Nacional
La Gran Transición hacia una nueva civilización
Por Wim Dierckxsens / ALAI
Una propuesta alternativa al neoliberalismo es más estratégica en la medida en que enfoca la contradicción fundamental en la racionalidad existente. Para orientar la racionalidad alternativa a largo plazo, se requiere que la contradicción fundamental se haga visible. Ello se traduce en la incapacidad de desarrollar las fuerzas productivas bajo las relaciones de producción existentes.
Por Wim Dierckxsens / ALAI
Una propuesta alternativa al neoliberalismo es más estratégica en la medida en que enfoca la contradicción fundamental en la racionalidad existente. Para orientar la racionalidad alternativa a largo plazo, se requiere que la contradicción fundamental se haga visible. Ello se traduce en la incapacidad de desarrollar las fuerzas productivas bajo las relaciones de producción existentes.
En la racionalidad económica actual, el capitalismo ha llegado al momento histórico en que es imposible re-vincular la inversión con la producción en forma rentable. En otras palabras, bajo la racionalidad económica y las relaciones sociales de producción existentes, ya no es posible un mayor desarrollo de las fuerzas productivas. Esta contradicción se torna cada vez más visible en la actualidad ante el frustrado proceso de solucionarlo.
LÍMITES EN LA OBSOLESCENCIA PROGRAMADA DE LA TECNOLOGÍA
La transnacionalización del capital a partir del llamado ‘outsourcing’ no se dio tanto debido al aumento en el costo de la fuerza de trabajo, como suelen plantearlo las tesis neoliberales. La obsolescencia programada de la tecnología empleada en las empresas ha contribuido más al proceso de outsourcing que el propio aumento en el costo de la fuerza laboral. El discurso neoliberal solo habla del elevado costo laboral ya que no conviene señalar el otro. Para poder ´sobrevivir´ en la competencia, el capital acorta la vida media útil del capital fijo (esencialmente edificios y maquinaria) que emplea en sus empresas para poder obtener así la tecnología de punta del momento. La tendencia anterior ha dado un enorme impulso al capital productivo en la posguerra así como a los inventos tecnológicos. Sin embargo, hacia fines de los años sesenta y principos de los setenta la sustitución tecnológica ha llegado al límite posible para aumentar la tasa de ganancia en Occidente. La vida media útil del capital fijo se redujo tanto que el costo tecnológico por transferir al producto (o servicio) ya no es compensado por la reducción en el costo laboral al emplear esa nueva tecnología. La capacidad de reemplazo tecnológico (el desarrollo de las fuerzas productivas) se torna un estorbo para aumentar la tasa de ganancia, es decir, para la propia relación de producción vigente.
Es a partir de ese momento que termina, en nuestra opinión, la era de las crisis cíclicas del capitalismo e inicia un capitalismo sin posibilidad de generar un nuevo ciclo. Este fenómeno dio sus primeros síntomas en EEUU. A principios de los años setenta, la baja de la tasa de ganancia se dio también en Europa atribuida erróneamente a la crisis del petróleo. Es a partir de entonces en Occidente que el capital tiende a la financierización de la economía evitando el factor trabajo. No era aún el caso de Japón. Acortar la vida media útil de la tecnología era política oficial en Japón en los años setenta y ochenta. La meta fue alcanzar una posición de vanguardia en materia tecnológica. El país efectivamente llegó a ser campeón mundial en reemplazar capital fijo ‘viejo’ por otro más ‘moderno’. Durante los años ochenta Japón fue considerado ‘el milagro económico’ que iba a conquistar el mundo. La realidad fue que la tasa de ganancia bajó aún más de prisa que en Occidente dejando al país en una recesión de la cuál aún hoy no ha salido. El Estado japonés ha buscado inyectar en la economía endeudándose a lo interno como ningún otro y acumula actualmente una deuda soberana equivalente al 500% de su PIB. Existía la esperanza que tarde o temprano llegara un nuevo ciclo económico. Japón sufre una recesión tras otra. La recuperación no ha llegado ni llegará.
