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Cumbre del carbón: ¡viva la muerte!

Por Manuel Guzmán Hennessey  

Todos saben que la crisis del clima es, en gran medida, el resultado de los combustibles fósiles. Y que debemos avanzar muy rápidamente hacia energías más limpias. Sabemos que quemar petróleo es malo, pero quemar carbón es peor. Y si bien es cierto que no podemos prescindir

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Por Manuel Guzmán Hennessey  

Todos saben que la crisis del clima es, en gran medida, el resultado de los combustibles fósiles. Y que debemos avanzar muy rápidamente hacia energías más limpias. Sabemos que quemar petróleo es malo, pero quemar carbón es peor. Y si bien es cierto que no podemos prescindir de los combustibles fósiles a corto plazo, también lo es que hoy podemos y debemos detener la construcción de más térmicas de carbón. No obstante, las Naciones Unidas tuvieron la buena idea de escoger, para la cumbre del clima que acaba de terminar, a un país dependiente en un 90 por ciento –óigase bien– del carbón: Polonia.

¿Y qué pasó? Varias cosas. Primero que el Gobierno, sin que ONU dijera esta boca es mía, tuvo una idea aún mejor: invitar a las corporaciones del carbón como socios de la cumbre: Acelormittal, PGE y Alstom, esta última en vísperas de construir la mayor central de carbón en Polonia. Ni cortos ni perezosos, hicieron una cumbre dentro de la cumbre y la llamaron ‘La cumbre del clima y el carbón’. Y en el colmo del cinismo subtitularon: ‘Tecnologías para un carbón limpio’. También sucedió que días antes de la cumbre un tifón dejó miles de muertos en Filipinas y millones de desplazados (ver columna ‘Duele Filipinas’ en este diario). El delegado de ese país empezó una huelga de hambre en solidaridad con sus compatriotas muertos. Otros lo siguieron, y algunos alcanzamos a pensar que ello se erigiría como símbolo convocante para que los negociadores entendieran que lo que el mundo espera de ellos es que privilegien la defensa de la vida sobre los intereses económicos.

Pero no fue así. Las corporaciones entraron a saco por la muerte de Filipinas y por todas las muertes que causa cada año el cambio climático (400.000 seres humanos, según el Informe Dara). Proclamaron ¡viva la muerte! ¡Quién dijo miedo! Las ONG, entre tímidas y funcionales, se comieron la mitad del sapo, pues solo se retiraron de la cumbre cuando la orgía ya no pudo ser más pestilente. Más vale tarde. Los resultados oficiales son tan coherentes con el dislate que ya no vale la pena comentar. A Lima iremos en el 2014 a recobrar la dignidad, si es que el ministro Pulgar Vidal puede impedir que las corporaciones que hoy hacen fiesta con el oro de Cajamarca sigan el ejemplo de los polacos. Amanecerá y veremos.

El Tiempo, Bogotá, 29 de noviembre de 2013.

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