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Mercado laboral: es hora de prender alarmas

Por Diego Otero Prada / Razón Pública  

Las últimas estadísticas demuestran que está cambiando el ciclo tradicional en Colombia y que vendrá una fase de desempleo creciente. Esto se debe a la desindustrialización, y exigirá un viraje serio en el manejo de la economía. 

Cambió el ciclo

Durante los últimos quince años la tasa de desempleo ha tenido un comportamiento cíclico: entre febrero y octubre la tasa disminuye, y entre noviembre y enero vuelve a aumentar por razones que solemos llamar “estacionales”.

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Por Diego Otero Prada / Razón Pública  

Las últimas estadísticas demuestran que está cambiando el ciclo tradicional en Colombia y que vendrá una fase de desempleo creciente. Esto se debe a la desindustrialización, y exigirá un viraje serio en el manejo de la economía. 

Cambió el ciclo

Durante los últimos quince años la tasa de desempleo ha tenido un comportamiento cíclico: entre febrero y octubre la tasa disminuye, y entre noviembre y enero vuelve a aumentar por razones que solemos llamar “estacionales”.

Sin embargo, según el DANE, la tasa de desempleo nacional aumentó de 8,8 por ciento en julio a 9,1 por ciento en agosto de este año, en contravía de lo que la historia muestra de febrero a octubre. De hecho, el quiebre se habría producido desde julio pasado, ya que en junio la tasa de desempleo fue de 8,2 por ciento.

Algo debe estar ocurriendo detrás de esta rareza. Pero – a diferencia del gobierno y de sus defensores- no hay que apresurarse a sacar conclusiones con solamente dos datos: los de julio y agosto. Habrá que esperar la cifra de septiembre para ratificar si realmente se produjo un quiebre en julio de 2015, lo cual abriría una nueva época en la historia del mercado laboral colombiano – y estaríamos entrando a un nuevo ciclo de desempleo creciente-.

No hay duda de que la menor tasa de crecimiento económico – que en el primer semestre fue de apenas 3,0 por ciento- debe estar afectando el mercado laboral. Los resultados del tercer trimestre permitirán confirmar si estamos o no en una fase de desempleo en aumento, pero no es fácil que este año el PIB aumente al mismo ritmo  del año pasado- 5 por ciento-. 

Aumenta el desempleo

Por otra parte, la tasa de desempleo nacional en agosto (9,1 por ciento) fue superior a la de agosto de 2014 (8,9 por ciento), lo cual también quiebra la tendencia que venía registrándose entre febrero y julio de este mismo año, cuando la tasa de desempleo siempre fue menor que la del mes correspondiente de 2014.

Las cifras antedichas se concretan en un aumento del número de desempleados: pasamos de 2.126.000 personas en agosto de 2014 a 2.203.000 en agosto de 2015, una diferencia de 104.000 personas.

En las cabeceras municipales, la tasa de desempleo disminuyó de 10 por ciento en agosto de 2014 a 9,6 por ciento en agosto de 2015, pero en los centros poblados y rurales dispersos aumentó de 5,7 por ciento a 6,2 por ciento, lo cual explica el aumento en la tasa nacional en agosto. Aquí también se produjo un cambio en lo que venía pasando, ya que la tasa de desempleo en las zonas rurales estaba disminuyendo en 2015 con relación a 2014.

Igualmente, en trece ciudades y áreas metropolitanas, la tasa de desempleo fue de 9,9 por ciento, es decir, superior en 0,4 puntos porcentuales a la de agosto de 2014.

Con respecto a julio de 2015, los desempleados aumentaron en 116.000 personas. Esta tasa es importante porque representa el desempleo urbano, que para muchos analistas es el fundamental  en un país con un 80 por ciento de población urbana.

El mercado laboral empeoró

La suma del desempleo “objetivo” (por insuficiente de horas de trabajo) con el “subjetivo” (por empleo inadecuado para las competencias del individuo, o por malos ingresos) aumentó de 38,6 a 40,6 por ciento entre agosto de 2014 y agosto de 2015. De 9.228.000 personas en esta situación en 2014 pasamos a 9.826.000 es decir, una diferencia de más de 598.000 personas subempleadas en 2015.