LÍMITES DE UNA RENTA MONOPÓLICA SOBRE EL CONOCIMIENTO
Acortar la vida media útil de la tecnología fomenta entonces una baja en la tasa de ganancia. A partir de los años ochenta en Occidente el capital procura evitar bajar la vida útil de la tecnología mediante toda clase de patentes. El ‘outsourcing’ de capital productivo hacia países periféricos se ve acompañado de toda clase de monopolios basados sobre los derechos de propiedad intelectual. El desarrollo de y el monopolio sobre el conocimiento se concentraba en la casa matriz de las transnacionales. Este monopolio junto con el bajo costo de la fuerza de trabajo en los países emergentes debía evitar la baja de la tasa de ganancia en la economía real.
Patentar el conocimiento significa vivir de la renta monopólica sobre el conocimiento. Es una forma parasitaria y temporal de realizar una renta improductiva propia a una fase senil del capitalismo. A mediano plazo también, la política de patentes no garantiza una tendencia al re-alce de la tasa de ganancia. Cada vez más patentes suelen tener aplicación alguna en el ámbito productivo. En tanto que los costos de Investigación y Desarrollo suelen a incrementarse sin encadenarse con el ámbito productivo, estas inversiones se tornan improductivas. Con ello cada vez más costos de Investigación y Desarrollo han de ser transferidos al producto o servicio, acentuando más bien la tendencial caída de la tasa de ganancia transnacional. Las innovaciones y la economía de conocimiento pueden desarrollarse más en los países centrales, pero las innovaciones aplicables al proceso productivo suelen desarrollarse cada vez más en los lugares donde se encuentran las plantas productivas, es decir en los países emergentes y en primer lugar China. La renta monopólica sobre el conocimiento, entonces, tampoco tendrá un carácter duradero.
La política de patentes en cada vez más áreas productivas junto con el ‘outsourcing’ hacia China ha brindado una solución durante varias décadas. La contradicción básica no solo no se ha resuelto en los países centrales sino que más bien esta contradicción tiende a mundializarse, pues, al generalizarse el sistema de patentes en más sectores y países emergentes, la contradicción se torna cada vez más global. En la actualidad los BRICS como conjunto se vislumbran como paises emergentes y China como el nuevo ´milagro económico´. La expectativa colectiva era, y para muchos sigue siendo, que el país, como actual taller del mundo, triunfará como el nuevo líder mundial capitalista. De acuerdo con las estadísticas oficiales, la tasa de inversión de China se acerca al 50% del PIB. No es posible colocar ese capital fijo solo en la ampliación y diversificación de la economía real. Las nuevas inversiones se orientan, entre otras cosas, cada vez más al reemplazo de capital fijo (tecnología y edificios) obsoleto por otro más moderna.
CHINA COMO ÚLTIMO BASTIÓN DEL CAPITAL PRODUCTIVO
La actual política de China es la sustitución de tecnología foránea (transnacional) por otra nacionalmente desarrollada. En el año 2013 no menos de 629.612 patentes fueron publicados en China, 200 mil más de lo que EEUU publicó en el mismo año. Una publicación de ´World Intellectual Property Indicators´ del año 2014 reportó que el 32% de los 2,57 millones de patentes registrados mundialmente correspondían a China y para 2014 se esperaba una cifra aún mayor. China lo considera como su estratégia para llegar a ser un gran jugador mundial en los sectores de innovación tecnológica, aunque al mismo tiempo implica una tasa de crecimiento a la baja y un alza permanente en los costos de producción manufacturera del país. En resumidas cuentas, en China la tasa de ganancia del capital productivo también tiende rápidamente a la baja (Vea, Neil Wilkof . China’s patent targets for 2020: what do they say about China and the rest of us?, www.ipkitten.blogspot.com).
La tendencia a la baja de la tasa de ganancia en el ámbito productivo en China se está dando a partir de una veloz sustitución del capital fijo. Si a esto le agregamos un costo ascendiente en la mano de obra que demanda una fuerza de trabajo cada vez más preparada. En China había 9.4 millones de estudiantes aplicando para la educación superior en junio de 2014. De la población en edad de estar en la educación superior (150 millones de personas contra 32 millones en EEUU), más del 20% (contra 42% en EEUU), o sea 30 millones de jóvenes (el doble de EEUU) estaban en un programa de educación superior en 2014. La mayor cobertura de la salud es consecuencia de este estado de desarrollo.
