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Desarrollo urbanístico determina calidad de vida en las ciudades según estipulaciones del capital, y no de las de la gente: David Harvey

Por Christoph Twickel / Spiegel.de

En la actualidad, y de forma creciente, la lucha de clases tiene lugar en las ciudades, afirma el teórico social marxista David Harvey. En una entrevista con Spiegel online se refiere a cómo el desarrollo urbanístico jugará un papel clave en los conflictos sociales del futuro.

Este científico social marxista nacido en Kent, Inglaterra, en 1935, doctorado en la Universidad de Cambridge en geografía histórica y con un post doctorado

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Por Christoph Twickel / Spiegel.de

En la actualidad, y de forma creciente, la lucha de clases tiene lugar en las ciudades, afirma el teórico social marxista David Harvey. En una entrevista con Spiegel online se refiere a cómo el desarrollo urbanístico jugará un papel clave en los conflictos sociales del futuro.

Este científico social marxista nacido en Kent, Inglaterra, en 1935, doctorado en la Universidad de Cambridge en geografía histórica y con un post doctorado

en la Universidad de Uppsala, Suecia, actualmente profesor de la Universidad de Nueva York y catedrático visitante de London School of Economics, es conocido además por sus formulaciones en torno al Derecho a la Ciudad y a la Acumulación por desposesión.

¿Por qué en la actualidad tendría un marxista que preocuparse más por las grandes ciudades que por la clase trabajadora?

Es un hecho admitido que los marxistas tradicionales ven la vanguardia de la revolución en la clase obrera industrial. Sin embargo, en la medida en que esta está desapareciendo a raíz de la desindustrialización de Occidente, la gente empieza a comprender que los conflictos urbanos serán probablemente decisivos.

En Grecia, durante la crisis de la deuda, los salarios decrecieron y los beneficios sociales fueron reducidos. Mientras tanto, las huelgas generales no generaron la suficiente presión como para revertir los cambios. ¿Puede verse esto como evidencia en apoyo de su teoría de que el proletariado tradicional ya no puede paralizar un Estado?

Sí. Hoy la clase trabajadora es parte de una más amplia configuración de clases en la que la lucha se centra en la ciudad. Yo reemplazo el concepto tradicional de lucha de clase por la lucha de todos aquellos que producen y reproducen la vida urbana. Los sindicatos deben mirar la existencia urbana cotidiana –clave para los conflictos sociales futuros–. En los Estados Unidos, por ejemplo, esto ha llevado a la federación de organizaciones de trabajadores AFL-CIO a iniciar la colaboración con los trabajadores domésticos y los inmigrantes.

Una de las tesis básicas de su libro “Ciudades Rebeldes” es que el desarrollo urbanístico resuelve el problema del excedente de capital. Se construyen calles y se desarrollan propiedades en base al crédito, y de esta forma se intenta evitar la recesión.

Así lo expresó recientemente, un informe del Banco de la Reserva Federal en San Francisco, afirmando que históricamente los Estados Unidos habían superado las recesiones construyendo casas y llenándolas de cosas. La urbanización puede resolver crisis, pero sobre todo es una forma de salir de las crisis.

¿Hay ejemplos actuales de esta estrategia?

¿Dónde están creciendo más rápidamente las economías? En China y Turquía. ¿Qué vemos en Estambul? Grúas por todas partes. Y cuando estalló la crisis en 2008, en un lapso de seis meses China perdió treinta millones de empleos producto de la caída de las importaciones de bienes de consumo hacia los Estados Unidos. Pero entonces el gobierno chino creó 27 millones de nuevos empleos. ¿Cómo? Los chinos utilizaron sus enormes excedentes comerciales para montar un programa gigantesco de desarrollo urbanístico y de infraestructuras.

¿Acaso la existencia de un régimen autoritario, como en China, ayuda al desarrollo de una estrategia de crisis tan cortoplacista?

Imagínese a Obama ordenándole a Goldman Sachs darle dinero a los desarrolladores: ¡Buena suerte! Pero cuando un banco chino recibe una orden del Comité Central del Partido Comunista les presta todo el dinero que deseen. El gobierno chino forzó a los bancos a proporcionar a los proyectos de desarrollo grandes sumas de dinero.

¿Es este tipo de desarrollo urbanístico necesariamente algo malo?

