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Nacional

Mundo de ilusiones

Por José Arlex Arias Arias  

Como en la canción del Binomio de Oro, capitaneado por el memorable Rafael Orozco, todos tenemos, a nuestra manera, un mundo de ilusiones, aquel con el que soñamos, el cual buscamos con anhelo, así seamos conscientes de que es un mundo difícil o imposible de conquistar. Es en esa fusión

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Por José Arlex Arias Arias  

Como en la canción del Binomio de Oro, capitaneado por el memorable Rafael Orozco, todos tenemos, a nuestra manera, un mundo de ilusiones, aquel con el que soñamos, el cual buscamos con anhelo, así seamos conscientes de que es un mundo difícil o imposible de conquistar. Es en esa fusión

entre lo imposible y lo realizable donde podemos perder la verdadera dimensión de las cosas y terminamos siendo presa fácil de falsos vendedores de ilusiones, de los encantadores de serpientes, de la desaforada verborrea o, en pocas palabras, de las promesas fallidas.

Con esta línea entre lo virtual y la realidad le han venido “vendiendo” a la población que el país obtiene unos “logros” que lo ubican como “un nuevo paraíso terrenal” lleno de “prósperos propietarios” y de grandes oportunidades. El grave problema para los detentadores del execrable plan es que los resultados “cacareados” no propiamente irrigan justicia económica, social y política a todos en general, sino que enmascaran la concentración permanente de los recursos, materias primas y toda la riqueza nacional en pocas manos, a través de las corporaciones nacionales y extranjeras. En sana lógica, los indicadores económicos y sociales son los que finalmente nos terminan aterrizando y sacando de ese mundo de ilusiones.

La táctica es hacer anuncios permanentes: “…Colombia es el país más feliz del mundo… La apertura de mercados nos hará uno de los países más exportadores…Las privatizaciones de servicios públicos, salud, educación, seguridad social y otros, bajarán las tarifas… Nuestra economía es la de mayor crecimiento en América…Somos el país que generamos el mayor empleo formal… El crecimiento económico es sinónimo de buenos ingresos para la población… Es mejor importar los géneros alimenticios que producirlos… Es más rentable solicitar préstamos de plata al sector financiero o a la Banca Multilateral a que la emita el Banco de la República… Estamos acabando con la pobreza, que cayó al treinta por ciento, y con la pobreza extrema, que llegó a un solo dígito… Un nuevo paro agrario le haría daños irreparables al país… Los inversionistas vienen a ayudarnos a generar riqueza y empleo…” y la relación de ilusiones la puede completar cada uno, también a su manera.  Éste es el discurso de reelección del presidente Juan Manuel Santos.

Pero despertamos de esas ilusiones y promesas fallidas, del país ideal que durante las últimas dos y media décadas nos han pintado. Puros espejitos para seguirse llevando el oro a borbotones. Nos volvimos importadores netos de mercaderías y géneros alimenticios; está arrasada la industria y el sector agropecuario cae en manos de las multinacionales; la especulación financiera se ha llevado en los últimos diez años cerca de $100 billones; las empresas de servicios públicos, los negociantes de la educación y las EPS se apropian del presupuesto; por cada dólar que traen los inversionistas, repatrian 1,2 dólares; más del 60% de los trabajadores son informales y la mayoría devengan menos de un salario mínimo, pero además, en los tres últimos años la economía ha disminuido de manera progresiva la generación de empleos formales; la miseria y la pobreza es imposible esconderla, pulula por los alrededores y le aprieta el cinturón a los perímetros ostentosos; finalmente, las regresivas reformas han servido para recortar ingresos económicos y las escasas garantías democráticas, políticas, y sociales que existían. ¡Es imposible vivir de ilusiones!  

arlexariasarias@yahoo.com

Cartagena, 31 de marzo de 2014.

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