Nacional
¿Cómo son las órdenes de los presidentes?
Por Juan Manuel López Caballero
Ahora que el país está pendiente de si la exdirectora del DAS reconocerá hasta dónde actuó bajo las órdenes superiores, piensa uno ¿cómo han dado órdenes ciertos expresidentes?
Antecedentes da la historia como el de la muerte de Tomás Becket supuestamente porque el rey Enrique II de Inglaterra, desesperado por los problemas que le causaba ese obispo, en un acceso de ira suspiró ‘ojalá alguien me librará de esa pesadilla’ y unos caballeros cercanos a él lo entendieron como una orden y lo asesinaron en las escaleras de la catedral.
Por Juan Manuel López Caballero
Ahora que el país está pendiente de si la exdirectora del DAS reconocerá hasta dónde actuó bajo las órdenes superiores, piensa uno ¿cómo han dado órdenes ciertos expresidentes?
Antecedentes da la historia como el de la muerte de Tomás Becket supuestamente porque el rey Enrique II de Inglaterra, desesperado por los problemas que le causaba ese obispo, en un acceso de ira suspiró ‘ojalá alguien me librará de esa pesadilla’ y unos caballeros cercanos a él lo entendieron como una orden y lo asesinaron en las escaleras de la catedral.
En el caso de Álvaro Uribe está la duda sobre si las ‘chuzadas’ se iniciaron bajo su orden o por lo menos con su conocimiento directo, o si sólo fue un ‘suspiro’ en voz alta que expresara el ‘ojalá tuviera uno algo para enredar a esos magistrados que tanto molestan’.
También está el caso de los votos por el ‘articulito’: es usual que para que pase una ley se establezcan componendas con los congresistas, y esa es la defensa más obvia de lo que sucedió; pero, cuando se trata de un cambio en beneficio propio y atañe a la Constitución misma, se toca un aspecto bastante más grave. La duda es si esa fue una instrucción dada directamente a sus subalternos para que hicieran esa diligencia, o si se limitó a suspirar: ‘ojalá aparecieran un par de voticos que permitan sacar esto adelante’.
Son casos donde el hecho delictuoso existe y está jurídicamente establecido pero no está clara la responsabilidad del gobernante.
A Andrés Pastrana poco se puede atribuir pues aplica la frase de Churchill refiriéndose al recién elegido primer ministro, según la cual a la sede de gobierno ‘llegó un carro vacío y de él se bajó Mr. Attlee’.
En forma más rebuscada, muchos ven el caso del proceso 8.000 y Ernesto Samper. Pero por un lado él no ha evadido el tema y sí ha fijado su posición afirmando categóricamente que si algo pasó fue a sus espaldas. Diferencia hay también en cuanto la única acusación directa nace del Botero Zea quien sostuvo que el entonces candidato le habría dicho que tendrían que recibir los dineros de ‘ellos’, entendiendo que esa era la clave para hablar de los Rodríguez Orejuela; sin embargo la sentencia contra Botero Zea es por desviar y apropiarse de recursos de la campaña y no por recibir esos dineros (es decir, el delito jurídicamente establecido no es por ingresos a la campaña sino contra ella). En todo caso sí sería interesante una versión u opinión del expresidente al respecto.
Bajo el mandato Gaviria tuvimos 17 meses de ‘apagón’ supuestamente por el fenómeno del niño, situación única en nuestra historia; la verdadera causa fue que el gobierno decidió dejar en interinidad el comité encargado de coordinar los recursos energéticos para evitar que esto sucediera. Hasta dónde fue tal la orden directa del presidente o hasta dónde sus funcionarios pensaron que era lo que deseaba, solo él podrá decirlo.
Pero lo más inquietante de ese gobierno (por los miles de muertes que a la larga produjeron) es lo sucedido cuando la fuga de Pablo Escobar y cuando el bombardeo a las Farc en Casa Verde. El primero porque Gaviria pareció sorprendido y retrasó su viaje a España para saber qué pasaba en la operación que debía trasladar al capo a otra prisión; como ni el comandante a quien competiría dicha traslado supo nada al respecto, ni se sabe bajo órdenes de quién el viceministro asumió que su presencia dentro de la Catedral sería el paso a seguir, falta la aclaración sobre quien tomó tales decisiones. Y respecto al ataque al comando guerrillero el mismo día en que se producían las elecciones que se habían citado para la que se llamaba ‘la Constituyente de la Paz’ (con lo que cerró cualquier posibilidad de diálogo para una solución política del conflicto) el Dr. Gaviria como presidente y máximo comandante de las Fuerzas Armadas se ha abstenido de negar o confirmar que hubiera sido su decisión: más bien a dejado la impresión de que fue algo que ‘interpretaron’ sus subalternos.
Pero el caso más representativo de esta situación es el de Belisario Betancur en el tema del Holocausto del Palacio Justicia. El expresidente manifestó que era el único responsable y que la actuación oficial había sido bajo sus órdenes.
Aquí las preguntas son: suspiró él también ‘ojalá que a los guerrilleros que cojan los desaparezcan’. Porque es un caso en que los delitos están sentenciados judicialmente. Y sí vamos más allá, a lo aún no sentenciado pero sí establecido en los procesos, se le escapó el deseo que con el conocimiento de que el M-19 tenía preparada una toma sería la ocasión para montar una ratonera o dio una orden concreta. Acompañado esto de sus declaraciones (apenas pasado el holocausto) citando que ‘para ser buen gobernante hay que ser buen carnicero’, convendría aclarara hasta dónde llegaron sus instrucciones, o hasta dónde los militares en un exceso de diligencia creyeron que así cumplían lo que su jefe esperaba.