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Medio metro no es desplome

Por Octavio Quintero  

El fallo del  Consejo de Estado resolviendo a favor del exalcalde de Medellín, Alfonso Salazar, su pleito con el procurador, deja un mensaje de fondo (sutil pero muy efectivo) a la sorprendida opinión internacional con el caso Petro: sí hay justicia en Colombia… Y como sí se puede controvertir

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Por Octavio Quintero  

El fallo del  Consejo de Estado resolviendo a favor del exalcalde de Medellín, Alfonso Salazar, su pleito con el procurador, deja un mensaje de fondo (sutil pero muy efectivo) a la sorprendida opinión internacional con el caso Petro: sí hay justicia en Colombia… Y como sí se puede controvertir

jurídicamente los fallos del procurador, no tienen espacio, ni la Comisión ni la Corte Internacional de Derechos Humanos para entrar a conocer de este caso.

La comparación entre el caso Salazar y el caso Petro es bien parecida a la adivinanza que pregunta ¿cuál es el animal que tiene cabeza de león, cola de león, dientes de león, garras de león y no es león?… “Era leona y no león”, dice el porro.

Ambos son contradictores del procurador en asuntos de moral religiosa y ambos “le dieron papaya” como funcionarios públicos para cobrarles su insolencia doctrinal.

Bastante se ha aseverado que este procurador, junto al inmenso poder legal que se le extendió en la constitución y las leyes, tiene además una espada de Damocles sobre la cabeza de todo aquel que discrepe de su fundamentalismo religioso. Pero no se había aportado ninguna prueba en concreto de que ello fuera así… El caso Salazar pudiera considerarse como la prueba reina.

Salazar, como alcalde de Medellín, dispuso que las clínicas del municipio prestaran gratuitamente el servicio de aborto a las señoras que quisieran acogerse a una de las tres excepciones no penales establecidas en la ley y avaladas por la Corte Constitucional, disposición que impugnó legalmente el procurador Ordóñez perdiendo el caso ante la Corte.

Cuando el alcalde Salazar incurrió en política indebida en contra del candidato a la Alcaldía, Luis Pérez Gutiérrez, el procurador tomo el caso, lo calificó de manera grave y procedió a destituirlo del cargo (ya había terminado su periodo legal {2007/2010}) pero, además, lo inhabilitó por 12 años para contratar con el Estado o ejercer cargos públicos.

Tras dos años de luchar contra la decisión del procurador, primero ante la misma Procuraduría (que muchos consideran esto dizque “debido proceso”) y luego ante el Consejo de Estado, Salazar gana el caso y, en vez de la destitución y la inhabilidad, se le corre una simple amonestación, diciéndole que en el futuro tenga más cuidado con sus declaraciones…

El procurador Ordóñez, con esa figura ladina que deja ver la cabeza del lobo debajo de la piel de oveja, dijo que acataba el fallo pero que no era para “dramatizar”. Como diría un obrero raso de la construcción “medio metro no es desplome: que la máxima autoridad de lo contencioso administrativo haya cambiado una pena de destitución del cargo más inhabilidad política por 12 años, por una simple amonestación, “no es para dramatizar”, no tiene importancia. Tampoco era para dramatizar, en este curioso concepto del procurador, que Jesús hubiese resucitado a Lázaro.

El caso Petro

Así visto el caso Salazar, comparado con el caso Petro, son igualitos en cuanto al papayazo que le dieron al procurador para cobrarles su insolencia frente a normas que emanan de lo Divino, pero distintos en la forma y en el fondo:

1. En la forma: Salazar fue disciplinado por participación indebida en política y Petro por no haber recogido las basuras de Bogotá durante tres días.

2. En el fondo: Salazar sí incurrió en un acto de indisciplina, pero que no merecía la sanción impuesta que, por tanto, fue desproporcionada y Petro no incurrió, al menos no se ha demostrado legalmente y no le dejaron demostrar que la inundación de basuras no fue su culpa sino de los operadores privados.

3. Y también son distintos en cuanto que Petro estaba en plena función de su cargo como alcalde elegido y Salazar ya había concluido; y no son parecidos tampoco porque Salazar desde un comienzo alegó la desproporcionalidad de la pena y Petro lo que emprendió fue la dura batalla por la defensa de sus derechos políticos (elevados a categoría de derechos humanos) que finalmente le fueron denegados por la justicia interna al más alto nivel: altas cortes, Procuraduría y Presidencia.

Cuando este adefesio jurídico también caiga, probablemente el procurador Ordóñez volverá a salir a los medios diciendo que acata la decisión; que eso es normal pero que no es para “dramatizar”.

Perdónalo Señor porque sí sabe lo que hace…

28 de marzo de 2014.

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