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De Clara, de Timochenko y de las tierras: pronunciamiento del congresista Wilson Arias sobre la coyuntura electoral

Por inesperados, dos recientes pronunciamientos me sorprendieron grandemente. Uno por boca de Clara López apoyando en varios y principales órdenes el programa del Presidente Candidato. Otro por cuenta de Rodrigo Londoño Echeverry, Timochenko, invitando a votar en blanco.

De Clara creí que se mantendría en la argumentación que presentó al Partido sobre su voto por Santos, básicamente por la paz y para que no se  instalara en Palacio un proyecto de corte fascistoide. Menos rigurosa y profunda que Carlos Gaviria en su entrevista, pero suficiente:

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Por inesperados, dos recientes pronunciamientos me sorprendieron grandemente. Uno por boca de Clara López apoyando en varios y principales órdenes el programa del Presidente Candidato. Otro por cuenta de Rodrigo Londoño Echeverry, Timochenko, invitando a votar en blanco.

De Clara creí que se mantendría en la argumentación que presentó al Partido sobre su voto por Santos, básicamente por la paz y para que no se  instalara en Palacio un proyecto de corte fascistoide. Menos rigurosa y profunda que Carlos Gaviria en su entrevista, pero suficiente:

mientras otros aún hoy eluden mencionar a Santos (el nuevo innombrable), Clara se refirió con cierta vehemencia a su candidato Presidente.  Debo reconocer sin embargo que nunca imaginé sus loas al programa de Juan Manuel Santos en ninguno de sus aspectos y menos en el relativo al “Nuevo desarrollo del campo”, como lo escuchamos en su polémico comercial. ¿Sabe ella para dónde va Santos cuando habla de convertir a la altillanura en “una Zona de Desarrollo Económico” y de las “Reglas claras en el mercado de tierras (UAF)”? Sobre el tema sostuve conversaciones con Clara a propósito de mis debates parlamentarios y comentamos sobre la “nueva dinámica del mercado de tierras” tanto en la altillanura como en el país. Puedo sostener que las opiniones de Clara siempre fueron, en esas ocasiones, contrarias al proyecto santista en dicha frontera agrícola constituida por tierras baldías de la nación.

De Timochenko esperaba una invitación a votar por Santos, por varias razones. Por las numerosas referencias que un segmento de la izquierda hace del Presidente como “moderno y reformista”, repetidas explícitamente por Raúl Santrich y entre líneas por otros negociadores de las Farc. Antes, dicha lectura había alimentado la ruptura del Polo por los días en que Petro nos proponía un acuerdo con Santos sobre tierras, agua y víctimas. Entonces intentamos abrir un debate sobre la “caracterización” del gobierno de Juan Manuel Santos, que el sordo activismo sofocó: Piedad Córdoba ya estaba ambientando, tempraneramente, la reelección de Santos o aún la prórroga de su mandato desde julio de 2012 y Enrique Santos explicaba que la iniciativa coincidía con una preocupación de las Farc sobre la sostenibilidad del proceso de La Habana. Después conocimos que se votaría la reelección, pero “con tapabocas”, en nombre de la paz y para cerrarle el paso al fascismo. La teoría del mal menor. Pero Timochenko hace en su comunicación dos afirmaciones rotundas: votar por Santos no es votar por la paz y las diferencias de éste con Uribe han sido casi que insignificantes.

Hay una segunda razón por la que no me esperaba la invitación de Rodrigo Londoño a que votemos en blanco. Tanto las declaraciones conjuntas desde la Habana como las de personalidades cercanas al diálogo defienden que hay avances significativos y que puede llegar a buen puerto. Las duras expresiones de Londoño Echeverry sostienen lo contrario incluso en un punto que le es tan caro a las Farc: el de las tierras. “Al igual que su rival en la contienda electoral, Santos menosprecia cualquier reforma de amplio contendido democrático, o que implique el menor cambio en la inequitativa distribución de la tierra y la riqueza del país”, dice Timochenko. Lo propio sostiene de la “intangibilidad de los sectores militaristas” y sobre el conjunto de “las causas que han originado la confrontación del último medio siglo en Colombia”.

No suscribo ni el entusiasmo de Clara López en su nuevo candidato, ni las simplificaciones de Timochenko –aunque hoy comparto su invitación al voto en blanco–, ni la lectura que del gobierno hacen Santrich y, aún por estos días, buena parte de la izquierda.