Se repite la historia de Japón de hace unas décadas. Un planteamiento que a mediados del siglo XX ya hacía Keynes era abandonar las patentes y que se declare la propiedad intelectual como patrimonio de la humanidad. La ocasión de reivindicarlo e impulsarlo se presentará con la Gran Depresión del Siglo XXI en marcha. Al acabar con los patentes se acaba la competencia a partir de diferencias tecnológicas existentes entre empresas y regiones. La tecnología ya no marca la diferencia competitiva. Con ello se agotan también en buena medida las posibilidades de realizar una plusvalía relativa. El único modo de competir a mediano plazo será a partir de la fuerza de trabajo más barata por regiones.
Dadas las limitaciones de absorción, la rentabilidad del capital ha ido disminuyendo de manera constante. El capital comienza a buscar áreas de inversión alternativas con mayor tasa de beneficio con un carácter más especulativo. Se dan inversiones a gran escala en proyectos (edificación masiva) de segundas casas sobre todo que tienen un carácter más especulativo. Al quedar vacíos (barrios enteros de edificios), estas inversiones no encadenan con la economía real. Hay crecientes inversiones sin encadenamiento posterior con la economía real de China, lo que presiona la tasa de crecimiento económico hacia abajo. La burbuja inmobiliaria se puede observar con el creciente número de edificios y grandes torres vacías sin terminar que difícilmente encontrarán dueño. Los precios de los inmuebles han caido en China en 66 de las 70 ciudades más grandes de acuerdo con la Oficina de Estadisticas Nacionales del país. En el año 2014 los precios de inmuebles cayeron en un 7.6%. Es difícil juzgar la gravedad de la burbuja inmobiliaria en China, pero una cosa es cierta, cuando también observamos el carácter especulativo en la bolsa de valores de Shanghai, parece ser es cuestión de tiempo para que la historia japonesa se repita en China. (Vea, Duncan Hewitt, Record Fall In Property Prices Brings More Bad News For China’s Slumping Real Estate Market, http://www.ibtimes.com , 18 de marzo de 2015; Yu Yongding, China y su adicción por la inversión, http://prodavinci.com).
INMINENTE DESCENSO EN EL CRECIMIENTO ECONÓMICO DE CHINA
En 2014, China reportó una tasa de crecimiento de algo más de 7%, la más baja en 24 años. Esta cifra, en la opinión de Kurt Cobb, es claramente sobreestimada. Cuando se observa la tasa de crecimiento en el consumo de electricidad, que solo creció en un 3.8%, la tasa real resulta ser probablemente bien más baja. El consumo de electricidad es un factor más confiable para medir la evolución del crecimiento económico del país. Incluso Li Keqiang, el primer ministro de China, confía más en este indicador. Históricamente, el consumo de electricidad y el crecimiento económico han sido muy paralelos: para un crecimiento en el PIB se solía requerir un aumento de 1.09% en el consumo de electricidad. Una tasa de crecimiento de 3.5% resulta por lo tanto más probable. Según datos preliminares de 2015, el consumo de electricidad de febrero bajó 6.3% respecto del mes anterior y en marzo mostró otro descenso de 2.2%. En otras palabras, el crecimiento económico de China sigue hacia la baja (Vea, Kurt Cobb, Chinese energy figures suggest much slower growth than advertised, www.resilience.org. Los datos de transporte de carga muestran una tendencia semejante (Graham Summers, The Black Swan 99% Of Analysts Don’t See Coming, 1 de mayo 2015, http://www.gold-eagle.com)
No solo las economías más avanzadas parecen estar ante la imposibilidad de volver a reconectarse con el ámbito productivo debido a una tasa de ganancia cada vez más a la baja, sino también parece ser el caso de países emergentes y al menos ya bien patente para el caso de China. En la opinión de Jeremy Warner, la respuesta para sostener la demanda por otro tiempo más ha sido el endeudamiento continuo. Uno tras otro gran banco central se ha visto forzado a imprimir dinero sin respaldo, aumentando el crédito a tasas de interés cero. Primero vimos en 2008 la política de expansión monetaria en los EEUU, luego siguió el Banco de Inglaterra, después el Banco de Japón y más recientemente el Banco Central Europeo. Ahora incluso el Banco Popular de China considera aplicar la misma política de comprar sus propios bonos para emitir dinero sin respaldo. Lo anterior levanta una pregunta más de fondo, de acuerdo a Jeremy Warner, los bancos centrales parecen no tener otra respuesta para aumentar la demanda o para elevar la productividad del trabajo que endeudándose. Una corrección masiva que desembocará en la Gran Depresión del Siglo XXI será su resultado inevitable (Jeremy Warner, Negative interest rates put world on course for biggest mass default in history).
