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¡A conjurar la epidemia entre todos! ¡A exigirle al Gobierno de Duque que atienda, o atienda!

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Después de quince días de haberse confirmado por parte del Ministerio de Salud el primer caso de Coronavirus en Colombia y, con la evidente multiplicación de los casos en distintas ciudades, incluida Bucaramanga, las instituciones gubernamentales de un lado, y la sociedad en general, del otro, vienen actuando con supremo estoicismo frente a una crisis de salud pública, de implicaciones monumentales, en términos de efectos negativos para la población.

Desde el gobierno nacional, en cabeza de Iván Duque, pasando por gobernadores y alcaldes, no sólo se observan las profundas ignorancias en el manejo de una situación que sin pretender ningún ‘extremismo’ parece haberse salido de las manos ya, pues si tomamos la historia de la propagación del contagio en otros países para hacer un paralelo con el nuestro, encontramos por ejemplo, que en el caso de Italia, el segundo país con más casos en el mundo hasta la fecha, durante los primeros quince días del contagio, registro solo 17 casos; en Colombia llevamos en el mismo lapso 93.  

Algunas estimaciones con base en el nivel de propagación del virus entre Italia y Colombia que se vienen haciendo por algunos médicos y trabajadores de la salud de manera extraoficial prevén que la cresta de crecimiento será entre 4 y 6 veces superior a la de Italia durante el mismo periodo comparado, es decir, entre 124.000 a 186.000 casos en un mes y medio (Finales de Abril-comienzos de Mayo). Esto, obviamente si se sigue el ejemplo de Italia.

Ahora bien, si contrastamos la situación de Italia con nuestra realidad, es casi inevitable que suframos las peores consecuencias, pues aquí como allá, viene haciendo carrera la caricaturización y romanización de la epidemia con actitudes inverosímiles que van desde la creación de memes  en internet, pasando por la incredulidad religiosa de enormes sectores de nuestra población que manifiestan por doquier “yo no le paro bolas a eso” “a mí eso no me da” , hasta la pésima gestión político-administrativa en materia de sanidad y orden público por parte del gobierno y sus entidades.

Una muestra de ello es la actitud obstinada del presidente de no cerrar la frontera aérea (Justamente por donde se importó el COVID-19 al país) y de declarar un estado de emergencia social para imponer mediante decreto desde el nivel central las medidas en materia de orden público, desconociendo la necesidad de alcaldes y gobernadores de poder actuar en esta misma materia; en lugar de concentrarse en atender como una prioridad las medidas de salud pública y sanidad que son urgentes.   

Las incompetencias vienen siendo abismales y las respuestas para enfrentar el virus carente de responsabilidad por parte de los principales gobernantes (De Duque para abajo)  y de comprensión por parte de la inmensa mayoría de los colombianos.

Llama poderosamente la atención la negligencia y desidia que desde las instituciones de salud existe en materia de barrera biologica para el personal médico; muchos médicos hoy nisiquiera disponen de trajes aislantes. Es el caso de Bucaramanga reportado en el ISABU; los internos agremiados en la ANIR vienen enviando solicitudes a todas las entidades exigiendo medidas de protección laboral; y muchos trabajadores de la salud ya expresan preocupación por el alto riesgo que corren, al punto que también exigen ser puestos en “cuarentena”.

Ante esta situación la ciudadanía del país, si no quiere verse abocada a una tragedia magna, deberá pasar del meme y el comentario audaz o gracioso en internet a la acción real y presionar tenazmente al gobierno nacional y los gobiernos locales, la implementación de las medidas que vienen dando resultados positivos en otros países.

Urgen acciones de profundo calado para las cuales se deben destinar miles de millones de pesos, entre ellas, aumentar el personal médico y sanitario, adquirir equipos y materiales clínicos y científicos, implementar protocolos de detención a tiempo del virus como los realizados en Corea del Sur,  cerrar las vías de procedencia del virus (El Dorado), aislar efectivamente a los ciudadanos, especialmente en las grandes ciudades, donde existen sistemas masivos de transporte, los cuales deben seguir estrictamente controles de protección, limpieza  y de no concentración; los espacios públicos deben restringirse al mínimo y debe garantirse a cualquier costo la implementación de fuertes campañas de promoción del lavado de manos y de in-interacción física entre las personas, teniendo en cuenta que de estas dos acciones depende la reducción de más del 50% de los casos de contagio.

Para esto debe partirse de la necesidad real de que toda la población pueda acceder a jabones y geles gratuitos, como lo ha propuesto el senador Robledo. En síntesis, todo el esfuerzo del Estado debe volcarse, principalmente, a las  tareas de prevención y protección de la gente frente al COVID-19. La actual emergencia social en la que estamos no da cabida a improvisaciones ni derroches de “genialidad” criolla.

La ciudadanía debe ganar este pulso a su favor, de no hacerlo, las consecuencias serán muy lamentables. El pueblo colombiano está contra el tiempo y las acciones para blindarse y paliar de la mejor manera la epidemia tienen como punto de partida la exigencia  temperamental al gobierno Duque de medidas económicas y sanitarias reales para toda la nación. Esta vez la ciudadanía no está en opción de perder frente al gobierno: o Duque atiende, o atiende; no hay más posibilidades.   

Por Saulo Lizarazo,

Filósofo UIS

Miembro de la Unión Nacional de Artistas –UNA-

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