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“Invito a que me juzguen por mis propios actos”, dice la candidata del Polo a la Alcaldía de Bogotá, Clara López

Por María Isabel Rueda / El Tiempo  

Comencemos por sus planes para Bogotá. ¿Cómo va a rescatar TransMilenio? Petro le tuvo inquina, porque venía de Peñalosa…

Haría algo semejante a lo que hice cuando estuve en la Alcaldía, reemplazando a Samuel Moreno. Estructuré una comisión que se reunía periódicamente para hacerle seguimiento a TransMilenio, que estaba al borde del colapso desde el 2011. Ampliaré la infraestructura. Las estaciones, como era previsible, se quedaron pequeñas.

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Por María Isabel Rueda / El Tiempo  

Comencemos por sus planes para Bogotá. ¿Cómo va a rescatar TransMilenio? Petro le tuvo inquina, porque venía de Peñalosa…

Haría algo semejante a lo que hice cuando estuve en la Alcaldía, reemplazando a Samuel Moreno. Estructuré una comisión que se reunía periódicamente para hacerle seguimiento a TransMilenio, que estaba al borde del colapso desde el 2011. Ampliaré la infraestructura. Las estaciones, como era previsible, se quedaron pequeñas.

Y tendremos que generar las condiciones para recuperar la cultura ciudadana a través de la limpieza, de hacer que las puertas funcionen, y que la gente, a pesar de los empujones y el chichonerón tan grande, vuelva a hacer la cola.

‘Chichonerón’. ¡Qué palabra tan bogotana! Para eso se requiere un alcalde que no fomente la desarmonía ciudadana, sino la disciplina y el compañerismo. En lugar de hurgar en la lucha de clases, ¿usted se siente capaz de recuperar la mística urbana?

Hay que recuperarla. Y la manera de hacerlo es eligiendo a una alcaldesa con liderazgo y capacidad de imponer orden en la casa, pero con la firmeza y la ternura de las que somos capaces las mujeres.

¿Ser una candidata mujer le da alguna ventaja?

Las mujeres hemos demostrado que sabemos gobernar con prudencia, con tranquilidad, y, desde luego, con firmeza, trabajo y disciplina. Soy capaz de recuperar la confianza de los bogotanos poniendo la casa en orden, pero siempre con la mano tendida para los amigables acuerdos, que es el arte de gobernar bien.
¿Usted construiría más vías?

Hay que construir más vías. Pero hay prioridades. Por ejemplo, TransMilenio sobre la Boyacá, aprovechando la amplitud de la vía para generar una autopista urbana de alta velocidad.
¿Construiría la ALO?
Al no haberla hecho a tiempo, ya la ALO es otra vía de ciudad y no la circunvalar que todos estamos urgidos de que se genere. En su trazado original, atraviesa una cantidad de humedales que hoy tienen muchos dolientes. Los intereses de quienes están exigiendo una mejor movilidad perfectamente son compatibles con el respeto por los humedales.
Salvo que se atraviese un cuñado del doctor Petro…

Que no se nos atraviese ningún cuñado ni ningún pariente de nadie. Aquí las normas son para cumplirlas, especialmente por los que llegamos a tener posiciones de decisión y mando.

¿Qué haría con el problema de la seguridad?

Sin lugar a dudas, es el que hoy está agobiando a los ciudadanos. Pero mucho de ese hurto callejero responde no a hechos aislados, sino a una criminalidad muy bien organizada, que recluta a las pandillas de los barrios y que está conectada con delincuencia internacional en la venta de los celulares robados. Eso no se arregla agarrando raterito por raterito, hay que darle a la cabeza de la organización. Y por eso es tan necesario que la comisión de inteligencia que funciona en Bogotá haga un cambio de énfasis. Que en lugar de dedicarse a la lucha contra los alzados en armas y su accionar en la ciudad, se convierta en una comisión anticrimen organizado. Pero la seguridad también requiere un tratamiento integral. Nos hemos acostumbrado de tiempo atrás a tratar duro a los débiles y débilmente a los duros. Por eso también tenemos que generarles oportunidades a esos jóvenes que ni estudian ni trabajan, y que por lo tanto son presa fácil del reclutamiento de las bandas delincuenciales.
¿Cuáles son sus planes para la educación en Bogotá?

