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“Manzanillos y mermelados”

Por José Arlex Arias Arias  

“El manzanillo es un árbol de las Antillas y de América ecuatorial que da un fruto semejante a la manzana –pero no es la dulce manzana– con un jugo cáustico muy venenoso”, cita el diccionario Larousse. La mermelada la describe como “una conserva de fruta cocida con azúcar y miel” que se come sola o esparcida en panes o galletas. Las acepciones toman las formas del uso que el pueblo les va dando, por eso el idioma es tan vivo y las academias tienen que acondicionarlo a la realidad.

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Por José Arlex Arias Arias  

“El manzanillo es un árbol de las Antillas y de América ecuatorial que da un fruto semejante a la manzana –pero no es la dulce manzana– con un jugo cáustico muy venenoso”, cita el diccionario Larousse. La mermelada la describe como “una conserva de fruta cocida con azúcar y miel” que se come sola o esparcida en panes o galletas. Las acepciones toman las formas del uso que el pueblo les va dando, por eso el idioma es tan vivo y las academias tienen que acondicionarlo a la realidad.

Los colombianos han considerado que muchos políticos adoptaron una actitud de “manzanillo”, cuando se convierten en obsecuentes servidores de gobiernos que ejecutan políticas antipopulares, trabajo por el que reciben prebendas que los mantienen acólitos y ejes de la corrupción. En el gobierno Santos la mermelada derivó en otra acepción. Según el exministro de Hacienda Juan Carlos Echeverry, era necesario repartir mermelada –el presupuesto– entre los congresistas amigos para que actúe como cupos indicadores para supuestamente hacer obras en las regiones. En campaña electoral, el presidente Santos defendió la repartija del presupuesto y legalizó a sus “mermelados”, con lo cual distribuyó cerca de tres billones de pesos entre los partidos de la Unidad Nacional, apuntalando así su reelección. La sabiduría del pueblo señala a los “mermelados” como focos de corrupción.

No se inicia aún la campaña electoral que este año elegirá los cargos de alcaldes, gobernadores, diputados de asambleas departamentales, concejales distritales y municipales y ediles de las Juntas Administradoras, y ya los “mermelados y manzanillos” del gobierno de Santos han salido a descalificar a la oposición de izquierda democrática, actos que han venido repicando los grandes medios de comunicación, que hacen el “mandado” a los grupos económicos que pauperizan a la clase media y a los trabajadores en beneficio de la concentración de la riqueza en los potentados. Es por ello que no permiten que lleguen movimientos alternativos que impliquen un cambio en la política económica y social del Estado y de sus entes territoriales.

El pasado 26 de enero, Roy Barreras, codirector de la U, quien se declaró impedido en la reforma a la salud porque las EPS le patrocinan su campaña electoral, expresó: “si Cartagena no elige alcalde de la Unidad Nacional, no habrá inversión nacional. Si elige un alcalde que no pertenezca a la Unidad Nacional, se le cerrarán las puertas de la inversión del gobierno nacional”. Simultáneamente, David Luna, alfil Liberal –colectividad que con Cesar Gaviria fue gestora de la introducción del neoliberalismo en Colombia–, propuso  una “alianza de la Unidad Nacional y los uribistas para hacer un frente común por la Alcaldía de Bogotá, para poder derrotar a la candidata del Polo Democrático, Clara López y salvar la ciudad”. Estas declaraciones no solo demuestran que los políticos de estos partidos se llevan por delante la democracia, sino también que ¡entre Santistas y Uribistas las diferencias no son de contenido sino de forma!

arlexariasarias@hotmail.com

Cartagena de Indias.

 

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