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A pocos días del IV Congreso Nacional, Clara López y Jorge Robledo llaman a consolidar la unidad del Polo Democrático Alternativo

A menos de una semana para la realización del IV Congreso Nacional del Polo Democrático Alternativo, su presidenta, Clara López Obregón, y el senador Jorge Enrique Robledo se pronunciaron a través de sendas columnas de opinión exhortando a los dirigentes y a la militancia a consolidar la cohesión y unidad de esta colectividad de izquierda para continuar proyectándola como la herramienta política capaz de promover y protagonizar los cambio socioeconómicos tantas veces aplazados en Colombia.

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A menos de una semana para la realización del IV Congreso Nacional del Polo Democrático Alternativo, su presidenta, Clara López Obregón, y el senador Jorge Enrique Robledo se pronunciaron a través de sendas columnas de opinión exhortando a los dirigentes y a la militancia a consolidar la cohesión y unidad de esta colectividad de izquierda para continuar proyectándola como la herramienta política capaz de promover y protagonizar los cambio socioeconómicos tantas veces aplazados en Colombia.

López Obregón ya se había pronunciado al respecto en una entrevista concedida hacer pocos días al diario El Tiempo, en la que fue enfática en señalar que la voluntad al interior de la colectividad amarilla es la de seguir trabajando todos los sectores y tendencias por la unidad del Polo.

“Por encima de todo, el Polo Democrático debe estar unido, incluso por encima de las diferencias de sus dirigentes”, dijo la excandidata presidencial en esa oportunidad.

No obstante las diferencias sobre estrategia y táctica del Polo que han venido sosteniendo durante los últimos meses tanto López Obregón como Robledo, en vísperas de la realización del IV Congreso del partido, ambos dirigentes en sus respectivas columnas de opinión abogan por tramitar las diferencias de la mejor manera en aras de mantener y consolidar la unidad de la colectividad amarilla.

“Que se den controversias dentro del Polo es apenas natural. Sobre ello no hay que dejarse confundir por la ingenuidad o el fariseísmo. El punto es tener la sabiduría para resolverlas a favor de la unidad del partido y sobre el respeto a los acuerdos fundacionales”, expresó Robledo.

Columnas de opinión de Clara López y Jorge Enrique Robledo

Unidad en democracia
Por Clara López Obregón

El Polo Democrático se prepara para la realización de su Congreso Nacional, el cuarto en sus 10 años de existencia. Sobresale la vocación democrática del Polo que somete a su dirigencia y el direccionamiento político del partido, cada dos años y sin derechos propios, al dictamen de las urnas. Los 772 delegados y delegadas, elegidas popularmente por disposición estatutaria, tienen el mandato de direccionar al Partido en una coyuntura bien diferente a la de su fundación, cuando arreciaba la salida militar al conflicto armado. Las distintas expresiones políticas que se expresan al interior hicieron campaña alrededor de tesis políticas que ahora el colectivo debe abordar con responsabilidad para que en el proceso de adopción de decisiones se mantenga y fortalezca la unidad interna que todos los sectores están comprometidos a proteger.

Los delegados y delegadas tienen el reto de buscar fórmulas sobre por lo menos dos temáticas: el grado de involucramiento del partido en el apoyo al proceso de diálogos para la paz y la política de alianzas o, más concretamente, los mecanismos de  convergencia con las fuerzas de la izquierda, alternativas y la democracia para avanzar en materia de poder local y regional, tanto en las elecciones de octubre y como para disputar con éxito el poder político nacional en el 2018. En este contexto, tiene gran valor el mensaje de Polo Unido enviado por el senador Robledo.

Así mismo, son enormes los espacios de consenso que no debemos despreciar: la defensa de la soberanía nacional y la unidad latinoamericana y del Caribe, la oposición al modelo neoliberal que hoy encarna el Gobierno Nacional, la defensa de los derechos sociales, el empleo decente, los servicios públicos y la defensa de lo público, entre tantos elementos de coincidencia que llevaron a distintas expresiones, algunas hoy separadas, a pactar un ideario común que siguen compartiendo.

Retomar y avanzar en el proceso de unidad de las fuerzas de izquierda democrática con un programa común en cumplimiento de ese Ideario de Unidad fue el factor de éxito en la primera vuelta de las elecciones presidenciales donde la alianza Polo-UP obtuvo 2 millones de votos. En la segunda vuelta, el voto por la paz significó que se hayan mantenido los diálogos de La Habana, la base de las conversaciones con el ELN y la esperanza de paz en un país que lleva más de 50 años de guerra. El Polo no debe marginarse de este esfuerzo que constituye una de las tareas prioritarias de la coyuntura actual. Sin el éxito del proceso de paz, será imposible profundizar la democracia para acceder al poder político nacional.

El Ideario de Unidad contiene muchas pistas sobre las intenciones de los fundadores en materia de paz y unidad. En su párrafo introductorio se lee, “Conscientes de la profunda crisis nacional y convencidos de que la vía para la transformación de las estructuras económicas, políticas y sociales de Colombia solo la encontraremos con el ejercicio pleno de la soberanía nacional y con la profundización de la democracia hoy cada vez más restringida, los afiliados del Polo Democrático Alternativo nos comprometemos a avanzar en el proceso de unidad de las fuerzas de izquierda democrática.” Más adelante el mismo Ideario rechaza la violencia como herramienta política, aboga por la lucha de masas pacífica, la salida política negociada al conflicto armado interno, los acuerdos humanitarios, el desmonte del paramilitarismo, los derechos de las víctimas, la recuperación de la verdad histórica y la superación de la persecución de las personas por sus ideas políticas.

