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¿Le conviene al Polo entrar al gabinete?

El Nuevo Siglo  

Hay tres formas de ver el debate al interior del Polo Democrático Alternativo en torno a si a la presidenta de esa colectividad, Clara López, le conviene aceptar una designación en un ministerio, como se viene rumorando desde el año pasado.
 
Una primera óptica se refiere a la implicación política que tendría que la excandidata presidencial y excandidata a la Alcaldía de Bogotá acepte una cartera ministerial, sea cual sea.

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El Nuevo Siglo  

Hay tres formas de ver el debate al interior del Polo Democrático Alternativo en torno a si a la presidenta de esa colectividad, Clara López, le conviene aceptar una designación en un ministerio, como se viene rumorando desde el año pasado.
 
Una primera óptica se refiere a la implicación política que tendría que la excandidata presidencial y excandidata a la Alcaldía de Bogotá acepte una cartera ministerial, sea cual sea.

Quienes en su partido sostienen que debería hacerlo argumentan que si resulta cierto que el presidente Santos planea nombrar un “gabinete por la paz” del más alto nivel y representación multipartidista (mucho más allá de su coalición de Unidad Nacional), el Polo debe estar allí, pues ha sido siempre abanderado de la salida negociada al conflicto, mucho antes de que el actual Jefe de Estado se montara “al bus de la paz” y por encima de La U, Cambio Radical y los liberales,  que en su momento se alinearon con las tesis de salida militar a la confrontación.
 
También recalcan que López, tras la primera vuelta presidencial en mayo de 2014, en donde sumó dos millones de votos, respaldó la reelección de Santos y fue clave para que éste le ganara al uribista Oscar Iván Zuluaga en la segunda y definitiva cita en las urnas.
 
En ese orden de ideas, la designación de López en un “gabinete de paz” sería apenas natural, como lo fue su respaldo al “Pacto por la paz” el miércoles pasado en la Casa de Nariño, tras una cumbre multipartidista con el presidente Santos, sin que ello significara ni fuera entendido como que el Polo abandonaría la oposición oficial al Gobierno declarada desde su primer mandato y traducida en duras críticas a la gestión y encendidos debates en el Congreso contra ministros y altos funcionarios.
 
Bandera propia

Una segunda óptica en este dilema es la electoral, que parte de la base de que hay un pulso por las banderas del proceso de paz de cara a la contienda presidencial de 2018. Un pulso que ya está fraccionando la coalición santista, pues La U y los liberales quieren, bajo el cuestionado argumento de que esas dos colectividades sí se han jugado por el proceso de paz de Santos, marcarle distancias a Cambio Radical, que tiene al vicepresidente Germán Vargas Lleras hoy como el más sólido candidato a la sucesión en la Casa de Nariño, pero quien, cumpliendo un compromiso asumido con Santos, no se pronuncia sobre el proceso de paz, aunque su colectividad sí ha votado y apoyado juiciosamente todos los proyectos que sobre la materia.
 
“… La coalición santista quiere empequeñecer la gran causa del fin de la guerra y adueñarse de la bandera de la paz con el único objetivo de hacer campaña presidencial, tratando de dejar de lado al Polo, la Alianza Verde y otros partidos que han empujado el proceso, incluso con más convicción y compromiso que La U, Cambio y liberales, que condicionan sus apoyos a ministerios y cargos en todos los niveles”, dijo a El Nuevo Siglo un alto dirigente del Polo, interrogado al respecto.
 
Así las cosas, que el Polo ingresara al Gobierno por la vía de un “gabinete por la paz” encargado de empujar la recta final del proceso, hacer campaña por el plebiscito y luego tener un rol protagónico y determinante en la aplicación de los acuerdos, evitaría que el santismo se adueñara de una bandera que no sólo es nacional, sino de todas las colectividades gobiernistas, independientes y de oposición que se han jugado por el proceso. Eso sería clave de cara a una campaña presidencial en la que, una vez más, el dilema entre si se respalda este acuerdo de paz o se rechaza, será el principal diferencial a la hora de las urnas.
 
Pulso interno

La tercera óptica sobre el debate en torno a si le conviene al Polo y López entrar a un ministerio se enfoca en el pulso de poderes en ese partido.
 
Es innegable que hoy se ven dos grandes bloques políticos, encabezado uno por López y el otro por el senador Jorge Enrique Robledo. Bloques que midieron fuerzas en el congreso partidista del año pasado y si bien es cierto que la excandidata logró salir avante, su derrota en la puja por la Alcaldía la debilitó y dio pie a que la corriente más radical, en cabeza de Robledo, haya recuperado terreno.
 
El senador ha sido enfático en que López les ha dicho que no le han ofrecido ningún ministerio y que cuando ello ocurra, el Comité Ejecutivo tomará la respectiva decisión. Sin embargo recalca que el Polo siempre ha respaldado el proceso de paz pero que no por ello va a abandonar las filas de la oposición. “Paz sí, Santos no”, enfatiza Robledo que, sin duda, es el primero en el partidor de precandidatos presidenciales del Polo para 2018, incluso midiendo fuerzas con la misma López o el senador Iván Cepeda.
 
López, a su turno, insiste en que no le han ofrecido ministerio alguno, pero que evaluaría la opción si tal oferta se produce. Es decir que no rechaza ni acepta de entrada. Aunque recalca que “el ejercicio del derecho y el deber de la paz es algo que trasciende lo político” y que su eventual designación en un Ministerio no implicaría que el Polo abandonara la oposición, lo cierto es que sabe que cualquier decisión al respecto no sólo tendría grandes implicaciones en su carrera política, sino que aumentaría el pulso de poderes en las toldas amarillas, algo muy complicado ahora que ese partido debe mostrarse cohesionado frente a las movidas para crear una gran coalición política de izquierda, que tendría a Petro y a las propias Farc -convertidas en partido político- en el escenario.

El Nuevo Siglo, Bogotá.

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