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Las encuestas: un atentado contra la democracia

Por Luis Fernando Olivares R  

Una vez más  se comprueba que las palabras del escritor ruso Daniel Estulin, sobre que “las encuestas es el más grande instrumento descubierto por los dueños del poder económico, que se apropiaron del poder de los medios de comunicación, para complementar la estrategia de manipulación, tergiversación y desinformación de las masas”, son cada vez más ciertas y reales.

La última encuesta de la firma encuestadora Datexco, de propiedad de El Tiempo y la W del grupo Prisa, donde estruendosamente coloca a la candidata Clara López Obregón en el quinto puesto, por debajo del voto en blanco, demuestra la descarada y cínica manipulación de la información, por parte de los grandes empresarios y capitalistas monopólicos del país.

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Por Luis Fernando Olivares R  

Una vez más  se comprueba que las palabras del escritor ruso Daniel Estulin, sobre que “las encuestas es el más grande instrumento descubierto por los dueños del poder económico, que se apropiaron del poder de los medios de comunicación, para complementar la estrategia de manipulación, tergiversación y desinformación de las masas”, son cada vez más ciertas y reales.

La última encuesta de la firma encuestadora Datexco, de propiedad de El Tiempo y la W del grupo Prisa, donde estruendosamente coloca a la candidata Clara López Obregón en el quinto puesto, por debajo del voto en blanco, demuestra la descarada y cínica manipulación de la información, por parte de los grandes empresarios y capitalistas monopólicos del país.

La razón es muy sencilla: No se refleja lo que se ve en la calle con lo que imprime la encuestadora en el periódico El Tiempo.

Para nadie es un secreto que aunque Datexco divulgue en algunos medios que la firma es del señor Cesar Valderrama y tengan acciones antiguos representantes del grupo Planeta como José Roberto Arango, la clara realidad es que esta firma encuestadora es el complemento de los medios de comunicación del grupo Prisa y del Grupo Sarmiento Angulo, quien adquirió las acciones del grupo Planeta hace tres años.

Es decir, que como lo dice Estulin, en su libro “El Club de los inmortales”, medios y encuestadoras, son la mezcla perfecta para llevar a la opinión pública hacia sus propósitos del control del poder, la corrupción y la explotación del ser humano en todas sus modalidades. Las encuestas son la forma de justificar un fraude electoral y por ende atentan contra una verdadera democracia.

En el caso de Datexco y otras empresas, con sus actuaciones premeditadas, justifican un resultado electoral fraudulento. Si el resultado final es el que ellos determinaron, nadie puede dudar, porque los encuestados lo dijeron hace 20 días atrás. Pero si el resultado es notoriamente distinto al de la encuesta, entonces las encuestadoras tienen cientos de excusas como por ejemplo, que los tiempos cambian, que  la muestra fue telefónica a las 8 de la noche, que el proceso de paz influyó, que la victoria de Colombia subió los ánimos electorales, entre otras tantas falacias.

Es que la gran esencia de las encuestas sumado al acompañamiento de un informante, denominado locutor o periodista, es quitarle al ser humano la posibilidad de pensar, y hacer que actúe por estímulos o más o menos como si hubiera asimilado burundanga. Usted se mueve, cree que piensa, realiza una acción pero no sabe porque y como lo hizo. Es decir, que las encuestas y los medios de comunicación le usurpan su poder de decisión libre y espontáneo y le ponen en el escenario del estímulo burundanguista.

Esta contienda electoral por la Alcaldía de Bogotá, que también se da en otros departamentos del país, es la clara muestra de cómo los poderosos plutocráticos, han puesto a rodar esta mortal arma de información, para recuperar el poder del dinero público de Bogotá, que perdieron hace 15 años y desean volverlo a conquistar como sea, más ahora cuando a uno de sus más grandes alfiles, el exgobernador Álvaro Cruz, lo acaban de meter preso por otro escándalo de corrupción, como los que la plutocracia ha realizado durante más de 70 años. ¿O alguien sabe quién cogió el “dinerito” de la venta de Panamá, en los años 1900?

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