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La reforma que hizo “chillar” a los ricos…de felicidad

Por Mario Alejandro Valencia / Red de Justicia Tributaria  

La desigualdad económica, entendida como la brecha entre ricos y pobres al interior de una sociedad, es uno de los problemas más graves que ha generado el actual modelo de globalización neoliberal. Ocuparse de esta situación no es una causa menor para la humanidad. Todavía recordamos al movimiento del verano de 2011, “Occupy Wall Street”, cuyo lema central: “We are the 99%” (Somos el 99%), denunció que el ingreso estaba concentrado en el 1% de la población,

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Por Mario Alejandro Valencia / Red de Justicia Tributaria  

La desigualdad económica, entendida como la brecha entre ricos y pobres al interior de una sociedad, es uno de los problemas más graves que ha generado el actual modelo de globalización neoliberal. Ocuparse de esta situación no es una causa menor para la humanidad. Todavía recordamos al movimiento del verano de 2011, “Occupy Wall Street”, cuyo lema central: “We are the 99%” (Somos el 99%), denunció que el ingreso estaba concentrado en el 1% de la población,

mientras las necesidades, la desesperanza y la falta de oportunidades, en el resto.

En Colombia,  a partir de 1990, los gobiernos decidieron convertir al Estado en una especie de garante para los negocios de las transnacionales, trayendo como consecuencia la destrucción de buena parte de la producción agrícola e industrial nacional, y con ella la pérdida de empleos de calidad. Como resultado, durante años nuestro país ha ocupado los primeros lugares en desigualdad a nivel mundial. En el año 2011 -según el PNUD- obtuvimos la medalla de bronce, solo superados por Haití y Angola. Para el 2013, a pesar de haber salido del podio, Colombia fue el cuarto país más desigual de América Latina, después de Guatemala, Bolivia y Honduras.
 
¿Cómo influyen los tributos en la desigualdad?

Aunque la teoría económica plantea que los tributos deben ser un mecanismo para evitar la concentración de la riqueza, en el caso colombiano su estructura es un factor determinante para profundizar la desigualdad.

Según el Banco Mundial[1], la concentración del ingreso en el país, medido por el índice de GINI, sin cobrar IVA es de 0.59, pero cuando después del IVA aumenta a 0.60, prueba de que los impuestos no ayudan a desconcentrar la riqueza, sino todo lo contrario.  Así mismo, el estudio da cuenta que en la estructura tributaria del país existen 201 beneficios tributarios, cuyo costo fiscal asciende a 20.4 billones de pesos y sobre los cuales, según la institución, “no conocemos su beneficio neto para la sociedad”. Resulta por lo menos irresponsable, que un Estado se dé el lujo de renunciar a semejante suma de dinero, tan necesaria para inversión social e infraestructura, sin siquiera medir si está contribuyendo o no al desarrollo del país.

Un análisis de la Contraloría General de la Nación[2], en el mismo camino de lo planteado por el Banco Mundial, muestra  que por cada $100 pesos de ingreso bruto, los asalariados pagan $5 en tributos, mientras los rentistas de capital pagan $1.8, constituyéndose en un factor de inequidad en la estructura tributaria del país.

Incluso el gobierno de Santos aceptó esta condición de desigualdad: cuando se presentó al Congreso de la República la exposición de motivos de la reforma tributaria en 2012, el ministro Mauricio Cárdenas manifestó que el propósito era disminuir la desigualdad y aumentar la formalidad del empleo. El presidente Santos hasta llegó a plantear que la reforma haría “chillar” a los ricos.

No obstante, destacados académicos, expertos tributaristas, algunos sectores políticos y la Red de Justicia Tributaria, advertimos sobre la improvisación del proyecto, la falta de estudios técnicos que respaldaran los argumentos oficiales (el mismo director de la DIAN, Juan Ricardo Ortega, confesó en una grabación que él se inventó las cifras de la reforma), y develamos la verdadera naturaleza de la iniciativa: una ley más para transferir riqueza desde la sociedad hacia los grandes capitales. Una ley que no eliminó uno solo de los beneficios tributarios a los grandes capitales que operan en Colombia.

Los resultados de la reforma

A un año de haberse implementado la ley 1607 de 2012, que reforma la estructura tributaria del país, y sin  tener acceso aún a las cifras definitivas de recaudo del año, lo que sí es evidente es que el gobierno de Santos engañó a los colombianos en sus propósitos.

