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CONSIDERACIONES SOBRE LA COYUNTURA Y LAS CANDIDATURAS EN EL VALLE. RESPUESTA AL MCP Y AL “GUILLERMO MARÍN”

Movimiento por la Constituyente Popular (MCP) Colectivo Nacional Sindical Clasista “Guillermo Marín” Como era de esperarse han emergido entre allegados y simpatizantes del TPEZ, igual que en algunos colectivos sociales y políticos amigos con los que hemos batallado por décadas, inquietudes y dudas respecto de nuestras propuestas de respaldar las candidaturas de Jorge Iván Ospina y de Griselda Janeth Restrepo a la alcaldía de Cali y a la gobernación del Valle respectivamente. 

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Movimiento por la Constituyente Popular (MCP) Colectivo Nacional Sindical Clasista “Guillermo Marín” Como era de esperarse han emergido entre allegados y simpatizantes del TPEZ, igual que en algunos colectivos sociales y políticos amigos con los que hemos batallado por décadas, inquietudes y dudas respecto de nuestras propuestas de respaldar las candidaturas de Jorge Iván Ospina y de Griselda Janeth Restrepo a la alcaldía de Cali y a la gobernación del Valle respectivamente. 

 

Compañeros y compañeras:

Movimiento por la Constituyente Popular (MCP) Colectivo Nacional Sindical Clasista “Guillermo Marín” Como era de esperarse han emergido entre allegados y simpatizantes del TPEZ, igual que en algunos colectivos sociales y políticos amigos con los que hemos batallado por décadas, inquietudes y dudas respecto de nuestras propuestas de respaldar las candidaturas de Jorge Iván Ospina y de Griselda Janeth Restrepo a la alcaldía de Cali y a la gobernación del Valle respectivamente. Iniciativas éstas, entre varias otras, surgidas de los Movimientos Colombia Humana y Fuerza Ciudadana, de los Partidos Polo Democrático, Verde y UP, y del Colectivo “En Marcha”. Dudas razonables y valederas, toda vez que, en el caso del primero, fuimos asiduos opositores a su alcaldía, sobre todo en el tema EMCALI y EMSIRVA y en muchos aspectos del plan de mega obras, básicamente en la forma de financiarlas a través del mecanismo de valorización y su impacto en las clases medias y medias-bajas de la población. Y frente a la segunda, su cuestionada actuación en el Ministerio de Trabajo en relación con la huelga de los pilotos de Avianca, además de su procedencia liberal afín al Santismo. Es comprensible entonces que estos hechos, puestos así, sin ningún contexto, derive en la acusación hacia nosotros de incoherencia frente a la coyuntura electoral que se avecina.

Hemos conocido de parte de ustedes sendas declaraciones públicas, ambas fechadas el 5 de junio
tituladas “Ante las candidaturas a la alcaldía de Cali y la gobernación del Valle del Cauca” y “Frente al debate para definir las candidaturas a la gobernación de las fuerzas alternativas al Régimen” en donde se manifiesta de manera clara el desacuerdo con nuestra propuesta a la Gobernación, sin caer en agravios y señalamientos. Agradecemos y aplaudimos ese tono. Igualmente nos excusamos de la tardanza en responder a tan amables misivas, pues estábamos interesados en que los colectivos sociales y políticos de la Convergencia Regional formalizaran sus opiniones al respecto, para dar una respuesta mucho más colectiva, no obstante que en las reuniones políticas regionales se ha iniciado tímidamente el debate frente a las varias candidaturas hasta ahora presentadas y ha habido pronunciamientos en redes y en los espacios políticos. Pero los tiempos se estrechan y no dan más espera.