A Clara le replico que aunque el gobierno se propusiera en serio aquello de “quitarle la tierra a la mafia” (y que Santos prometía por los días del acuerdo con Gustavo Petro), sus planes no se inscriben en la idea de la democratización de su uso y propiedad. Más aún, la financiarización de la tierra requiere con una cierta urgencia “dinamizar” el mercado de tierras despojadas y baldías, de la mafia y de la ganadería extensiva, de los colonos y de los campesinos ahora “asociados” en los megaproyectos. Y en suma mediante estrategias que van desde la legalización del despojo, la legislación y la tributación para el cambio en el uso de los suelos, hasta la reconversión o la integración económica del terrateniente, según sea el caso.

Pero si este enfoque del campo es el que hoy se acepta como “Nuevo Desarrollo del Campo”, habría que recordarle a Clara lo que un asesor espetaba al Coronel Aureliano Buendía cuando los “Abogados de negro” del Partido Liberal le convencieron de suscribir un acuerdo sobre las bases del régimen conservador: “-Es un contrasentido -dijo-. Si estas reformas son buenas, quiere decir que es bueno el régimen conservador. Si con ellas logramos ensanchar la base popular de la guerra, como dicen ustedes, quiere decir que el régimen tiene una amplia base popular. Quiere decir, en síntesis, que durante casi veinte años hemos estado luchando contra los sentimientos de la nación”.

Timochenko parece no haberse percatado de que en Colombia ha ocurrido un reordenamiento en el poder, a cuyo interior no todos los sectores de clase comportan de la misma manera. De modo que no se trata de que los sectarismos de Uribe “lo han conducido a enfrascarse en una riña con Juan Manuel Santos” –como en su escrito él sostiene– sino que algunos de esos sectores han venido perdiendo peso relativo en el Bloque de Poder incluso durante el segundo período de Uribe –el de los “choques de trenes”–, pero además que sus contradicciones, políticamente hablando, adquirieron niveles cualitativamente nuevos: antes con la conformación del Partido Centro Democrático y hoy en su disputa con la Unidad Nacional por la Primera Magistratura.

Pero ello no será estático o inmutable. En materia de tierras, por ejemplo, parece imponerse el transaccionismo en lo económico y el disciplinamiento en lo político. Nueva realidad que puede ser interpretada lo mismo por Juan Manuel Santos o por Oscar Iván Zuluaga, según lo reclamen el avance de los proyectos, las correlaciones de fuerza o las fisuras al interior de ese Bloque de Poder. Así parecen entenderlo los grandes acaparadores de la altillanura, incluidos Sarmiento Angulo y Santo Domingo, aportantes por ahora de la campaña de Zuluaga. Y así lo prometen por igual Santos y Zuluaga en esa zona: ambos contra la UAF, por el protagonismo del sector privado y por la “asociatividad” campesina, entre otras medidas. Una continuación de las que promovió Álvaro Uribe Vélez.

Y a Santrich quisiéramos compartirle que la financiarización es apenas una versión de “lo moderno” pero que casi nunca comporta contenido democrático. Que ha coexistido con las formaciones premodernas y mafiosas, hoy distribuidas en afectos por ambas candidaturas a la Presidencia. Tan pragmáticas como los cacaos. Volviendo a la cuestión agraria, digamos que hay nuevos estudios y lecturas que reivindican la explotación campesina por sobre la gran plantación y la bursatilización de la tierra: más intensiva en mano de obra, más productiva por área, más integradora en lo social y más afín a la soberanía alimentaria. Otra perspectiva de lo “moderno”.

Pero sobre todo, insistamos sobre lo que dijimos hace 4 años, cuando debatíamos ya el modelo para la altillanura, el acaparamiento de baldíos y la extranjerización de la tierra: se trata de una imposición “global”, delineada por los organismos multilaterales de crédito con gran detalle. En estos asuntos, como en los de la guerra y la paz, con frecuencia aparece la égida del norte. Cosa que recuerdan, y bastante, nuestros enconados Santos y Zuluaga. Y que tampoco deberían olvidar nuestros rebeldes izquierdistas.

Quede claro: votaré en blanco. Que para el suscrito y en esta oportunidad, no es un voto “neutral”. ¡Para nada!

[i] Comercial pro-Santos de Clara López: https://www.youtube.com/watch?v=-e69tCZ95LQ&list=PLoSPYYsCewRw69A1LpaVpkOtJluhI24LE&index=3&app=desktop

[ii] “Vamos por la recuperación del agro”, Programa de gobierno de J M Santos,

[iii] Ver:  “Las Claves”, “Qué pasa con la izquierda en Colombia?”, Canal Capital, 31 de julio de 2012, minuto 44:   http://www.youtube.com/watch?v=-Xd1RRBe4iw

[iv] http://lasillavacia.com/historia/veces-veo-juan-manuel-muy-preocupado-de-las-encuestas-me-parece-un-error-enrique-santos-427

WILSON ARIAS CASTILLO
Representante del Valle del Cauca por el Polo Democrático Alternativo.

 

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