Conecta con nosotros

Nacional

Descoordinación mundial

Por Eduardo Sarmiento Palacio  

Las proyecciones del FMI para los próximos meses revelan que el crecimiento mundial está en claro descenso. El modesto crecimiento de Europa y EE.UU., el retroceso de América Latina y el freno de las economías emergentes, en particular de China, han conformado una economía mundial con crecimiento cercano al 3 %, con visos a descender, cuando al final del siglo XX avanzó por encima del 4 %.

La explicación la presenta en forma reiterada hace varios años. La globalización propició un esfuerzo generalizado de los países para devaluar las monedas y bajar los salarios para aumentar los superávits en cuenta corriente, y como todos no pueden lograr el propósito, el resultado ha sido un exceso de ahorro sobre la inversión y tasa de interés cero.

Publicado

en

Por Eduardo Sarmiento Palacio  

Las proyecciones del FMI para los próximos meses revelan que el crecimiento mundial está en claro descenso. El modesto crecimiento de Europa y EE.UU., el retroceso de América Latina y el freno de las economías emergentes, en particular de China, han conformado una economía mundial con crecimiento cercano al 3 %, con visos a descender, cuando al final del siglo XX avanzó por encima del 4 %.

La explicación la presenta en forma reiterada hace varios años. La globalización propició un esfuerzo generalizado de los países para devaluar las monedas y bajar los salarios para aumentar los superávits en cuenta corriente, y como todos no pueden lograr el propósito, el resultado ha sido un exceso de ahorro sobre la inversión y tasa de interés cero.

Las políticas monetarias se tornan inefectivas para reactivar la producción. Las políticas cambiarias reducen los desbalances externos a cambio de trasladaros a los socios comerciales y no afectan la actividad mundial.

La constante es el fracaso de las políticas macroeconómicas. EE.UU. anunció hace más de dos años su propósito de elevar la tasa de referencia para levantar el salario. La sola elevación de la tasa de interés en 0,25 % resquebrajó el sistema. El consumo y la inversión experimentan fuertes contracciones. El producto nacional crecerá cerca de cero en el trimestre y no pasará del 2,5 % en el año. Los buenos oficios del Banco Central Europeo y Japón para comprar títulos del Tesoro, bajar la tasa de interés y devaluar las monedas han fracasado reiteradamente. En los últimos meses las dos monedas han venido revaluándose. Para completar, América Latina se comprometió en cuantiosas devaluaciones para compensar la caída de los precios de los commodities en la creencia que no afectaría la inflación y aumentaría las exportaciones. Los resultados han sido al revés. La política no afectó mayormente las exportaciones y regreso a la región a las inflaciones del pasado.

No es fácil entender la actitud del FMI. Cada tres meses realiza grandes despliegues para mostrar las proyecciones de crecimiento mundial preparadas por un numeroso y selecto grupo de profesionales. Sin embargo, las cifras no varían con respecto al trimestre anterior en más del margen de error. Tendría mucho más sentido que el organismo destinara su tiempo y energía para discutir las razones del retroceso mundial, recomendar alternativas y, sobre todo, ejercer su obligación de coordinación.

El retroceso mundial es el resultado de un desfase entre los flujos comerciales de los países. El máximo crecimiento mundial se obtiene cuando los países con mayor ahorro y potencial de expansión disponen de demanda. Así, las exportaciones de China y otros países emergentes no pueden materializarse por falta de compradores. Lo que se plantea es que los países con mayores niveles de ahorro, como ocurre en las economías emergentes, operen con superávits en cuenta corriente y las desarrolladas con déficits. El exceso de ahorro desaparecería y el crecimiento mundial tornaría al 4 % a finales del siglo XX.

Está visto que esta estructura no se logra con las políticas monetarias y cambiarias aisladas de los países. Tampoco surgen de las recetas convencionales del FMI, que son las mismas para todos los países y se reducen a mantener el balance fiscal, la modalidad cambiaria flexible y el libre comercio. Sin duda, se requiere una nueva concepción mundial que conmine a los países desarrollados a ampliar los déficits fiscales y les facilite a los países emergentes la aplicación de políticas comerciales e industriales selectivas para fortalecer el perfil productivo y la competitividad externa.

El Espectador, Bogotá.

Continúe leyendo
Click para comentar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *