender el estado del país, así como aquellos a quienes los malos olores atraen. Ya que hacemos referencia a la abreviatura RH, recordábamos que en tanto factor sanguíneo este puede ser positivo o negativo y nos preguntamos ¿cuál será el RH de “RH”? Si se atuviera a la personalidad, seguro que sería negativo. Para quienes no entienden de hematología, según el sabio Google, el factor RH es una proteína integrada en los glóbulos rojos o eritrocitos. Algunos godos todavía hablan de sangre azul y nosotros seguimos con la duda de si el señor “RH”, quien odia a los sindicatos; desprecia a las mujeres; desconoce cuál es la tarea del Congreso y ubica a la Virgen viviendo en una zona de tolerancia, pertenece a ese grupo sanguíneo.

No entendemos cómo en un país de pobres al nivel de Haití se pueden apoyar las ideas de Hernández, quien le apuesta a desfinanciar programas sociales y desmontar progresivamente el Estado. Pero estuvimos pensando, si nuestros conciudadanos fueron capaces de imponernos al actual presidente, ¿qué tendría de raro que elijan a un señor que se cree con el derecho de decidir el proyecto de vida de la mitad de la población? Un biólogo nos decía que, si arriman al señor “RH” a una estufa, se le queman los huevos a un metro. Es tal la pureza virginal de este candidato –abrazado por demócratas renegados– que se atrevió a decir en una reunión que había cometido un “atraco” al vender predios que no valdrían miles de pesos por 100 millones a gente pobre. No solo confiesa que los “atracó”, además se ríe de su proeza. Tristeza da a quienes hemos sido admiradores de ciertos líderes políticos verlos por estos días haciendo fila detrás de Fajardo para arrimarse al redentor Hernández y que este les de su bendición.

Pensando en el monstruo de Frankenstein, no recordamos haber visto un capítulo en el cual Frankenstein agrediera a su creador. A diferencia de este, la semana que pasó vimos que los periodistas fueron víctimas de su propio invento: ese “monstruo” de la política –creado y alimentado en algunas salas de redacción con el claro propósito de contrarrestar el avance de Petro– se les salió de control como en circo fracasado y se vino contra ellos. Le dieron alas de águila a una lechuza nocturna, se les elevó y les cayó encima. Amigos periodistas, no hay que soplar demasiado en el mismo globo porque termina por reventarse.

Cuando uno mira lo que pasa en Circombia, llega a la conclusión de que estamos tan descuadernados como un cuaderno de kínder. No otra cosa puede decirse de un país en el que la mayoría –de la minoría que vota– decide que no quiere la paz y un aprendiz a presidente se niega a cumplir la orden de un juez. Esta semana terminó con el desacato al desacato impuesto al presidente por incumplir una orden de un juez de tutela. A Duque no le bastó con desobedecer la orden de arresto dictada por el Tribunal, se fue de frente y acusó a los magistrados que la suscribieron de incurrir en el delito de prevaricato. ¿Qué se puede esperar de un gobierno liderado por un individuo que viola fallos y ataca jueces de la República? Para fortuna de todos, quedan pocos días de esta ignominia. Con un poco de suerte, el joven aprendiz no podrá encaramar a quien quiere que le suceda en la silla vacía y decimos vacía porque la Casa de Nariño no ha visto a un presidente desde el 7 de agosto de 2018.

Los sueños de la emperatriz

Hace unos años estuvimos en China y conocimos los palacios que la Emperatriz Cixí ordenó construir en la Ciudad Prohibida, siendo el más llamativo un barco de mármol que está surto en un lago. El sentimiento de poder de Cixí se asemeja mucho al de nuestra alcaldesa, quien por estos días nos hizo saber –por intermedio de su consorte– que si el Concejo no le aprueba el plan de endeudamiento ella no apoyará a Gustavo Petro en la segunda vuelta presidencial. Tal vez la emperatriz y su consorte olvidan que hay una conducta prevista en el Código Penal llamada constreñimiento ilegal, que se da de amenazar a otro (o a otros) con tomar medidas que le pueden afectar si no dan gusto a sus caprichos. Consideramos que los directivos de la campaña de Gustavo Petro, así como quienes eran destinatarios del mensaje emitido en entrevista con un medio radial, están en mora de interponer acciones legales.

Los arrebatos de la alcaldesa se perciben hasta en los actos más simples de la administración. Conocimos de una orden de comparendo expedida por la Secretaría de Movilidad –o Inmovilidad, que se ajustaría mejor a la realidad– en la que le informan al propietario del vehículo infractor que “NO se recibe (sic) comunicado escrito o derecho de petición”. ¿Quién le ha dicho a la emperatriz que ella puede imponer su voluntad por encima de la ley? Los ciudadanos podemos presentar cuantos derechos de petición se nos dé la gana y las entidades están en la obligación de resolverlos. Esta restricción comprendida en un acto administrativo infringe derechos fundamentales y debe tenerse por no escrita, pues contraviene sin fundamento legal un imperativo legal. Señora emperatriz, si quiere conocer algo tan estático como Bogotá durante su gobierno le invitamos a visitar el barco de mármol en Beijing, puede que se sorprenda.

Coletilla a cargo de nuestro colaborador invitado, el representante a la Cámara electo y miembro del Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo, Alirio Uribe Muñoz: “Esperamos que los 8,5 millones de colombianos que votaron por Petro y Francia nos ayuden a buscar un voto, si duplicas tu voto tendremos el cambio real que necesita Colombia.”

Adenda: doña Cecilia bien podría habernos dicho, “esta será la suerte de Colombia con mi hijo de presidente”.

Para muchos –en un supuesto gobierno de ‘RH’– la directora ideal para el ICBF sería, nadie más ni nadie menos, que su señora madre. Esto, de acuerdo con sus nobles métodos de enseñanza, por lo visto, impartidas a su tierno hijito.

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