No es esta una respuesta propiamente dicha a dichas misivas, tal como acontece cuando se abre un intercambio epistolar a propósito de la puesta en escena de unas tesis o se enciende un debate político-ideológico en torno a algún tema. No, más bien esta es una oportunidad para nosotros de explicar las razones de nuestra propuesta de candidaturas para la alcaldía de Cali y la gobernación del Valle y, por supuesto, con ellas abrir el debate frente a otras posibles propuestas que puedan surgir al interior del PDA. Además, desde luego, de ser acogidas por el PDA como “sus candidaturas”, posibilitar su debate y decisión democrática junto a otras propuestas en procedimientos acordados democráticamente. Entonces, a tono con el talante democrático del TPEZ, reafirmamos que la actuación al respecto será acorde con las decisiones mayoritarias, tanto de PDA como del espacio instituido como “la convergencia”, unitariamente, si tal fuere el caso.

En desarrollo de lo anterior, expresaremos nuestras opiniones respecto a la candidatura de Jorge Iván Ospina y Griselda Janeth Restrepo, no sin antes esbozar algunas ideas y apreciaciones generales que enmarcan nuestra lectura de la situación política actual, precisando que lo actual (el gobierno de Duque) es parte de una coyuntura más amplia que empieza con la elección de J. M. Santos y su confrontación con el Uribismo.

Es harto conocida nuestra férrea oposición a J. M. Santos y su octenio. En este periodo la profundización neoliberal se realizó con la eficacia táctica propia de un “neoliberal hormonal” que él representa, aupado con el guiño de Obama cuando expresó que no era conveniente para el país un tercer periodo de Uribe [1]. Por esos días, el choque de trenes devenía en enconada desinstitucionalización de país, la polarización ralentizaba el proceso de profundización neoliberal y el pasado turbio de Uribe y su entorno paramilitar deslegitimaba este proceso. Lo que se fue develando es que todo aquel “reacomodo” en el bloque de poder obedecía a unas reales y no aparentes diferencias al interior del establecimiento respecto a qué hacer con la paz, con la guerra y con la tierra en Colombia, en donde, sin duda, los intereses del latifundio improductivo muchas veces asociado al paramilitarismo mafioso, chocan puntualmente con los intereses del capital financiero nacional y multinacional. En esta puja, los Acuerdos de la Habana son, sin duda, un inmenso avance en la salida política negociada a la confrontación armada en que se ha desangrado el País. El TPEZ en su momento se sumó a la campaña por el “Si” y ha estado presto a exigir su implementación y cumplimiento en todos los escenarios pertinentes: académicos, en la protesta social y ahora en el Senado con Wilson Arias.

A lo que si no nos sumamos, fue al llamado a impulsar e integrar un “gobierno de transición”, figura con la que algunos sectores de la izquierda que votó por la reelección de Santos, proponían el inicio de una larga etapa histórica de implementación y consolidación de los acuerdos – asimilable a un nuevo “bloque Histórico” en el argot Gramsciano–. Alfredo Molano hablaba de al menos una alianza por tres periodos presidenciales [2]. Este planteamiento estratégico para una izquierda era el corolario de convertir su votación puntual por Santos (solo para darle continuidad a los diálogos, amenazado por un eventual gobierno Uribista), en una especie de táctica para el período, en la lógica y con la explicación de los Frentes Populares de la Europa antifascista; abonó a esta lógica la idea de que si se hacía realidad la reconquista del poder por el uribismo, ello equivalía a la instauración del Fascismo en el País [3]. Recordemos que Clara López nos acusó de no aprender de este hecho histórico debido a nuestro sectarismo.

