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Los secretos más íntimos de Sergio Fajardo, contados por sus hijos

Fue en Medellín. Hace seis meses y era una película oriental: ‘La Doncella’. Aunque ya corrían rumores, Mariana ignoraba que en mucho tiempo no podría volver a compartir tranquilamente con su padre.

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Fue en Medellín. Hace seis meses y era una película oriental: ‘La Doncella’. Aunque ya corrían rumores, Mariana ignoraba que en mucho tiempo no podría volver a compartir tranquilamente con su padre.

 

Fue en Medellín. Hace seis meses y era una película oriental: ‘La Doncella’. Aunque ya corrían rumores, Mariana ignoraba que en mucho tiempo no podría volver a compartir tranquilamente con su padre.

Ahora él es el jefe de una empresa que se llama campaña a la Presidencia de la República y ella, una de las voces más importantes del Equipo Programático del candidato Sergio Fajardo Valderrama.

Solo que la diligente subalterna tiene ventajas: sabe de antaño que cuando él frunce el ceño no es que esté disgustado sino concentrado, y que la timidez es una característica que el matemático egresado de la Universidad de los Andes no ha logrado superar.

Además, Mariana, quien a los 13 años ya supo lo que era ser la hija del Alcalde (de Medellín), también tiene claro que la disciplina y la puntualidad no son características que su padre haya adquirido durante 25 y más años como docente universitario sino una filosofía de vida que terminó por impregnárseles a ella y a Alejandro, su hermano mayor.

De hecho, de 28 años y bióloga de profesión, ella también es docente. “Fueron pocas las veces que me ayudó con las tareas. Siempre manejó mucha independencia en nuestros procesos de aprendizaje. Si había alguna duda, la revisábamos, pero no más”, recuerda la consentida de quien hizo parte del Consejo Nacional de Ciencias Básicas y de la Comisión Nacional de Maestrías y Doctorados y ha sido invitado como profesor visitante a universidades de Estados Unidos y América Latina.

A su vez, Alejandro, que hoy suma 32 años, heredó no solo las anchas cejas de su papá sino su pasión por las matemáticas: “Son una manera de extraer conceptos básicos sobre el mundo para aplicarlos en la vida”.

Esos conceptos y los conocimientos adquiridos en su maestría de economía y en su doctorado de ciencias políticas los ha puesto este año al servicio de la candidatura de su padre, en el Comité Estratégico, “que toma las decisiones importantes de la campaña”.

Pero no todos los recuerdos que Mariana y Alejandro tienen de su papá son académicos. Los paseos de vacaciones decembrinas a San Onofre, Sucre, cerca a la playa, les resultan tan afectos y nostálgicos como la añoranza de sus ya fallecidos abuelos Mara y Raúl. De ella, dicen, Sergio heredó la pasión y el temple, y de su padre, además de las cejas pobladas, la sabiduría y la tranquilidad para no ofuscarse.

Claro está que el hoy candidato de la Coalición Colombia también tiene momentos de estrés y de agobio. Justo entonces es cuando, exiliado obligado de las carreteras por ahora, se sube en un simulador que tiene en su casa y pedalea todas sus angustias.

Es que la burrita de metal ha sido uno de los grandes amores de Sergio. De ello pueden dar fe paisajes como los de la subida a Patios, en la vía a La Calera, en Bogotá, tantas y tantas veces recorridos junto a su primogénito.

“Uno de los mejores recuerdos que tengo de niño fue cuando mi papá me enseñó a montar en bicicleta”, cuenta Alejandro, quien conocería al lado del también exgobernador muchos rincones de su natal Antioquia, como los Altos de las Palmas, Rionegro, el Oriente, La Ceja, Puerto Salgar y las riberas del río Cauca.

Queda claro entonces que el mundo de Sergio Fajardo no se agota en la academia que tanto lo enorgullece y que lo lleva a afirmar categóricamente que lo más importante que un maestro puede hacer por sus alumnos es sacar lo mejor de cada uno.

Lo suyo también es el séptimo arte: ‘Bella de día’, con Catherine Deneuve -su favorita-, ‘Resplandor’ y La Estrategia del Caracol’ son las que enumera como las películas de su vida, mientras su hija revela que, contrario a su naturaleza paisa, lo derrite un sancocho. También un partido de fútbol, sobre todo si es del ‘poderoso’ Independiente Medellín.

Pero falta por nombrar tal vez la más importante de sus debilidades: Lucrecia Ramírez, una siquiátra madre de dos hijos de la que Sergio se enamoró en el 2001, cuando ya era papá, y con la que se casó en el 2012, tras una década de vivir juntos.

Poco amante de figurar, prefiere seguir atendiendo pacientes en su consultorio de Medellín y planeando cómo lo podría continuar haciendo si su esposo se convierte en el nuevo inquilino de la Casa de Nariño.

De esa relación, Alejandro dice que la ve con respeto y admiración, mientras que Mariana prefiere guardar silencio.

El candidato, por su parte, cuenta que su mejor amigo se llamaba Luis Guillermo Venegas y que murió hace algunos años.

Pero, relata, a sus 62 años, que le quedan otros cinco que “están ahí, pase lo que pase y su compañía es muy importante hace muchos años” durante los cuales también ha incursionado en el periodismo, ya como subdirector de El Colombiano, ya columnista y hasta como participante de ‘La Luciérnaga’, de Caracol, cuyos compañeros de cabina lo recuerdan jocosamente como falto de chispa.

Así es Fajardo, el hombre, metódico y riguroso; el papá de mente positiva que en cualquier momento difícil es capaz de ver opciones, y el político apasionado para el que cada persona a la que saluda y le entrega un volante “es la más importante”.

Así es Sergio, quien ya ganó la elección del más churro aspirante a la Presidencia, cuyos días hoy por hoy empiezan a las 4:30 de la madrugada y no terminan antes de las 10:00 de la noche, y al que lo sacan de casillas la impuntualidad y la deshonestidad.

Así es el candidato que, al decir de Alejandro, ya se echó al bolsillo su voto “no porque sea mi papá sino porque es él único que puede unir a un país que ha estado profundamente dividido y que corre el riesgo de seguir dividido y porque es el que puede hacer de la educación el centro del desarrollo del país, que es lo que yo quiero”.

Tomado de http://www.elpais.com.co

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