El sueño de la justicia

Colombia ha sido durante toda su historia republicana un país con un amplio marco jurídico. Hemos soñado de manera incesante convertir la imagen de la justicia en realidad cotidiana para los y las ciudadanas. Esa imagen, representada en una mujer de ojos vendados que no diferencia raza, condición económica, de género o cualquiera que le podamos poner a un ser humano, esa imagen ¡ha fracasado!

Colombia tiene muy pocos funcionarios para atender las grandes problemáticas de nuestro país. Nuestros jueces no alcanzan a atender los millones de casos que día a día llegan a sus despachos, tenemos un sistema de justicia punitiva que no encuentra otra forma de resolver los problemas sociales, solo la cárcel…

Adicionalmente, nuestro sistema carcelario se encuentra tan estratificado como nuestra sociedad: los presos pueden dormir en corredores si no tienen con qué pagar los llamados cambuches o en cómodas y elegantes habitaciones si su plata casi siempre ilegal, alcanza para pagarlas. Para poner la cereza en el pastel, encontramos a los llamados delincuentes de cuello blanco cumpliendo sus condenas en sus mansiones o fincas lujosas de recreo.

Mientras unos y unas esperan durante años que su caso sea resuelto, para otros y otras la justicia camina rápidamente. En el caso de Nicolás Petro, la justicia actuó con rapidez, eso en sí mismo no es malo, solo que quisiéramos tener una justicia que le diera prontitud a todos y cada uno de los casos que llegaran a los muy cargados escritorios de nuestros jueces y juezas.

Sin lugar a dudas, este no es un problema de los y las trabajadoras de la justicia, es imposible que un país que le entrega más plata al sector de Defensa que al de la Justicia pueda hablar de prontitud y celeridad en la administración de justicia para el país.

Esta semana, el tema del asunto judicial se ha vuelto de moda, luego de la captura de Nicolás Petro y su exesposa, la sociedad se pregunta si era necesaria la detención, si se cuidaron los derechos a la intimidad en los allanamientos, si la captura tiene o no visos políticos, si el Presidente de la República es culpable o no por el supuesto comportamiento de su hijo.

Al fin de cuentas, lo único que queremos los y las colombianas es una justicia con los ojos vendados, que nos mire a todos y todas en condiciones de igualdad, que el derecho al debido proceso sea igual para todos, que la política no toque ni de lejos la administración de justicia, que los derechos humanos sean en igualdad de condiciones para quienes están en nuestras cárceles, en fin, que el Estado Social de Derecho sea una realidad nacional.

PD. La condición humana debe mirar a todas las familias colombianas que sufren la desgracia de tener a uno de sus miembros en la cárcel con respeto y comprensión por su dolor personal y el drama que los acompaña. Esto incluye al Presidente de la República y a la señora humilde habitante de la comuna 1 de Medellín. Solidaridad y amor para todos los seres humanos que viven este dolor.