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Élites, capital trasnacional y resistencias sociales en Colombia

Por Camilo Salcedo / Palabras al margen  

En Colombia se puede ver una clara articulación entre el capital trasnacional y las élites políticas nacionales, donde ellas crean un consenso que argumenta la necesidad de la inversión a partir de la construcción de grandes proyectos de infraestructura, con la finalidad de potenciar el “desarrollo del país”. En resumidas cuentas, es necesario un proceso que permita la intensificación del proceso productivo para obtener un aumento de la tasa de ganancia. Esta cuestión,

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Por Camilo Salcedo / Palabras al margen  

En Colombia se puede ver una clara articulación entre el capital trasnacional y las élites políticas nacionales, donde ellas crean un consenso que argumenta la necesidad de la inversión a partir de la construcción de grandes proyectos de infraestructura, con la finalidad de potenciar el “desarrollo del país”. En resumidas cuentas, es necesario un proceso que permita la intensificación del proceso productivo para obtener un aumento de la tasa de ganancia. Esta cuestión,

compartida por la mayoría de los Estados de América Latina, guarda una diferencia con los gobiernos de centro izquierda que han buscado redistribuir las ganancias a partir de esa intensificación del proceso productivo (lo que algunos pesadores llaman de “neoextractivismo”), que se diferencia del caso colombiano donde se concentran las ganancias de ese proceso a partir de “enclaves trasnacionales” en los territorios donde el Estado funciona, principalmente, como un mediador que agiliza la articulación entre lo local y lo trasnacional.

En el caso del Quimbo es clara esta articulación, la cual no depende de ser un gobierno de extrema derecha o de derecha. Así, Alvaro Uribe (2002-2010) declaró en 2008, frente al aumento de las compensaciones que se le daban a las poblaciones afectadas en la licencia ambiental, que “todo quien quiera hacer una inversión en Colombia, tenemos que abrirle las puertas. El dinero se va a poner muy escaso en el mundo. Nosotros no podemos rechazar el que quiere venir a Colombia”1.

De este modo, el Estado ha creado todas las condiciones para que actúe ese capital, obteniendo seguridad y su tasa de ganancia. La creación del batallón energético N°12, “Energético y vial número 12 ‘José María Tello’”, en abril de 2009 con 1.200 soldados, muestra esto. Frente a esta situación, uno de los congresistas del Huila, Carlos Ramiro Chavarro, afirmó en su momento “el Quimbo es un motor de desarrollo regional que necesita un batallón para pacificar la zona, de la alta influencia de la guerrilla de las Farc”. Sin embargo, más allá de la influencia de la guerrilla en el área, este batallón ha sido el centro de operaciones del Escuadrón Móvil Antidisturbios ESMAD que se ha encargado de expulsar a quienes se han resistido a salir del área.

Esta “seguridad” de mano de los aparatos represivos del Estado no está completa sin una seguridad jurídica de la inversión; condiciones que han sido garantizadas para el proyecto tal como lo afirma el director y gerente de Emgesa Lucio Rubio: “hay que destacar que el sistema (de subastas) mediante el cual fue adjudicado (El Quimbo) es bastante novedoso y en eso el Gobierno hizo una excelente labor. En otros países no existe, lo que hace que los inversionistas no se le midan a hacer esta clase de proyectos”2.

Estas condiciones no solamente son aseguradas por la extrema derecha. La derecha en cabeza del presidente Juan Manuel Santos también las asegura, así él mismo inauguró el inicio de las obras del Quimbo en febrero de 2011 para “el desarrollo de la región”3, y posteriormente, frente a la expulsión violenta por parte del ESMAD a pescadores artesanales que se resistían de salir de las orillas del rio Magdalena (entre junio de 2011 y marzo de 2012), el jefe de Estado sostuvo “que quede claro que el Gobierno ejercerá el principio de autoridad donde tenga que ejercerlo. No vamos a permitir que unos pocos impidan que el interés general predomine”4.

¿Pero qué implica que estos proyectos se impongan sobre territorios? ¿Por qué resistirse a ellos?

La imposición de este tipo de proyectos implica la destrucción de formas de vida y crea conflictos tanto dentro como fuera de las comunidades. La acción trasnacional es sofisticada, y cuenta con múltiples instrumentos para mediar o confrontar. Su estructura interna vertical, apoyada por la flexibilización del trabajo, cuenta con toda una serie de trabajadores funcionales, el abogado, el trabajador social, el antropólogo, el economista, el psicólogo, el administrador, etc. Lo cual hace que las comunidades estén literalmente frente a un monstruo donde si las personas no aceptan lo que la trasnacional les ofrece, son aplastadas con todo el peso del Estado y de la trasnacional.

Las JAC se rompen frecuentemente, los líderes resultan teniendo más derechos de negociación que los de a pie debido a que obtienen compensaciones más rápido que sus comunidades: “es mejor salvar el pellejo”. La formación de líderes es importante, pero no suficiente. Por eso, ¿cómo delegar en una sola persona el poder de negociación sobre la forma de vida de toda una comunidad? “La vida, la solidaridad no se negocia” y los líderes deben estar sujetos a la voz de aquellos que están en la base.

Pero, ¿qué les duele a las comunidades? ¿Por qué son opuestos los intereses de las comunidades y los intereses de la trasnacional? ¿Por qué si existen “compensaciones” que “mitigan el problema”?

El dolor de lo que se pierde viene de la voz de los mismos campesinos que han poblado durante generaciones el área afectada: “lo que duele, es que la empresa haiga [sic] reventado todo, esos lasos [sic] familiares, cuando uno no tenía comida entonces de otra casa le llegaba la comida, que el que estaba enfermo, el que no podía trabajar, de cualquier situación le llegaba y ahora la empresa (Emgesa) lo acabó, ya uno de eso no consigue” (entrevista, 2013).

El aumento de la tasa de ganancia no sale de la nada, entre más pierden las comunidades más gana la trasnacional. Más cuando se pierde el lugar donde viven y trabajan cambiando totalmente el uso del suelo. Así, donde se cultivaba maíz, arroz, tabaco, tomate, plátano y se tenían arboles de cacao, habrá agua quieta, la tierra se perderá.

Las resistencias que podrían ser determinadas como “reactivas” por los teóricos de los movimientos sociales en la medida que confrontan a la trasnacional, en el fondo también son “proactivos” en la medida que buscan preservar la continuidad de sus prácticas, racionalidad y formas de vida que se basan en economías y lógicas que, aunque inmersas en el sistema capitalista periférico, no son capitalistas. Probablemente sea en la defensa de estas formas de vida donde está la principal forma en cómo se puede confrontar al capitalismo y, así, crear a partir de lo creado.

***

1 “Todo el que quiera hacer una inversión en Colombia, hay que abrirle las puertas. La plata se va a poner muy escasa en el mundo. Nosotros no podemos rechazar la que quiere venir a Colombia”. En “Colombia no puede desaprovechar una sola inversión”, dice presidente Uribe (Septiembre 27 del 2008).

2 “Queremos invertir más en Colombia” Endesa construirá la hidroeléctrica el Quimbo en el Huila. Entrevista con su director nacional. 16 de junio de 2008. Ver en: http://www.portafolio.com.co/archivo/documento/MAM-2976777

3 http://m.eltiempo.com/colombia/otraszonas/presidente-santos-pone-la-primera-piedra-de-hidroelctrica-el-quimbo/8915780

4 http://www.lanacion.com.co/index.php/politica/item/130688-santos-defiende-desalojo-en-el-quimbo

Palabras al margen.

 

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