En otras palabras, desde nuestra perspectiva política, esto no era otra cosa que transformar los acuerdos de la Habana en el nuevo programa político de las izquierdas, para un largo periodo de transición e implementación de los acuerdos de paz, en el “nuevo eje articulador” de las izquierdas y los demócratas. Esto es diferente a lo que hemos defendido: la exigencia del cumplimiento e implementación de los Acuerdos deben ser parte infaltable de un programa mucho más amplio de convergencia de las Izquierdas y los demócratas [4], que convoque a una población escéptica y permeada por el discurso del odio, en la solución de sus problemas más cotidianos y apremiantes. En resumen, un programa que recogiendo el espíritu y los aspectos más fundamentales del acuerdo de la Habana, vaya más allá de ellos. Entonces, desde esta lectura, era claro para nosotros que tal propuesta conduciría a la izquierda a jugar un papel subordinado en ese imaginado “nuevo bloque histórico”, sin ninguna incidencia más allá de la defensa de los acuerdos. Esto se complementaba, por parte del establecimiento, con los llamados del Santismo a establecer un Frente común de todos “los del Sí” (incluidos los Ñoños, los Musa Besaile, los Iragorry y las Dilian Franciscas) contra el Uribato: toda una invitación a jugar en la cancha del santismo, con árbitro y tribunas de su cuenta.

En documento público llamado “La izquierda colombiana en un nuevo partidor: un desafío histórico” [5], decíamos que el prolongado conflicto armado se había convertido en una rémora que impedía que amplios sectores sociales se involucrasen en la lucha social y que la izquierda saliera de su marginamiento político. Y luego concluíamos que tras la desmovilización de las FARC se abría una posibilidad histórica para la izquierda colombiana en sus propósitos unitarios, pues la superación del conflicto armado con esta insurgencia –la superación de la guerra como centralidad de la política por décadas–, podría significar a la vez la superación de viejos y anidados conflictos de las Izquierdas en torno a los temas “de la guerra y de la paz”. En este mismo documento convocamos a las izquierdas, tal como lo hizo podemos en España, a “patear el tablero” y pensarse nuevas centralidades de la política. Desde luego que la persistencia del conflicto con ELN y la disidencia fariana no invalida esta argumentación, por el contrario, ella constituye la mejor excusa del uribismo para mantener calculadamente al país en las viejas claves de la guerra, terreno en donde ellos, sin duda, ganan.

Ahora bien, el uribismo en su mejor momento, cuando alineó a todos los astros a su favor, y su hegemonía se tornó por un momento incuestionable, paradójicamente no se tradujo en un Estado totalitario como ciertamente pudo haber sido el deseo y la intencionalidad de una personalidad política con visos fascistoides. A nuestro Juicio, porque se conjugaron las resistencias democráticas con una situación regional adversa para la extrema derecha, lo que jugó en contra de cualquier pretensión de desconocer el Estado de derecho. Aquí el PDA y amplios sectores liberales jugaron un papel destacadísimo en esas resistencias. A estas alturas la situación política Colombiana no solo es compleja, sino diferente y su análisis amerita el mayor grado de responsabilidad y cuidado. A nuestro parecer, consideramos que el uribismo ya no goza de ese unanimismo intimidante de aquella época y que por el contrario de manera lenta pero constatable está en su declive. Consideración ultima que no implica negar su peligrosidad. Por el contrario, su resistencia a perder su hegemonía política en la sociedad implica que se atrinchere en posiciones de fuerza, autoritarias y antidemocráticas bastante amenazantes. Los últimos hechos en los que el gobierno consideró, so pretexto del caso Santrich, invocar el estado de conmoción, es un aviso de estas pretensiones autoritarias, que sumado al evidente regreso de la política de los “falsos positivos 2.0”, a las mayores confrontaciones desde la cúpula de las fuerzas armadas y a las reanimadas ínfulas de las viejas “fuerzas oscuras”, nos deben alertar. Con un agravante: Hoy, la situación política regional cambió de signo y tienen en Trump la decisión de recuperar para los intereses imperiales la región: todo un aliciente para aventuras autoritarias y dictatoriales, no solo internas, sino externas.