Además, al analizar los primeros ocho meses de 2015 se aprecia claramente un deterioro en casi todas las variables.

La tasa de desempleo disminuyó de enero a junio de 2015, pero aumentó en julio y agosto, mientras la tasa total de subempleo creció desde abril 2015. El total de desocupados aumentó a partir de julio y los subempleados lo hicieron desde marzo.

Puede afirmarse que a partir del segundo trimestre ya los indicadores señalaban que el mercado laboral no andaba bien, pero a partir del tercer trimestre (sobre la base de cifras para julio y agosto) la situación claramente empeoró.

La dura realidad

La pregunta es si esto seguirá ocurriendo de septiembre a diciembre. Según mis propias estimaciones estadísticas, estamos ante un cambio de ciclo debido al bajo crecimiento económico, y las perspectivas para el empleo no son buenas.

Tanto el desempleo abierto como el subempleo objetivo y subjetivo están creciendo, lo cual sin duda indica que la economía no está mejorando a pleno potencial. Con una tasa de crecimiento de la fuerza laboral de alrededor del 1,7 por ciento y un aumento anual en la  productividad del trabajo de entre 1 y 2 por ciento, una tasa de crecimiento del PIB de 3 por ciento es insuficiente para mejorar las tasas de desempleo y subempleo.

En los años anteriores la economía creció a un ritmo superior al 4 y aun al 5 por ciento, lo cual explica por qué el mercado laboral mejoró de manera sostenida. Pero si durante este (segundo) semestre  de 2015 la economía crece a una tasa de alrededor del 3 por ciento (como se espera) es de prever que el empleo seguirá deteriorándose en lo que resta del año.

Y si en 2016 seguimos como vamos o apenas mejoramos levemente, el desempleo se convertirá en un problema muy delicado que solo podría superarse con tasas de crecimiento económico alrededor del 6 por ciento.

Los hechos del mercado laboral contrastan con las declaraciones optimistas del presidente Santos, del ministro de Hacienda y de muchos comentaristas nacionales o extranjeros que tratan de las políticas económicas seguidas en Colombia son un ejemplo para el mundo (tanto que el ministro Cárdenas fue considerado el mejor ministro de Hacienda por la revista conservadora Euro Money). La realidad es distinta:

– La tasa de desempleo de Colombia es la más alta de Latinoamérica;

– La informalidad está alrededor del 50 por ciento;

– La pobreza es de 30 por ciento, pero en las zonas rurales está por encima del 40; 

– Somos el quinto país más desigual del mundo (según el conocido “índice Gini”). 

En general, los indicadores sociales de Colombia son bastante regulares y no se destacan en la región, ni frente a vecinos como Ecuador y Venezuela ni frente a la mayor parte de   Suramérica.

Cambiar el modelo rentista

La caída en los precios de los commodities a partir de 2008 ha mostrado que un modelo basado solamente en explotar los recursos naturales no es el mejor para alcanzar grados superiores de productividad y bienestar.

Nos olvidamos de la industria, de la agricultura y  de los servicios de alta calidad. Hoy  estamos pagando caro nuestro énfasis en un modelo rentista minero-energético, sin haber pensado en utilizarlo para industrializarnos como lo han hecho otros países.

El pecado no es solo de Colombia, la mayor parte de Latinoamérica dio demasiada  importancia a los productos extractivos y primarios: Perú, Bolivia, Venezuela, México, Brasil, Argentina y Chile. La euforia del momento nos hizo ignorar una historia donde se confirma una y otra vez que los bienes primarios obedecen a ciclos de auge y caída.

Es hora de cambiar el modelo. No se trata de ir al extremo de olvidar nuestra riqueza en materias primas, sino de tener una economía más diversificada y de poner el énfasis sobre otros sectores productivos.

Hay que darle valor agregado a los bienes primarios y utilizarlos dentro de una estrategia  integral para aprovechar la demanda mundial, sin olvidar que el gran progreso está en producir y exportar bienes y servicios cada vez más sofisticados. En otras palabras, hay que dejar de ser un país simplemente rentista.

Razón Pública, Bogotá.

 

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