A partir de lo anterior difícilmente podrá esperarse un resurgimiento del capitalismo productivo en los países centrales y probablemente ni en los países emergentes. La pregunta siguiente es ¿será que estamos presenciando una crisis sistémica? Es nuestra opinión que hemos llegado a los límites de lo posible de acortar la vida útil del capital fijo. Ha sido y seguirá siendo la causa última en la baja de la tasa de ganancia en el ámbito productivo, sea donde sea. En la opinión de Jorge Beinstein, los poderes periféricos tales como los BRICS no tienen mayores posibilidades de reordenar, en el sentido burgués del término, la economía real en el mundo (Vea, Jorge Beinstein, El capitalismo, la violencia y la decadencia sistémica).
AUMENTO DE LA EDAD MEDIA DEL CAPITAL FIJO EN LOS PAÍSES CENTRALES
Con la migración de capital productivo transnacional hacia los países emergentes, la vida media de la tecnología se ha alargado en los países centrales. De acuerdo con un estudio de Sonders, ´Corporate America’s capital equipment is getting old´( www.businessinside, 30 de abril de 2014), la vida media del capital fijo (maquinaria y edificios) de las corporaciones norteamericanas en 2012 superó los 22 años, cifra superior a lo que lo que fue su edad media en 1962, o sea, 50 años antes. La edad media de la maquinaria industrial en EEUU superó los diez años y con ello está incluso por encima de valores ya alcanzados en 1938, o sea hace 75 años, según informa James Hagerty. En el gráfico abajo se observa que la maquinaria ocupada en la industria japonesa hacia fines del siglo XXI ya era 5 años más vieja que a principios de los años setenta.
Con ello, el ciclo de reproducción del capital se alarga, baja el costo tecnológico a transferir al producto de consumo final, contrarrestando la baja a la tasa de ganancia en el sector de bienes de consumo. Lo anterior se daría si se tratara de una economía cerrada. Sin embargo, al operar en una economía abierta la competencia simultánea de empresas transnacionales desde los países emergentes, hace que la tasa de ganancia en Occidente tiende más bien a la baja. El cierre de fronteras brindaría nuevas oportunidades. Lo anterior sugiere que probablemente estamos ante una nueva era de proteccionismo.
Al alargarse la vida media del capital fijo, también baja su demanda, es decir, hay una menor inversión y acumulación autóctono en el sector tecnológico norteamericano. Lo anterior no es solamente un fenómeno en EEUU, sino también en la Unión Europea y Japón. Alargar la vida media de la tecnología solo es posible con acuerdos y controles mundiales y esto a su vez es posible solo cuando ya no hay posibilidad de acortar la vida media de la tecnología a nivel mundial. Desde hace tiempo la demanda efectiva de tecnología en el Norte se está reduciendo y con lo que está sucediendo en China parece que estamos acercándonos al momento que sea un fenómeno mundial (Vea, JAMES R. HAGERTY, U.S. Manufacturing Is Rolling on Aged Wheels, 3 de setiembre de 2014, http://www.wsj.com y Christian Odendahl, More investment, for Germany’s sake, 13 de junio de 2014, http://www.cer.org.uk).