Es evidente que fue una reforma para concentrar más la riqueza, al disminuir en 21.5% la carga impositiva a las ganancias del capital (8% en el Impuesto sobre la Renta y 13.5% en los parafiscales) y solo aumentarla en 9% con el CREE,  hasta 2015. Es cierto que el recaudo total en impuestos aumentó en 4.3 billones, entre enero y octubre de 2013 con relación al año anterior, pero la tasa de crecimiento del mismo bajó del 17 al 5 por ciento, lo que muestra una menor dinámica en el recaudo.

A pesar de que el gobierno bajó la meta de recaudo del CREE de 4.3 a 3.4 billones de pesos, a octubre sólo había recaudado 2 billones, prueba de que este nuevo impuesto no alcanzó a recaudar lo suficiente para financiar al SENA y el ICBF. Significa que el aumento en el presupuesto de estas instituciones para 2014, no correrá por cuenta de los empresarios, sino que saldrá del bolsillo de los colombianos, vía Presupuesto General de la Nación.

Santos es un mago en la generación de empleo

Uno de los aspectos más destacados en el balance de la reforma, por ser el argumento preferido del ministro Mauricio Cárdenas al intentar mostrar resultados positivos, es el relacionado con la generación y formalización del empleo. Según el Ministro, gracias a la Reforma se han creado 660.000 empleos. Cifra que es, para ser generoso, una realidad amañada, que parece sacada de un sombrero.

Primero, porque la eliminación del pago de los parafiscales solo comenzó a aplicar en junio, por lo tanto el Ministro no puede decir que los 660.000 que –según él-  se crearon a lo largo de 2013, son gracias a la reforma. Segundo, porque no existen estudios técnicos que prueben que esa creación de empleo tiene una relación directa con la reforma.

Lo cierto, según las cifras del DANE, es que entre enero y octubre de 2013 la industria perdió 110.000 puestos de trabajo y la agricultura 82.000. Los empleos nuevos se crearon en sectores que no generan valor agregado para la economía, como el comercio, la intermediación financiera y las actividades inmobiliarias, o que no se ven afectados con la Reforma Tributaria, como el sector público, tal como lo evidenció el investigador Stefano Farné[3].

Adicionalmente, los trucos estadísticos con las cifras de desempleo fueron un recurso mediático para el presidente Santos durante 2013. Los datos históricamente bajos del desempleo, no concuerdan con la tasa de crecimiento de la ocupación, es decir, de la generación de empleo, que pasó de 4.1% en 2012 a 1.5% a octubre de 2013. Esta última cifra es exactamente igual a la tasa de crecimiento de la Población en Edad de Trabajar, es decir, que en términos reales no se están generando empleos nuevos. Visto de otra forma, si se analiza la tasa de decrecimiento de los desocupados (desempleo), que a noviembre de 2013 fue de 6.13%, no se explica ¿cómo fue que tantas personas salieron del desempleo si la tasa de ocupados durante este mismo periodo creció solamente al 1.6%? magia, magia!

Los impuestos, un debate pendiente

Convertir a Colombia en una sociedad justa e igualitaria, aspiración que tenemos quienes creemos en la democracia, implica dar un debate a fondo sobre el modelo económico que privilegia al capital foráneo por encima del ahorro y la producción nacional.

Lo justo y lo necesario para nuestro país, es que quienes más obtienen ganancias sean quienes más paguen impuestos. Sin embargo, lo que ocurre es que los trabajadores son cargados con más gravámenes, bajo la lógica perversa de que ganar más de un salario mínimo los convierte en millonarios. Al mismo tiempo, los grandes capitales reciben jugosos beneficios tributarios, lo que provoca que en la práctica una multinacional extranjera nunca pague la tasa nominal de impuestos sobre la renta, que sí paga un pequeño empresario nacional.

No existe un solo estudio que muestre los beneficios para el país de las exenciones tributarias al capital foráneo, y aun a pesar de las necesidades de los habitantes, estos no se tocan. De cara a la próxima contienda electoral, es ineludible dar un debate a fondo sobre el costo fiscal de la política de confianza inversionista, y la urgente eliminación de estos beneficios.

[1] El gasto tributaria en Colombia. Banco Mundial, Junio 2012.
[2] Comentarios de la Contraloría General de la República al proyecto de ley No. 166/2012 C, 134/12 S, “por el cual se expiden normas en materia de tributación y se dictan otras disposiciones”. Contraloría General de la República, noviembre 30 de 2012.
[3] ¿Qué está pasando en el mercado laboral? Stefano Farné. El Tiempo, 26 diciembre de 2014. http://justiciatributaria.co/que-esta-pasando-en-el-mercado-laboral/

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