Me esforzaré por generar en los últimos años de la educación básica toda la articulación de los jóvenes hacia el trabajo. Ojalá los empresarios acepten el plan que les he propuesto: que cada gran empresa adopte un colegio distrital, para que no haya tanta descontextualización de la educación frente a las necesidades del mundo de los negocios. Y tengo un enorme sueño: en la Universidad Distrital no solamente abriré las sedes que ya están en curso, sino que adecuaré sus infraestructuras educativas para una universidad nocturna del emprendimiento y la formación en todas esas técnicas y tecnologías de las comunicaciones, que dan empleo a alto nivel.
La izquierda en Bogotá lleva a cuestas dos fardos muy pesados. El ‘carrusel’ de la contratación de Samuel y la pésima gestión del alcalde Petro. ¿Por qué votar por otro gobierno de izquierda?

Uno no puede juzgar y condenar sin fórmula de juicio a una persona por el daño ajeno. Y definitivamente el estilo de gobierno de Gustavo Petro no es el mío. La ciudad conoce la manera como goberné. Tanto es así que entré a la Alcaldía con el 18 por ciento de opinión favorable, según Gallup, y salí con el 72 por ciento, el índice más alto de esa encuesta en 22 años. Eso demuestra que no soy ni como quien me antecedió, Samuel Moreno, ni como quien me sucedió, Gustavo Petro.

¿Usted cree que sobre lo que dejará Petro se puede construir sobre lo construido, o vamos a tener que reconstruir sobre lo destruido?

Construir sobre lo construido es una característica de los bogotanos. Le doy el ejemplo de la ciclovía, que empezó con Luis Prieto Ocampo a mediados de los años 70. La institucionalizó Augusto Ramírez Ocampo, y hoy es algo emblemático de nuestra ciudad, que imitanen todas partes. Jaime Castro, otro ejemplo, fue el arquitecto de las finanzas sanas. Los alcaldes que siguieron construyeron sobre ese saneamiento de la ciudad. De Antanas Mockus tendremos que recuperar la construcción de la cultura ciudadana, que todos le reconocemos. (Lea también: ‘Buscan echarme mugre encima a mí, a mi partido y a quienes me rodean’)

¿Le reconocería algo a Peñalosa, que quiere repetir alcaldía?

Sin lugar a dudas, su aporte a la movilidad, que fue TransMilenio. Pero, en gran medida, el colapso de la movilidad en Bogotá se debe a que no se construyó el metro, que estaba incorporado en su plan de desarrollo de 1998.
¡Los gobiernos del Polo tampoco construyeron el metro!

Pero han dado un profundo viraje social a la ciudad, con su política de inclusión, de promover y defender la diversidad en todas sus manifestaciones.

Sé que no le gusta que le pregunten del tema, pero toca, para avanzar en otros asuntos. Como secretaria de Gobierno de Samuel Moreno, ¿qué supo de lo que estaba pasando? ¿Nunca se dio cuenta de que se estaban robando la ciudad?

Yo salí de la Secretaría de Gobierno a ser la fórmula vicepresidencial de Gustavo Petro, quien es el reconocido denunciante del ‘carrusel’ de la contratación. Eso demuestra que cuando salí de la Alcaldía el ‘carrusel’ no estaba en la mira de nadie. No tuve absolutamente ningún conocimiento de lo que estaba pasando, porque mi función era la seguridad de la ciudad. Me la pasaba desde la madrugada hasta el anochecer atendiendo todas las incidencias, desde las explosiones de los petardos, que eran bastantes por esa época, hasta la construcción de uno de los desarrollos más importantes que ha tenido la Policía en el país, que es el Plan Cuadrantes. Logramos que la Policía tuviera toda la red social del Distrito a su disposición para colaborarle, porque es el primer respondiente en todos los casos de afectación ciudadana.

Y luego de que Petro la escogió como su candidata a vicepresidenta, ¿por qué terminó peleando con él?

Porque, con todo derecho, aspiró a ser el presidente del Polo, pero el Comité Ejecutivo Nacional me ratificó a mí.

¿Será cierto que a Petro la ciudad se le quedó chiquita, porque sus ambiciones son bolivarianas?