ACERCA DE UN NUEVO KEYNESIANISMO MILITAR
Alargarse la vida media de la tecnología solo es posible con acuerdos y controles mundiales y esto a su vez solo es posible cuando ya no hay posibilidad de acortar la vida media de la tecnología a nivel mundial. Con lo que está sucediendo en China parece que estamos acercándonos a este momento. Alargar la vida tecnológica constituye una tendencia irreversible en la baja de las ventas y ganancias en el sector de bienes de producción. Este sector, en otras palabras, perdería dinamismo económico. La respuesta lógica será el abandono paulatino del capital en el sector tecnológico y su fuga hacia la economía militar y o hacia la economía especulativa, como ya hemos estudiado en otros textos. El llamado ´keynesianismo militar´ en una economía en recesión, sin posibilidad de retorno rentable al ámbito productivo, acentuará más bien la recesión en vez de constituir una salida a mediano plazo. Solo en el caso de China el Keynesianismo militar podría ofrecer una cierta salida a la recesión, siempre y cuando conquiste la hegemonía mundial en el campo militar a como lo hizo EEUU a partir de la segunda guerra mundial y los Acuerdos de Bretton Woods. Esta aventura es muy riesgosa. Si bien China ocupa en este momento el segundo lugar a nivel mundial en gastos militares, apenas gasta la quinta parte de EEUU y muestra un gasto levemente superior al de Arabia Saudita que supera incluso en este aspecto a Rusia.
En un momento en que su crecimiento económico ha comenzado a disminuir y que varias burbujas podrán estallar en el futuro cercano, China, no ha elegido estimular su economía en primer lugar a través del gasto militar. Lo que China busca es el paso de un mundo occidental a un mundo global liderado por China con un keynesianismo de otro tipo. Lo que China ha puesto en marcha es otro proyecto a escala global con la creación del Banco Asiático de Inversiones en Infraestructuras (BAII). Habiéndose convertido en la fábrica del planeta, el poder económico de China (y de las transnacionales) no es el tamaño de su país, sino el del planeta en su conjunto. En términos del informe de GEAB de abril de 2015, su determinación de construir una nueva Ruta de la Seda parece más afín a un New Deal que al intento – peligroso – de imponerse mediante un complejo industrial y militar como el número Uno del mundo.
Lo que procura China de esta forma es consolidar Eurasia como una sola economía. De lograrlo obtendría la hegemonía en el mundo por sobre EEUU. Los europeos se apresuran a aceptar la invitación de China de participar en el BAII (con Londres en primer lugar, seguido por París, Roma y Berlín). Incluso Israel, que ha sido cortejado por el BAII, durante las negociaciones entre EEUU e Irán que no eran del gusto del país. EEUU (Wall Street) y Japón son los grandes ausentes del BAII. De acuerdo al informe GEAB, los BRICS han creado las condiciones para reinventar un sistema monetario internacional multi-monetario, los mercados financieros verdaderamente globales, los bancos multi-polares o mundiales como el Banco BRICS y la infraestructura del Banco Asiático de Inversiones
Es un verdadero New Deal que los chinos están ofreciendo, pero esta vez es global. El presidente chino, Xi Jinping, presentó oficialmente la nueva «Ruta de la Seda», en la Conferencia Económica el 28 marzo de 2015, frente a dieciséis Jefes de Estado o de Gobierno y más de cien ministros de 65 países. Todos estos países que han decidido unirse al BAII impulsado por China. Los 65 países juntos representan 4,4 mil millones de personas, es decir, el 63% de la población mundial estaría involucrada por la nueva Ruta de la Seda. El capital inicial es de 100 mil millones de dólares (la mitad capital chino) y se espera que muchos otros países se apunten a este proyecto.
