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Privatización de ISAGEN: estrategia errada y una visión de corto plazo sobre el sector eléctrico

Por Diego Otero Prada*  

Historia del papel del Estado colombiano en la construcción de la infraestructura eléctrica y balance de veinte años de privatizaciones.

Fue una obra del Estado

El anuncio del presidente Santos sobre la privatización de la empresa estatal de producción y comercialización de energía eléctrica –ISAGEN- fue recibido con beneplácito por quienes defienden, si más, las privatizaciones.

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Por Diego Otero Prada*  

Historia del papel del Estado colombiano en la construcción de la infraestructura eléctrica y balance de veinte años de privatizaciones.

Fue una obra del Estado

El anuncio del presidente Santos sobre la privatización de la empresa estatal de producción y comercialización de energía eléctrica –ISAGEN- fue recibido con beneplácito por quienes defienden, si más, las privatizaciones.

Muchos han salido a justificar esta venta con argumentos equivocados y a partir de informaciones falsas sobre  el sector eléctrico colombiano: resulta que hoy tenemos el mejor modelo del mundo, y que lo que se hizo cuando el manejo estuvo básicamente en manos del Estado fue un desastre. Algunos llegan a decir que la crisis del sector fue entonces tan severa que la privatización fue la única manera de salvarlo.

Estos planteamientos son muy discutibles. Hay que recordar que el manejo estatal permitió electrificar al país, llevar las redes a todas partes, construir las grandes centrales y proveer a los hogares y a los sectores productivos de energía eléctrica con tarifas bajas.

El sector eléctrico colombiano nació a finales del siglo XIX por la acción de empresarios audaces, pero la falta de capital, la ineficiencia y el mal manejo de las tarifas obligaron a que el Estado tomara en sus manos las tareas de electrificación, para lo cual se crearon empresas municipales como Empresas Públicas de Medellín (EPM), Empresa Municipal de Cali (EMCALI) y Empresa de Energía de Bogotá (EEB), así como algunas empresas departamentales. Posteriormente, en 1968, se crea la empresa nacional ISA para la interconexión eléctrica, y en años subsiguientes fueron construyéndose las grandes plantas de generación.

En manos del Estado fue posible avanzar de sistemas aislados en los municipios a sistemas regionales, mediante las electrificadoras a partir de 1948 y mediante la interconexión con líneas de alto voltaje a partir de 1968. Esto suponía grandes inversiones del gobierno central. De no haber sido así, no habríamos tenido el sistema desarrollado que existía en 1990, cuando comenzaron las privatizaciones bajo el gobierno Gaviria (1990-1994).

La privatización y sus efectos

Como parte de la reestructuración del sector eléctrico, ISA se dividió en dos empresas: ISA transmisión e ISAGEN para generar energía. La división se justificó con el argumento de que así aumentaría la competitividad, ignorando que Estados Unidos, Francia y otros países desarrollados habían optado por empresas integradas.

Desde 1994 se aceleró el proceso de privatización, con efectos negativos, especialmente en materia de tarifas, que desde entonces han crecido por encima de la inflación anual. Esta ha sido una de las condiciones para atraer al capital privado, fundamentalmente extranjero.

Las tarifas en Colombia son muy altas y los parámetros establecidos por la Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG) incluyen rentabilidades elevadas sobre el capital y sobre activos revaluados -incluyendo lo que se llama riesgo país-. Es el modo – se dice- de atraer inversión extranjera. Pero esta actividad resulta tan rentable que ISA invierte en el exterior y en vías en Antioquia, así como la EEB invierte en el extranjero. Les sobra plata y no saben qué hacer con ella.

Las tarifas, en efecto, son muy altas: los pequeños y medianos industriales en Colombia pagan el doble por energía eléctrica que sus contrapartes en Estados Unidos. Y estas tarifas afectan por igual la economía de millones de hogares y la competitividad de las empresas productivas: razón tienen en quejarse los industriales, los comerciantes, los empresarios del turismo y la agroindustria.

Esto no tiene sentido en un país rico en recursos naturales.

El sector eléctrico es estratégico y no debería haber sido privatizado, salvo en algunos casos excepcionales. Ha primado la ideología para beneficio de intereses privados internacionales y en contra de los intereses nacionales.