Queda claro por lo aquí explicado que la decisión de no acompañar a un sector de la izquierda en su respaldo a Santos, no obedeció a que alberguemos algún tipo de “purismo ideológico”: nos han distanciado consideraciones tácticas que residen, en el fondo, en la valoración distinta que hacemos los diversos sectores de la izquierda respecto a las contradicciones reales que a veces históricamente aparecen en el bloque de poder y que implican posibilidades para los sectores, que en la mencionada dialéctica Gramsciana se denominan subalternos. Hoy la prioridad, por lo dicho, debe ser enfrentar a ese uribismo de nuevo en el poder. En este contexto es que acogemos entusiastas los esfuerzos que se están haciendo para lograr la más amplia convergencia, aún más allá de los sectores alternativos de acuerdo a las especificidades locales y regionales. Por ello no se pueden descartar, por consideraciones puristas, el establecer acuerdos electorales puntuales y sobre mínimos programáticos con los sectores del establecimiento en abierta confrontación con ese Uribato. Desde luego que no desdeñamos el riesgo de que afloren las tentaciones oportunistas que siempre rondan a las izquierdas, pues encontraran en esta decisión una oportunidad. Pero recordemos que el atrincheramiento ideológico tampoco ha logrado disipar este riesgo; ejemplos mil de volteretas en la izquierda más radical, acompañan sus historias tanto lejanas como muy recientes.

Compañeros y compañeras:

Hasta aquí las consideraciones generales que enmarcan nuestra decisión de respaldar las candidaturas de Jorge Iván Ospina y Griselda Janeth Restrepo. Pues bien, intentaremos evocar algunos hechos y nuestra postura, como sector político del PDA, frente a ellos, que abonan, junto a lo expuesto, nuestra posición frente a las candidaturas que hasta ahora están jugando para la alcaldía de Cali y gobernación del Valle.

En el 2007, Jorge Iván Ospina se postula como candidato a la alcaldía, recogiendo el sentir de varios sectores populares de Cali. JIO, no solo recogía a esos sectores medios progresistas de la ciudad y a esa base social y popular dispersa del M-19 que se reactivó ante la posibilidad de que el hijo del guerrillero diera continuidad a los ideales político de su Padre, sino también a ese sentimiento anti oligárquico que aún persiste en algunos sectores populares y sociales desde las luchas libradas por Julio Rincón y Alfonso Barberena, sentimiento que desafortunadamente ha respondido históricamente de manera sólo reactiva votando contra los candidatos de la Oligarquía Caleña que tradicionalmente están asociados a las familias encopetadas: los Eder, los Garcés, los Lloredas, etc. Nos referimos a esa “rebeldía electoral” que está a la espera del candidato con posibilidades por fuera del establishment oligárquico y que se vuelcan a votar por él; este “sentimiento” se expresó en el apoyo a John Maro, a Apolinar Salcedo y desde luego a JIO. A propósito, recordemos que se enfrentó a “Kiko” Lloreda, insigne representante de esas familias oligárquicas Vallecaucanas que logró congregar a varios sectores tradicionales de la ciudad en torno suyo.

Lo anterior para reseñar que la oposición de Wilson Arias –concejal por entonces electo con nuestro concurso– al gobierno Municipal de JIO, no fue una oposición a un gobierno de derecha, con el cual ahora pretendemos de manera oportunista, reconciliarnos, sino que fue una postura crítica e independiente a las ejecutorias de quien ha sido considerado por un amplio espectro del campo popular uno de los suyos. Esto es tan así, que en aquella época, JIO, estuvo en la baraja de los candidatos del PDA, con el cual se estuvo en conversaciones programáticas hasta última hora y que fracasaron, no por cuenta propiamente del PDA, sino por el cálculo político, valedero y legítimo de JIO –pero equivocado a nuestro Juicio– de presentarse como una opción moderada ante el ascenso en esos momentos del PDA. Cabe recordar que en aquella época (2007), se estaba a un año de la obtención de los históricos 2.7 Millones de votos de Carlos Gaviria que había dejado al PDA como segunda fuerza política del País por encima del liberalismo y con la perspectiva real de ser gobierno enarbolando, en lo económico, un programa decididamente anti neoliberal, y en lo político, decididamente confrontacional con el unanimismo Uribista que estaba en su apogeo. Y fue obvio que cualquier acuerdo programático con nosotros en aras de que fuera el candidato del PDA, le significaba un amarre en contravía del propósito anticonfrontacional que Ospina se había trazado como estrategia política.

