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“El gran reto en Chile es superar la estructura económica, financiera, productiva, política y comunicacional que aún es pinochetista y neoliberal”, afirma dirigente Marco Enríquez-Ominami

Cronicón.net  

“Yo aspiro a hacer un gobierno con los verdaderos socialistas”, sostuvo en breve diálogo con el Observatorio Sociopolítico Latinoamericano www.cronicon.net, el líder del Partido Progresista de Chile, Marco Enríquez-Ominami, en el marco del II Encuentro Latinoamericano Progresista (ELAP) 2015, que se realizó en Quito, Ecuador, entre el 28 y 30 del pasado mes de septiembre.

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“Yo aspiro a hacer un gobierno con los verdaderos socialistas”, sostuvo en breve diálogo con el Observatorio Sociopolítico Latinoamericano www.cronicon.net, el líder del Partido Progresista de Chile, Marco Enríquez-Ominami, en el marco del II Encuentro Latinoamericano Progresista (ELAP) 2015, que se realizó en Quito, Ecuador, entre el 28 y 30 del pasado mes de septiembre.

La afirmación la hizo el dirigente político chileno ante el interrogante sobre por qué la actitud vergonzante y pérfida de varios dirigentes del Partido Socialista, al que perteneció el heroico y digno presidente Salvador Allende, quienes se han reunido con los principales voceros del fascismo venezolano financiados por Washington que protagonizan un agresivo ataque político-económico-mediático contra  gobierno del presidente Nicolás Maduro para desestabilizarlo y derribarlo. Sobre el vergonzoso proceder de quienes aún tienen el descaro de denominarse “socialistas” y sin ningún reparo se atreven a reunirse con dirigentes de la ultraderecha venezolana que son de la misma catadura de los genocidas pinochetistas que mataron en 1974 a su padre, el médico Miguel Enríquez Espinosa, secretario General del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), Enríquez-Ominami dijo que hay que diferenciar entre las bases y algunos “líderes” de esa colectividad.

“Hay un pueblo socialista espectacular, que está en la lucha y que hay que apoyar; solamente son algunos dirigentes del Partido Socialista los que asumen esas actitudes”, precisó el heredero del referente del MIR, quien como él (repitiéndose la historia) también renunció al Partido Socialista.

Su padre, Miguel Enríquez rompió con los socialistas en marzo de 1963. Enríquez-Ominami, lo hizo en 2009 para participar como candidato presidencial independiente. Posteriormente, en 210 fundó el Partido Progresista e igualmente se presentó a la contienda por llegar al Palacio de la Moneda en 2013. Su infancia y parte de su juventud las pasó exiliado ante la persecución de la feroz dictadura de Pinochet. Al retornar a su país alternó su actividad de cineasta con la política. Entre 2006 y 2010 fue diputado por el Partido Socialista y desde entonces está buscando llegar a la Presidencia de la República. Actualmente lidera todas las encuestas y anuncia que continuará en su propósito político ante la acogida que tienen sus propuestas.

En Chile es uno de los principales impulsores de la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente que se encargue de expedir una nueva carta política que reemplace la neoliberal y autoritaria expedida en tiempos del déspota y criminal Pinochet.

“Espero que esta iniciativa tome fuerza”, sostiene cuando se le interroga sobre la posibilidad de una Constituye en su país.

Efectos del criminal modelo neoliberal

Sobre la pesada herencia neoliberal del pinochetismo, Enríquez-Ominami explica que la sociedad chilena aún no ha podido sacudirse. Los efectos socioeconómicos están a la vista: “Chile es la Corea del Norte del capitalismo, está a la derecha de EEUU. Ninguna universidad es gratuita, ni las públicas, el gasto medio en salud está por debajo de la OCDE, el sistema previsional es individual, el transporte es público-privado. Estamos fuera del sentido común. Bachelet 1 no tocó ninguna de estas cosas. Bachelet 2, por su enorme ausencia de Chile durante muchos años, improvisó en un tema como la educación, el más importante, en uno de los países más desiguale de América Latina. No está pudiendo cumplir la principal promesa, la educación como un derecho y no como bien de consumo”, se lamenta.

Además, agrega, “buena parte de la estructura económica, financiera, productiva, política y comunicacional en Chile es pinochetista y neoliberal. Es decir, la geometría es pinochetista”, y lo peor, la presidenta Michelle Bachelet “se equivocó en los caminos”.

La realidad política en esta noción del Cono Sur es muy compleja, habida cuenta que “aún el 25% de los chilenos se define pinochetista y  en 1999 vimos a los socialistas defendiendo a Pinochet en Londres, no es fácil. Yo quiero cambiar esa geometría”, recalca.

Chile volvió a América Latina por la peor puerta

Si bien el dirigente del Partido Progresista sostiene que Chile retornó a América Latina y eso le gusta, infortunadamente, “lo hizo por la peor puerta: desaceleración económica, corrupción, narco. Malas puertas, pero me gusta que estemos en América Latina porque los problema de Chile dependen mucho más de Argentina, Perú y Bolivia de lo que piensa la élite chilena”.

Explicó que el proyecto político que lidera está sustentado en “derribar el concepto neoliberal de la economía. Entender que vivir juntos es el gran desafío de América Latina”. Sin embargo agregó que hay que entender lo que implican los nuevos desafíos económicos y geopolíticos.

En efecto, es preciso tener en cuenta dijo Enríquez-Ominami, que en América Latina se acaba un ciclo de crecimiento de cuatro puntos, control de inflación y reducción de la pobreza. En contraste, el nuevo ciclo, refiere, “representa preguntas nuevas. La respuesta de Chile está en Bolivia, en Argentina. Además hay un nuevo sujeto latinoamericano en donde hay variedad de oportunidades”.

A pesar de que la economía en su afán capitalista se comió el Derecho, sin embargo, aseguró, es en lo público donde está la oportunidad de calidad en derechos como la educación, la salud, el transporte. Fortalecer lo público y reducir el gasto bélico que en el continente “es obsceno”, deben ser las prioridades de Latinoamérica para seguir reduciendo la pobreza y sobre todo la  desigualdad que aún es una tarea pendiente porque la región es la más inequitativa del mundo.

Quito, Ecuador.

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