El peso de ISAGEN

La capacidad instalada actual en el sector eléctrico es de 14.368 megavatios, de los cuales ISAGEN aporta 2.212 megavatios: es la tercera empresa generadora, después de EPM e Engenheiros Especializados S/A (EMGESA).

Estas tres empresas representan el 58,4 por ciento de la capacidad generadora en Colombia. Si se agrega la capacidad de GECELCA en la Costa Atlántica, considerando sus contratos con Termobarranquilla S.A (TEBSA), para un total de 2289 megavatios, las cuatro empresas controlan el 74,3 por ciento de la capacidad generadora. Es decir, el sector eléctrico colombiano tiene un alto grado de concentración — lo cual a se presta a la manipulación de los precios.

La capacidad de ISAGEN aumentará al comenzar a operar HIDROSOGAMOSO, con 820 megavatios. Este proyecto se debe a la presión del gobierno departamental de Boyacá, y no se habría realizado si ISAGEN estuviese en manos de inversionistas españoles, italianos, ingleses o estadunidenses.

Así ocurrió con EMGESA, privatizada y parcialmente adquirida por ENDESA de España en 1997, que hace apenas un año comenzó a construir el proyecto de El Quimbo y que antes había preferido descapitalizarse para a enviar utilidades a su casa matriz.

No hay buenas razones

El único argumento del gobierno para vender su participación en ISAGEN es la necesidad de obtener recursos para la construcción de infraestructura vial. Según el Ministro de Hacienda, la venta produciría 4,5 billones de pesos para ese efecto.

No hay razones técnicas ni económicas para vender la participación del gobierno nacional en ISAGEN. Es una empresa bien manejada, que en 2012 produjo utilidades de más de 220.000 millones de pesos. ISAGEN debe permanecer bajo el control público por varias razones:

• Porque permite controlar los precios en un sector oligopólico,

• Porque permite atender emergencias, pues es más fácil ordenar a una empresa pública  que instale plantas de urgencia,

• Porque permite invertir en proyectos regionales con un sentido de desarrollo que no tiene la empresa privada.

• Porque el sector privado -especialmente los extranjeros- no invierten en centrales hidroeléctricas. Ellos quieren proyectos de rápida maduración como las turbogases y, si acaso, plantas térmicas de carbón. Les gustan las empresas establecidas que den utilidades rápidamente.

• Porque los bienes y servicios requeridos por esta empresa pueden ser de producción nacional. Este es un problema grave porque la ingeniería nacional está desapareciendo por los TLC y las privatizaciones.

Muy loable invertir en vías, pero los recursos para estas pueden provenir de otras fuentes, especialmente de cuatro:

1. Endeudamiento del gobierno, que no es alto en Colombia. La deuda se pagaría con las utilidades de ISAGEN.

2. Reduciendo la corrupción, que puede estimarse al menos en 10 billones de pesos anuales.

3. Aumentando los impuestos al sector minero que actualmente son bajos.

4. Avanzando en el proceso de paz, lo cual le podría reportar al Estado un ahorro de 10 billones de pesos anuales.

Es decir, hay alternativas para conseguir los recursos que busca el Ministerio de Hacienda.

Un mal camino

Pero quizá lo peor de privatizar ISAGEN sería que después vendrían ISA y ECOPETROL, con el mismo argumento de obtener recursos para vías, educación, salud u otros rubros meritorios.

Desde comienzos de la década de 1990 las privatizaciones han sido recurrentes. La más significativa en los últimos años se produjo bajo el gobierno Uribe, cuando se dio la venta de 10 por ciento de las acciones de ECOPETROL. En esto hay continuidad entre Santos y Uribe.

No debemos seguir privatizando las pocas empresas estatales que existen. Es una visión de muy corto plazo que no percibe la importancia de tener activos tan valiosos y rentables para el gobierno y para la sociedad.

*Ingeniero eléctrico de la Universidad de los Andes, PH.D en economía de la Universidad de Pensilvania, ex gerente del Instituto Colombiano de Energía Eléctrica, ex presidente de la Asociación Colombiana de Ingenieros Electricistas, Mecánicos, Electrónicos y Afines, consultor internacional, autor de numerosas publicaciones y actual Rector de la Universidad Uniciencia extensión Bucaramanga.

 

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