Yo pienso que el problema de Petro es de estilo. Es que para gobernar una ciudad hay que tener un buen trato con todo el mundo. Entender que hay que conciliar derechos en un espacio compartido. No se puede, desde el Gobierno, polarizar ni ignorar una gran tradición que viene de atrás y que hay que respetar y proyectar. Ese fue uno de los grandes errores de Gustavo Petro.

Ya el samperismo cayó en su campaña, como había caído en las de Lucho y Samuel. ¿En su alcaldía también recibirá su tajada burocrática?

Esa pregunta lleva unos sesgos dirigidos a que uno se vuelva defensivo en la respuesta. Tenemos enormes coincidencias con la izquierda liberal, que en el caso personal mío se ha manifestado a través de un fuerte apoyo en la construcción programática de la campaña presidencial de Juan Manuel Santos y, ahora, en el programa de la Alcaldía, en los equipos económicos dirigidos por Eduardo Sarmiento.

Rafael Pardo dice que los liberales que la apoyan a usted son los del proceso 8.000…

Conmigo están Alfonso Gómez Méndez, Bernardo Gaitán Mahecha, Jaime Bernal Cuéllar, Miguel Samper Strauss, Alfonso y Juan Manuel López Caballero, Jaime Pulido Sierra, Enrique Lleras… Un sector tan grande no amerita que el doctor Pardo trate de denigrarlos ni de ofenderlos. Todo el samperismo y el lopismo que está conmigo es más que el Partido Liberal, que se quedó con él y que ha sido objeto de una sentencia del Consejo de Estado que lo señala de haber faltado a la moralidad administrativa.

Una persona correcta y seria como su contrincante Carlos Vicente de Roux dice que él no se corta la mano por la honestidad del Polo para manejar recursos públicos. ¿La golpeó ese comentario?

Me golpeó mucho, por injusto y por innecesario. Porque los colectivos están conformados por personas y las personas son las que cometen los aciertos o los desaciertos. Él está hablando más desde el interés político de avanzar en su propia causa, a costillas de poner a un competidor en mala luz. Pero él mismo lo ha dicho: sobre mí no tiene glosa alguna.

¿Por qué votar por usted y no por los otros candidatos de izquierda?

Porque tengo la experiencia, la formación, el espíritu conciliador y la capacidad de inspirar a la gente a mayores estadios de logro. En formación académica nadie me supera. Soy graduada magna cum laude en la Universidad de Harvard, lo que si hoy es meritorio, cuando lo hice fue más.

¿No será que, más allá de la ideología, Bogotá está clamando por una buena gerencia?

La Alcaldía de Bogotá requiere liderazgo y visión, no solamente una buena gerencia. El alcalde tiene que ser un buen gobernante. Eso exige gran capacidad de conciliación, de liderazgo y de inspiración. Lo que he demostrado a lo largo de toda mi vida es que estoy en disposición de tomar las decisiones que corresponden, independientemente de las posiciones ideológicas, una actitud que asumí cuando invité a votar por la paz en cabeza de Juan Manuel Santos. Lo que necesita el país, más que un discurso ideológico y político que polarice y que separe, es una invitación a la unidad.

Hablando de unidad, ¿ya hizo las paces con el senador Robledo?

Las diferencias pueden subsistir, pero deben ser llevadas de una manera tranquila y constructiva.

Mucha gente mira con desesperanza que Pardo y Peñalosa no lleguen unidos a estas elecciones porque piensan que eso le dará a usted el triunfo…

Hacerme una gavilla para generar inquietudes sobre la capacidad de gobernar de una persona que ya está probada, en función de que pertenece a un partido político, es profundamente antidemocrático. Lo democrático es medir y analizar las propuestas y las capacidades de las personas, y no generar un ‘coco’ en cabeza de una mujer que ha demostrado enorme capacidad para solucionar los problemas y para liderar en tiempos de crisis a una ciudad que necesita tanto liderazgo.

Ese ‘coco’ lo generan dos administraciones de izquierda perdidas. Eludir esa responsabilidad, siendo la candidata del Polo, tampoco se puede…

Yo no eludo ninguna responsabilidad, pero invito a que me juzguen por mis propios actos. Fui capaz de recuperar la confianza en una ciudad que la había perdido en la peor crisis de su historia, y lo hice gobernando con mis principios y con mis ideas. No entiendo por qué ahora me quieren atribuir algo que saben que no es de mi cosecha.

El Tiempo, Bogotá.

 

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