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La política se convirtió en una caja de billetes: Aída Avella

Por Fenner Ortiz Rodríguez / El País 

La candidata a la ‘vice’ del Polo y la UP, Aída Avella dice que Colombia padece hoy de una política fresca. No hay debate.

El 17 de mayo de 1996, la hoy candidata vicepresidencial, Aída Avella se miró de frente con la muerte. Esa mañana, un rocket y ráfagas de armas de fuego por poco terminan con su vida y, de paso, casi se consuma la campaña de exterminio de la Unión Patriótica, partido del cual era su presidenta en ese momento.

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Por Fenner Ortiz Rodríguez / El País 

La candidata a la ‘vice’ del Polo y la UP, Aída Avella dice que Colombia padece hoy de una política fresca. No hay debate.

El 17 de mayo de 1996, la hoy candidata vicepresidencial, Aída Avella se miró de frente con la muerte. Esa mañana, un rocket y ráfagas de armas de fuego por poco terminan con su vida y, de paso, casi se consuma la campaña de exterminio de la Unión Patriótica, partido del cual era su presidenta en ese momento.

Avella se salvó, pero se perdió del país como si la misma muerte se la hubiera llevado. Posteriormente se supo que estaba en Suiza y, luego de 17 años de exilio, volvió a Colombia y hoy es la fórmula vicepresidencial de Clara López, la candidata del Polo.

Ya nada la amilana y acusa que “aquí la política se convirtió en una caja de billetes. Aquí no hay maquinarias electorales, lo que existe son maquinarias financieras con dineros de la corrupción y con dineros oscuros que todos sabemos de dónde vienen”.

¿Cómo ve la campaña electoral? ¿Cree que es muy agresiva, que faltan ideas? ¿Qué está pasando?

Me parece que debe haber debates sobre temas más interesantes. Me muero de la pena cuando me preguntan cuánta cuerda más tengo yo, o qué opino de la mascota de fulano de tal, eso no me interesa ni al país tampoco. Creo que nos tienen que llamar a unos debates serios y por eso propongo varios temas.

¿Qué temas?

Uno, deuda externa; dos, el problema de las regalías; tres, la locomotora minera; cuarto, medio ambiente; quinto, las prestaciones de los trabajadores colombianos. Con esos bastaría. Podemos también hablar sobre el mar, porque la mayoría de los candidatos presidenciales creo que no se han dado cuenta que tenemos dos océanos. Hemos perdido la perspectiva del trabajo del mar, las riquezas, se lo entregamos todo a los barcos internacionales, no existe una política de la carga marítima, entregamos la empresa Grancolombiana que era la que transportaba, posiblemente, todas las mercancías, no tenemos nada con respecto al mar y hemos perdido miles y miles de trabajos y de oportunidades de crear fábricas en las zonas que bordean al país.

¿Hay mucho desconocimiento?

Encuentro que aquí no hay temas de política fresca. Por ejemplo, por qué en este país no hablamos de la selva, de la Amazonía; no hablamos de temas tan trascendentales como cuidar los recursos naturales, no sabemos las razones de los títulos mineros, nada de los páramos que tienen que ver con el agua como Santurbán, Sumapaz, que son patrimonio, tesoros que tenemos. Entonces hay que materializar cosas que verdaderamente le interesen a los colombianos, por ejemplo el dinero público que está en los bolsillos privados; el problema de las notarías, curadurías; el problema que la empresa privada se volvió más ladrona que la pública, la corrupción. Todos estos temas tan espantosos que azotan al país son los que tenemos que ver.

Entonces, ¿no hay debate?

Mire, hay más temas como la redistribución del ingreso nacional, la riqueza nacional, pero no se habla y esos son temas que verdaderamente arman polémica y los únicos que están armando polémica somos Clara y yo. El resto hace parte de ese establecimiento que tiene al país como está. Hay que airear la política nacional con temas interesantes.

Usted tuvo que exiliarse del país por mucho tiempo, ahora en su regreso ¿cómo ve la política en Colombia, creció, se estancó, retrocedió?