China tiene no solo la necesidad sino también la oportunidad, con este megaproyecto de la «Nueva Ruta de la Seda», de diversificar sus activos e invertir parte de sus gigantescas reservas de divisas que ha acumulado en el comercio con EEUU. La Ruta de la Seda implica una inmensa infraestructura de carreteras, ferrocarriles, aeropuertos y puertos y busca integrar Eurasia como una sola economía, a través de fuertes inversiones en infraestructuras. El objetivo es conectar a China con Rusia, Europa, África y hasta Oceanía y fomentar el comercio. La ruta de la seda terrestre tiene como punto inicial el oeste del país y atravesándolo en su conjunto. El centro de la ruta de la seda será la capital de XinJiang (la provincia musulmana de China situada en el oeste). Desde Ürümqi habrá una conexión con Kazakstán, Kyrgyzstan, Uzbekistán y quizás Afganistán e incluso Irán. Desde Turquía llegará también a Rusia y Europa. En el continente europeo, está prevista una línea de ferrocarril de alta velocidad desde Bulgaria hasta la provincia de XinJiang en el oeste de China. La inversión estimada sería de 150.000 millones de dólares y se espera que esté funcionando para 2030 (Vea, Informe GEAB, abril 2015)
China también prevé un proyecto de alta velocidad similar entre Moscú y Beijing -de 7.000 kilómetros de distancia- que costará en torno a los 230.000 millones de dólares y que reducirá el trayecto en tren, entre las dos capitales, de seis a dos días. Una tercera ruta, también de ferrocarril unirá a Laos, Tailandia, Malasia y Singapur con China, por un coste de 75.000 millones de dólares. La Ruta de la Seda Marítima (Maritime Silk Road) que conectará a la costa este de China con Europa pasando por el mar del sur de China y el Océano Indico. (Vea, Nikolaus Jilch, ¿Qué es el proyecto económico de la Ruta de la Seda de China?, 17 de abril de 2015, www.oroyfinanzas.com).
¿ENDEUDAMIENTO GLOBAL HASTA CUÁNDO?
El impacto de un proyecto keynesiano de esta índole depende, en última instancia, de su encadenamiento posterior con la economía. En la fase de su construcción los proyectos generan empleo y estimulan la actividad económica. La base de su financiamiento suele ser el crédito. Si estas rutas se concluyen han de estimular la economía. Las expectativas políticas de construir rutas ferroviarias de alta velocidad son muy altas que conducirán a un fuerte desarrollo económico. Una revisión de la literatura al respecto y los resultados empíricos que presentan revelan lo contrario, a menudo y sobre todo para trenes de alta velocidad entre ciudades, señalan que el despilfarro de recursos es el resultado final. Estas inversiones son, en otras palabras inversiones improductivas (Vea, John Preston, The Impact of High Speed Trains on Socio-Economic Activity, http://www.hsr.ca.gov ). De acuerdo a un estudio de NCPA (High Speed Rail Negative, http://debate-central.ncpa.org), los trenes de alta velocidad en China tendrían un problema adicional, debido al alto costo para el usuario común, hecho que obliga a China a subsidiarlo por bastante tiempo y tal vez para siempre. La Academia de Ciencias de China pidió al gobierno de Bejín de reconsiderar sus planes para la construcción de redes con trenes de alta velocidad.
Es obvio que el proyecto de la “Ruta Seda” significará un mayor endeudamiento y en este caso no solo de China, sino también de todos los países que participan en ello. No solo los gobiernos buscarán crédito para este megaproyecto, sino también los bancos y la empresa privada. La deuda pública de un país no es el único componente del endeudamiento en torno a la ruta de seda. La ´deuda total´ incluye la deuda pública, la deuda de instituciones financieras, la deuda empresarial y puede incluir hasta la deuda de los hogares que apuestan al proyecto. Entre 2007 y 2014 la deuda de China se cuadriplicó de acuerdo con los datos de un informe de McKinsey Global Institute (http://www.mckinsey.com). La deuda total de China a mediados de 2014 alcanzó los $28 billones de dólares frente a $7 billones en 2007. Comparado con el PIB del país, la deuda total de China alcanzaba 282% en 2014, un nivel parecido a la de Alemania y EEUU y la media mundial que alcanzó el 286% del Producto Mundial. La deuda total del Reino Unido y de Japón supera incluso 500%.
Entre 2007 y 2014 la deuda global pasó de 142 a 199 billones de dólares, un aumento de 17%. Son sobre todo los países centrales donde más aumenta la deuda. La deuda de Irlanda aumentó en 170%, la de Grecia y Portugal en más de 100%, la de España en más de 70%, la de Francia, Bélgica, Holanda, Finlandia y Japón en más de 60% y la de Italia y Suecia en más de 50%. Desde 2007, la deuda pública y privada de China aumentó en 400%, o sea, se cuadriplicó. De acuerdo con los datos del mencionado informe de McKinsey, lo anterior se debe sobre todo a la burbuja inmobiliaria que podrá explotar en cualquier momento.