El desarrollo urbanístico es un canal a través del cual el excedente de capital fluye hacia la construcción de nuevas ciudades para las clases altas. Es un proceso poderoso que redefine lo que son las ciudades, y también quiénes pueden vivir en ellas y quiénes no. También determina la calidad de vida en las ciudades de conformidad con las estipulaciones del capital, y no de las de la gente.

Al mismo tiempo, en Estambul, la asociación de vivienda Toki ha construido varios grandes complejos de vivienda para los pobres. ¿Contradice eso su tesis?

No, porque los residentes de los llamados Geçekondus, los asentamientos informales establecidos por lo menos en los arrabales de la ciudad, fueron trasplantados sumariamente a áreas de desarrollo a 30 kilómetros (19 millas) de las áreas del centro: una expulsión masiva.

En los Estados Unidos, la crisis de las (hipotecas) subprime se produce precisamente a raíz del intento de incorporar las capas más bajas de la población a la propiedad de la vivienda. Se crearon productos financieros a diestra y siniestra para que hasta los más pobres pudieran obtener préstamos.

¡Dar crédito!: Este grito de batalla permeó toda la agenda neoliberal. Pero eso no es nada nuevo. Durante la era de McCarthy, después de la II Guerra Mundial, las clases gobernantes ya reconocían que la propiedad de la vivienda era muy importante para la prevención de la agitación social. Por un lado, las actividades de la izquierda eran combatidas como actividades antinorteamericanas. Por el otro, se promovió la construcción con reformas financieras e hipotecarias. En los años cuarenta, la proporción de viviendas ocupadas por sus propietarios en los Estados Unidos estaba todavía por debajo del 40%. En la década de los sesenta, llegaba al 65%, mientras que durante el boom de bienes raíces en la primera década de nuestro siglo alcanzaba ya el 70%. Durante las discusiones de las reformas hipotecarias a finales de los años treinta, una frase clave era: “Propietarios endeudados no hacen huelgas”.

En su libro “Commonwealth”, los filósofos Michael Hardt y Tony Negri sostienen que la ciudad es una fábrica para la producción de bienes comunales. ¿Está usted de acuerdo?

Mucho gira en torno a la definición de “urban commons”. El hecho de que las plazas centrales sean públicas es significativo en términos del derecho de la ciudad, como demostraron los movimientos Occupy en Nueva York y Londres cuando ocuparon parques privatizados. En este contexto, me gusta el modelo histórico de la comuna de Paris: La gente que vive en los arrabales regresa al centro de la ciudad para reclamar la ciudad de la que han sido excluidos.

¿Deben los movimientos Occupy luchar para tener derecho a la ciudad? ¿Casa por casa, parque por parque?

No, para eso se necesita poder político. Pero en la actualidad, la izquierda, desafortunadamente, se desentiende de proyectos a gran escala que demandan políticas de Estado, entregando voluntariamente poder, a mi parecer.

Usted es un teórico social marxista. En su último libro se refiere al “arte de la renta”, es decir, cuando el capitalismo obtiene beneficios adicionales a propósito de discrepancias locales. ¿Exactamente qué quiere usted decir?

Dicho de manera simple, un monopolista puede exigir una prima por un bien codiciado. Actualmente, las ciudades exigen primas publicitándose como culturalmente únicas. Después de la construcción en 1977 del Museo Guggenheim en Bilbao, ciudades alrededor del mundo siguieron el ejemplo y empezaron a desarrollar proyectos emblemáticos. La meta es poder decir: “Esta ciudad es única, y es por ello que usted tiene que pagar un precio especial para estar aquí”.

Pero si cada ciudad tuviera un Museo Guggenheim o una filarmónica, como la que se está construyendo en Hamburgo, ¿no se produciría una especie de efecto inflacionario en relación a esos proyectos insignia que los llevaría al fracaso?

Ya la burbuja estalló en España. Y muchos de los enormes proyectos están a medio terminar. Incidentalmente, acontecimientos importantes como los juegos olímpicos, la copa del mundo de fútbol y los festivales musicales sirven al mismo propósito. Las ciudades tratan de asegurarse una posición privilegiada en el mercado, como un vino raro de una excepcionalmente buena cosecha.

Spiegel.de.

 

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