No solo la política, veo un país totalmente cambiado. Cuando me fui había industria en todo el país y da mucha tristeza ir a Antioquia y no encontrar la industria textil ni de confecciones, todo eso ha desaparecido. Acabaron con la industria nacional y nadie es responsable. No solamente el señor Santos, Uribe, Pastrana, Gaviria, todos con la política del libre mercado, pues simplemente acabaron con la industria y el trabajo. Aquí la política se convirtió en una caja de billetes, aquí no hay maquinarias electorales, lo que existe son maquinarias financieras con dineros de la corrupción y con dineros oscuros que todos sabemos de dónde vienen y simplemente compran los votos que deslegitiman la democracia.

¿Dónde se mueven esos recursos?

Un Congreso donde la mayoría ha sido elegida con plata y, claro, hay exponentes de senadores y representantes buenos con votos de opinión, pero son la minoría porque aquí se compite con camiones de plata. Eso tiene que acabarse en el país, porque el pueblo, más de 30 millones de colombianos están inconformes, pero desafortunadamente las prácticas políticas han cercenado a la gente y no quieren participar en política, porque quienes han manejado el poder lo han hecho como si fueran mercaderes.

¿O sea que no hay garantías para hacer política?

Pues qué podemos decir de un país que es manejado por la locomotora del dinero sucio de la corrupción. Es que cuando el voto de un congresista se compra con dinero se deslegitima la democracia, eso se llama el mercado de los puestos públicos y es aquí donde hay una gran preocupación de todos los ciudadanos y una gran decepción de una gran mayoría que no creen que la política sea el arte de gobernar sino el arte de volverse ricos, porque la gran mayoría de parlamentarios llega al Congreso a hacerse ricos, a mirar dónde sacan la tajada y cuánto les van a pagar los contratistas en las obras.

Con base en lo que usted denuncia y las condiciones existentes, ¿qué fue lo que la motivó a volver a Colombia y más a hacer política?

Dos cosas. Una, la devolución de la personería jurídica a la Unión Patriótica, el Consejo de Estado tomó una decisión de justicia con la UP y, dos, el proceso de paz, debe haber una luz que se mira en el inmenso túnel de la violencia. Llevamos dos siglos de violencia, no los 50 años, no. Colombia desde 1812 está con guerras civiles declaradas y no declaradas en las que han participado los centralistas, los federalistas, y los liberales y los conservadores que duraron más de un siglo dándose bala y luego viene la violencia cuando asesinan a Jorge Eliécer Gaitán, que era un líder que pensaba distinto, y los mismos del establecimiento lo mataron para que no llegara a la presidencia. Entonces, tenemos un país de una intolerancia impresionante y una clase política que es capaz de matar con tal de quedarse en el poder y de unos gobernantes que no saben qué país gobiernan, no lo conocen.

¿Se dice que la figura vicepresidencial es como un convidado de piedra del Ejecutivo, eso es así?

El Vicepresidente fue una situación muy discutida en la Constitución del 91, en la que yo fui una de sus miembros. En esa época existía el primer designado, una figura de ese tipo, que era una persona que, primero, era amigo del Presidente o que tenía determinados amigos en el parlamento. Ese era el que reemplazaba al Presidente. La Constitución votó por la siguiente razón, en el evento de una ausencia total del Presidente que lo reemplace una persona elegida popularmente y no una persona que pase por la calle y primó en el criterio del constituyente que era necesario que un Vicepresidente se eligiera con la fórmula presidencial en el caso que se requiriera un reemplazo. A mí me parece que el Vicepresidente debe jugar un papel fundamental y siempre he dicho que si Clara me pone a poner agua potable en todos los municipios, pues me pongo a hacerlo. Me parece entonces que si me pagan tengo que trabajar y hacerlo en cosas que necesite el país. El Vicepresidente debe ayudar al Presidente, debe ser un coequipero. Oficio es lo que hay.

El País, Cali.

 

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