Con respecto a la postulación de Griselda Janeth a la Gobernación, sabemos de las sensibilidades que despierta este nombre en sectores obreros fundamentalmente sindicalizados y en los colectivos que hemos acompañado y reivindicado las luchas obreras. No es para menos, su actuación al frente de la Cartera del Trabajo en la huelga de los pilotos de Avianca dejó heridas abiertas y el respaldo a su candidatura no significa de parte de nosotros un respaldo a esa actuación, solo obedece a las preocupaciones de orden superior antes explicadas. No nos cabe duda que cuando Gustavo Petro insinúa la candidatura de Clara López y Alejandro Gaviria a la alcaldía de Bogotá, no lo hace en respaldo a sus actuaciones bastante cuestionables al frente de los Ministerio del Trabajo y de Salud respectivamente que, igualmente, generan rechazo tanto en los trabajadores como en los sectores críticos del Sistema General de Seguridad Social en Salud que desde la ley 100 han luchado por que la Salud sea un derecho y no un negocio [6]

Y es aquí donde reivindicamos nuestra lectura: no es lo mismo que liderazgos ligados al establecimiento nos llamen a JUGAR EN LA CANCHA DEL SANTISMO y nos conviden a respaldar un gobierno hormonalmente neoliberal en nombre de la paz, a que esté dispuesto a jugar en UNA CANCHA COMÚN, construida a varias manos y en donde nuestros criterios serán tenidos en cuenta en los acuerdos alcanzados.

Frente a las opciones del “chontico” o Eder, para la alcaldía y Francisco José Lourido o Clara Luz Roldan para la gobernación, el primero decididamente uribizado y el segundo en línea de continuidad Ermitage-Guerrero, las opciones de Jorge Iván Ospina y Griselda Janeth Restrepo, con claros compromisos programáticos pactados, así sean mínimos, que nos permitan incidir en el gobierno Municipal y Departamental a través de la vigilancia y exigencia del cumplimiento de lo pactado o en su defensa ante el previsible cuestionamiento de la oposición, es viable y necesario. Esto sería sin duda un avance en el propósito de la construcción de alternativas desde lo popular. Si se asume con decisión este paso, de ganar las regionales con candidatos de convergencia amplias, seríamos protagonistas en la estrategia de consolidar un ambiente más democrático hacia las presidenciales del 2020, abriendo así la posibilidad que por primera vez en la historia la izquierda democrática se alce con la presidencia.

REFERENCIAS

[1] “En EE. UU., dos periodos bastan” le dijo Obama a Uribe. Revista Semana. Se encuentra en: https://www.semana.com/nacion/relaciones-exteriores/articulo/en-eeuu-dos-periodos-bastandijo-obama-uribe/104660-3

[2] Clara López: ¿hacia el gobierno de transición con la unidad nacional?. Página web: www.wilsonarias.com . Se encuentra en: http://wilsonarias.com/index.php/multimedia/boletin/1757-clara-lopez-hacia-el-gobierno-detransicion-con-la-unidad-nacional

[3] Izquierda: ¿hacia el “frente popular” con Santos?. Portal Digital “Las2Orillas”. Se encuentra en: https://www.las2orillas.co/izquierda-hacia-el-frente-popular-con-santos/

[4] Ídem, Clara López: ¿hacia el gobierno de transición con la unidad nacional?

[5] La izquierda Colombiana en un nuevo partidor: desafío Histórico. Página Web www.polodemocratico.net Se encuentra en: https://www.polodemocratico.net/columnistas/12713-la-izquierda-colombiana-en-un-nuevopartidor-un-desafio-historico

[6] Ídem, Clara López: ¿hacia el gobierno de transición con la unidad nacional?

Atte.,

Taller Político Estanislao Zuleta TPEZ

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