El expresidente del Polo, Carlos Gaviria, resaltaba el deber ético del cumplimiento de las reglas del juego como base para la convivencia. La democracia no se puede entender sin el apego a las reglas previamente acordadas. Los estatutos del Polo contienen las reglas para preservar la unidad en democracia: Reconocimiento y respeto de los derechos de las mayorías y minorías (art. 17) y toma de decisiones por mayoría de votos, sin perjuicio de que se busque el consenso (art. 19); consenso que dicho sea de paso ya se viene buscando en diálogos con la participación de los integrantes de la bancada parlamentaria y dirigentes nacionales de varias tendencias del partido.

Con todo, Carlos Gaviria repetía que el consenso, cuando no se logra, es paralizante y señalaba cómo la unanimidad excluye el libre juego de mayorías y minorías, con respeto del disenso; que son pilares de la democracia. Nada tiene de vergonzante pertenecer a una expresión minoritaria ni pueden atribuirse calidad excepcional alguna quienes participan de la mayoría. Unos y otros merecen el mayor respeto dentro de la deliberación política que debe proyectarse como herramienta de unidad en la diferencia. Las expresiones mayoritarias deben cuidarse de actuar con soberbia o desconocimiento de los derechos de las minorías y las expresiones minoritarias, de irrespetar la voluntad mayoritaria y convertir el disenso en factor de división. Unos y otros están obligados por la ética y las reglas a actuar con responsabilidad, decoro y respeto. Esa es la fórmula de la unidad en democracia.

Por un Polo unido
Por Jorge Enrique Robledo

Polistas y no polistas consideran como un triunfo del Polo la consulta en la que se eligieron los 766 delegados a su IV Congreso, que se realizará el 15 y 16 de mayo. Porque no obstante las dificultades propias de esos eventos, participaron 417 mil colombianos –2.5 veces más que en la vez anterior–, respaldo que lo confirma como la primera fuerza de la izquierda democrática, a pesar de las conspiraciones en su contra. Esta realidad, y la confirmada incapacidad de los neoliberales para resolver los graves problemas nacionales, confirman que el Polo puede jugar un papel decisivo en el futuro de Colombia.

Lo que debe seguir es un IV Congreso exitoso, que prepare al Polo para las elecciones de octubre y para que en 2018, a la cabeza de un proyecto de gran amplitud ciudadana, derrote cada candidatura presidencial continuista de la Unidad Nacional y del Centro Democrático, sectores con las mismas concepciones sobre el modelo económico, social y político y que, según las noticias, hasta podrían coincidir en el proceso de paz.

La historia enseña que los congresos que más les convienen a los partidos, incluido el Polo, son los que controlan las diferencias que inevitablemente se presentan en su seno, de manera que ratifican los acuerdos medulares que les dieron vida y van unidos a las batallas políticas de la hora. Esto incluso dejando sin resolver asuntos, permitiendo énfasis diferentes, dando tiempo a que se resuelvan los desacuerdos y se amplíen los consensos, sin duda la mejor forma de tomar decisiones. De victorias pírricas, es decir, de aquellas que se logran al costo de destruir la fuerza propia, está lleno el mundo de las soberbias.

Entre los consensos de las fuerzas que crearon al Polo –unanimidad alcanzada luego de en un año entero de conversaciones–, el primero a resaltar es que se trata de una propuesta de ruptura con la tradición liberal-conservadora y con su programa al servicio de intereses contrarios a los de la Nación, con sus prácticas politiqueras de todo vale y con sus rencillas sobre algunos asuntos, tan útiles para tramar a los incautos. Como lo reiteró Carlos Gaviria, el Polo no se concibió como un proyecto efímero, estribo para otras propuestas personales o de grupo, sino como uno con vocación de permanencia y de poder, estabilidad que sus miembros deben cuidar como el bien más preciado de la política nacional.

Según su programa, no por casualidad denominado Ideario de Unidad, el Polo pugna por la soberanía y la democracia, el progreso de la producción industrial y agropecuaria, incluida la empresarial, la reducción de la desigualdad social y la defensa de los intereses y derechos de la Nación, todo lo cual lo obliga a oponerse a Santos y a respaldar los reclamos ciudadanos. Y este programa, que el IV Congreso del Polo debe ratificar –al igual que los estatutos–, no propone eliminar la propiedad privada ni estatizar la economía, así se oponga a más privatizaciones y defienda un Estado activo a favor del país.

El Polo no se habría creado sin el consenso sobre el rechazo a la violencia como manera de tratar las diferencias entre los colombianos y a una solución negociada al conflicto armado, posiciones por las que respalda el actual proceso de paz. Estas ideas tienen razones de fondo, pero también de índole práctica. La violencia ha sido un gran estorbo para la construcción de un proyecto de izquierda democrática capaz de triunfar y transformar a Colombia. Cuánto insistió Carlos Gaviria en que el Polo no podría vencer sin convencer a la sociedad de que no tenía nada que ver con la lucha armada, labor pedagógica que debe cumplirse a toda hora y con sumo esmero, porque cualquier confusión al respecto atenta contra el éxito del proyecto.

En relación con la candidatura de Clara López a la Alcaldía de Bogotá, propuesta que podría triunfar, realmente, es un no-problema dentro del Polo, porque nadie en sus filas la ha rechazado ni ha propuesto una opción diferente. Luego en torno suyo, a su programa y su gobierno, podemos generar dentro del Partido el consenso o un respaldo abrumadoramente mayoritario, capaz de ganar más apoyos entre los sectores políticos alternativos y los ciudadanos de todos los orígenes.

Que se den controversias dentro del Polo es apenas natural. Sobre ello no hay que dejarse confundir por la ingenuidad o el fariseísmo. El punto es tener la sabiduría para resolverlas a favor de la unidad del partido y sobre el respeto a los acuerdos fundacionales.

 

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