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El Departamento Nacional de Planeación con Simón Gaviria

Por Juan Manuel López Caballero  

El Plan de Desarrollo no señala ni la orientación ni la estructura general de lo que se busca; ni en consecuencia enumera el Plan de Inversiones a ejecutar para adelantarlo.

La controversia mayor que existe respecto a modelos de desarrollo y cómo debe manejarse la economía de un país —o, en términos de Economía Política, el país mismo— es sobre si debe prevalecer el orden natural que crean los mercados, o si debe un país funcionar acorde a una intervención fuerte del Estado, la cual requiere como máximo órgano la Planeación; esto último para que, mediante la regulación de los mercados y la economía, se evite que su tendencia natural a la explotación y abuso de las condiciones de privilegio no redunden en condiciones que dificulten la armonía ciudadana, ya que asumimos que ésta última es la prioridad que se debe atender.

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Por Juan Manuel López Caballero  

El Plan de Desarrollo no señala ni la orientación ni la estructura general de lo que se busca; ni en consecuencia enumera el Plan de Inversiones a ejecutar para adelantarlo.

La controversia mayor que existe respecto a modelos de desarrollo y cómo debe manejarse la economía de un país —o, en términos de Economía Política, el país mismo— es sobre si debe prevalecer el orden natural que crean los mercados, o si debe un país funcionar acorde a una intervención fuerte del Estado, la cual requiere como máximo órgano la Planeación; esto último para que, mediante la regulación de los mercados y la economía, se evite que su tendencia natural a la explotación y abuso de las condiciones de privilegio no redunden en condiciones que dificulten la armonía ciudadana, ya que asumimos que ésta última es la prioridad que se debe atender.

No lo ven así quienes detentan hoy el poder y son adeptos defensores y convencidos de la primera opción. Para ellos, la planeación es casi innecesaria, y en todo caso de una importancia secundaria porque el Mercado es el soberano…
Lo determinante e importante es que de acuerdo con el modelo actual, ni la planeación ni quien ejerza esa responsabilidad tienen un peso trascendental.

Ya lo anecdótico es que esto se confirma con lo que está sucediendo en el Departamento Nacional de Planeación, donde fue nombrado quien, en una ingenua declaración reconoció que había votado una ley sin saber siquiera lo que decía.

Aquí vale recordar etapas de su trayectoria: 1) una, dentro de su partido, cuando, beneficiándose de un proceso ilegal y de la complicidad de quienes siguen las orientaciones de su padre, logró relevancia dentro de sus filas. Ningún mérito ni antecedente tenía para destacarse en esa colectividad, diferente de ser parte de una maquinaria montada para ilegalmente apoderarse de su control. Logró hacer una carrera política basada en lo que el Consejo de Estado declaró tener origen en actos inconstitucionales, ilegales, contrarios a los Principios Democráticos y violatorios de la Moralidad Administrativa. Así llegó a ser Director único del Partido Liberal y, derivado de tal condición, Presidente de la Cámara de Representantes, y ahora Director del Departamento Nacional de Planeación. Incluso Serpa lo presenta como una de las cartas para la presidencia en 2018 (¡!). En esto poco de ‘bobito’ mostró; pero 2) otra cosa es su idoneidad para los cargos políticos adquiridos gracias al poder de ese grupo, cuando, ya por cuenta propia, con la respuesta autoculpándose de irresponsable mostró que no parece tener las mismas capacidades para el ejercicio de puestos de responsabilidad.

Ahora que funge como Director de Planeación comenzamos a evaluarlo como administrador de lo público con las presentaciones del Plan Nacional de Desarrollo, y de los llamados ‘dividendos de la paz’.

El Plan contempla promedios de crecimiento de 5 %, inflaciones de entre 2 % y 4 %, petróleo a US$55 por barril, inversiones en 4G basadas en la venta de Isagén y capital privado, dólar a $2.800.

En relación al primero toca repetir que lo divulgado por él no tiene nada que ver con lo que la ley exige, ya que no cumple las dos partes que debe contener el Plan: no señala ni la orientación ni la estructura general de lo que se busca; ni en consecuencia enumera el Plan de Inversiones a ejecutar para adelantarlo. Solo se refirió a un listado de cifras que se supone se destinarán a determinados sectores, pero sin mencionar de dónde saldrán esos recursos, ni en qué proyectos se invertirían; contempla promedios de crecimiento de 5% en el periodo, inflaciones de entre 2% y 4%, precio del petróleo de US$55 por barril, inversiones en 4G basadas en la venta de Isagén y capital privado, dólar a $2.800, aumento de la inversión extranjera directa ahora que las trasnacionales se retiran del país, etc., es decir variables totalmente irreales en este momento.

Presumiblemente porque eso era impresentable, apareció Planeación en el foro sobre las expectativas de la paz con una nueva metodología de medición sobre el crecimiento y los beneficios que traería la firma del acuerdo sobre el conflicto armado. Ya no son los escenarios usuales de ‘probable’, ‘pesimista’ y ‘optimista’, basados en las supuestos con los que se trabaja y sus posibles variaciones; ahora la fuente de cálculos son comparaciones ‘sin proceso de paz’, ‘con el conjunto de procesos de paz en el mundo’, ‘con los procesos de paz de países parecidos a Colombia’.

A lo dudoso de esa clasificación, siguió la obvia solicitud de explicaciones sobre de dónde o cómo se lograría y en qué consistirían esos beneficios que traería ese mayor crecimiento de 1,9 %, a lo cual respondió que en mayor consumo y mayor producción; y siguió con la tautología algo cantinflezca de que esos nacerían del crecimiento del PIB, el que a su turno se lograría porque habría mayor empleo originado en ese crecimiento, etc.

Se puede decir que con las declaraciones a la Revista de la Contraloría, la presentación en ese foro y la entrevista con Yamid Amat quedamos ubicados respecto a qué y quién es hoy la planeación entre nosotros. Lo que el nombramiento del Director expresa es la importancia que se le da al cargo y a la función que el Departamento cumple.

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