El riesgo potencial del ascenso rápido de la deuda de China, que representa un tercio del aumento en la deuda global desde 2007, es el colapso en la burbuja inmobiliaria. McKinsey calcula que si la mitad de los préstamos relacionados con el mercado inmobiliario serían incobrables y perdiesen el 80% de su valor la deuda pública aumentaría de 55% a 79% del PIB para rescatar los bancos. Lo anterior significaría una baja significativa en la tasa de crecimiento del país, lo que a su vez implica más endeudamiento como se manifiesta en el megaproyecto de la “Ruta Seda”.
El endeudamiento se torna el instrumento único para la acumulación. La investigación académica muestra que endeudamiento suele estar asociado con un menor crecimiento económico y altos riesgos de crisis financieras. Las cadenas de crédito se tornan cada vez más largas con re-aseguramientos y con una distribución de riesgos cada vez menos transparentes. A partir de 2008 las corporaciones a mundial nivel han dependido casi exclusivamente del crédito no bancario, incluyendo fondos de pensiones, compañías de seguro, programas de leasing, etc., al tiempo que los préstamos bancarios se redujeron. El valor de los bonos corporativos desde 2007 creció con $4.3 billones de dólares comparado con $1.2 billones entre 2000 y 2007. El endeudamiento a escala mundial es requisito para continuar la economía globalizada. Con ello aumenta la volatilidad de los mercados, la fragilidad de los mercados financieros y amenaza una crisis financiera global con profundas recesiones que pueden llegar ser catastróficos (Vea, McKinsey & Company, www.mckinsey.com).
LA INEVITABILIDAD DE OTRA RACIONALIDAD ECONÓMICA
Como vemos hasta China ha entrado en la fase de deudas y burbujas cada vez más grandes. La deuda se torna ´eterna´ y la recisión se globaliza y profundiza. La deuda global aumenta para poder sostener la acumulación del capital globalizado. Tratase de una acumulación con una recesión cada vez más generalizada. Tarde o temprano se manifestará la crisis sistémica a nivel global. En medio de esta Gran Depresión del Siglo XXI no queda, en nuestra opinión, otra solución que invertir la racionalidad económica existente, es decir la negación del Keynsianismo.
En medio de la Gran Depresión del Siglo XXI, la opción obligada parece ser regular la vida media de los bienes de producción y de consumo duradero. Con este keynesianismo invertido, la vida media de la tecnología se alargaría bajo controles reguladores mundialmente. Con ello, el ciclo de reproducción del capital se alargaría, bajaría el costo tecnológico a transferir al producto de consumo final, elevando temporalmente la tasa de ganancia en el sector de bienes de consumo. Los costos de Investigación y Desarrollo suelen a incrementarse sin encadenarse con el ámbito productivo, es decir estas inversiones se tornan improductivas. Con ello se dará una caída de las ganancias transnacionales en este ámbito. En los países centrales habrá una des-inversión y des-acumulación y primero que nada en el sector de bienes de capital.
Ante la evidente crisis prolongada que resulta en Occidente, la salida dentro de la racionalidad económica capitalista parece agotarse. No solo será irreversible regular la vida media en el sector de medios de producción sino también la vida media de los bienes de consumo duradero. Con ello hay una ruptura definitiva con la racionalidad económica capitalista. El resultado es que la producción se orientará cada vez menos hacia la forma del valor y más hacia su contenido. La riqueza en general se medirá cada vez menos en términos de valor y más en términos de valor de uso. Esta lógica significa sobreponer el interés social al interés privado, aunque fuese en primera instancia para salvar la racionalidad económica. Sin duda este proceso de transición se ve acompañado de fuertes movimientos sociales y políticos, tema para otro análisis.
– Wim Dierckxsens, sociólogo-economista, de origen holandés, radicado en Costa Rica.
ALAI.